¿Y LOS DERECHOS DE LA MUJER?

VOXPRESS.CL.- “Quienes la agravian con tanta ligereza, muestran el nivel preocupante de fanatismo y polarización al que estamos llegando, y perseguirla públicamente sólo revela que quienes lo hacen no creen en la democracia y se yerguen como inquisidores o jueces morales al borde del totalitarismo político”.
Este trozo, revelador y explicativo, corresponde a una declaración pública firmada por un ciento de centroizquierdistas, con mayor énfasis de cercanos a la DC, que salió en defensa de Javiera Parada Ortiz.
Esta dama, licenciada en danza, actriz titulada en Barcelona y gestora cultural, perteneció entre los 13 y 16 años a las JJ.CC. y fue fundadora del Frente Amplio como miembro de Revolución Democrática, bloque al cual postuló para presidirlo, pero perdió, renunciando posteriormente.
Ocurre que Parada dio un giro político a su vida y se hizo cercana a EVOPOLI. Hoy es pareja del precandidato presidencial por ese partido, Ignacio Briones –ex ministro de Hacienda- y forma parte de su comando de campaña junto a otros conocidos personajes, como el actor Luis Gnecco –también objeto de ataques en redes sociales- y el economista internacional Klaus Schmitd-Hebbel, padre de una de las víctimas fatales del sicario contratado por ‘La Quintrala’ María del Pilar Pérez.
Este cobarde ataque masivo, coordinado y persistente, a través de los diferentes instrumentos de las redes sociales, no es el primero que recibe Javiera Parada. El anterior, aunque menos feroz y soez que el actual, fue cuando se alegró de que Gonzalo Blumel, ex ministro de Interior y, también, militante de EVOPOLI, fuese candidato convencional constituyente. En esa oportunidad, la agraviaron por “proteger” a quien en su calidad de Secretario de Estado, fue jefe de Carabineros “y no frenó las violaciones a los derechos humanos”…
Para que nadie lo olvide, fue Blumel quien firmó los protocolos para inhibir al máximo la labor de la policía ante el vandalismo subversivo, prohibiéndole el uso de balines de goma, entre muchas otras limitaciones.
Ahora, la campaña de desprestigio y descalificaciones en contra de la actriz y ex activista de la izquierda, llegó a límites pocas veces visto en este sistema de comunicaciones, enrostrándole ser una “desclasada” y “traidora”, que dio vuelta la espalda a “la tragedia del comunismo”, cuando, en 1985, profesores del Liceo Latinoamericano fueron degollados, entre ellos su padre José Manuel. En 1976 desapareció su abuelo materno, Fernando Ortiz, docente del Pedagógico y, también, militante comunista.
Su madre, Estela Ortiz, ocupó dos cargos públicos de relevancia en el Gobierno de Michelle Bachelet, con quien le une una amistad desde la infancia. Ella misma, Javiera, fue designada agregada cultural en Estados Unidos, pero al no aceptar residir en Washington, sino en Manhattan, originó un escándalo que culminó en su renuncia. Para las elecciones de 2017 iba a ser candidata a diputada por RD, pero el Consejo del partido la bajó, tras protagonizar una colisión con su auto en estado de intemperancia.
Parada se ha abstenido de responder los feroces ataques y sólo cuando fue acosada por su respaldo a Blumel, en un programa de TV, se preguntó la razón “de estas bajas pasiones” y se extrañó de ser sujeto de “tanta atención”. Dos ministros del actual Presidente debieron renunciar ante la irresistible presión de la izquierda dura por tratarse, ambos, de “camaradas arrepentidos”, uno el ex titular de la Cancillería, Roberto Ampuero, un ex PC que llegó a vestir el uniforme verde oliva de la guerrilla castrista, y el otro, a cargo de Cultura, que duró dos días en el puesto, Mauricio Rojas, ex exiliado en Suecia y que llegó a ser diputado en ese país.
Doctrinariamente, la izquierda, y el comunismo específicamente, no toleran ni aceptan que otros vean la luz y, en este caso de Parada, hasta repudian vínculos sentimentales con enemigos de toda una vida por temor a la transmisión de informaciones reservadas.
El punto de inflexión, y que debe ser tomado muy en cuenta por los despistados votantes, es la intolerancia reflejada en esta campaña de improperios e insultos, y, para peor, contra una dama, en un país que, de antemano a la nueva Constitución, ya se ha proclamado feminista, y lo han hecho quienes destrozan a esta oportunamente arrepentida. La amarga experiencia de Javiera Parada es un reflejo que la izquierda es pura boca y nada más, ya que viola e ignora lo que tanto vocifera en cuanto a los derechos de las mujeres: no respeta ninguno de ellos, ni los más elementales.