SINVERGÜENZURA CONVENCIONAL

VOXPRESS.CL.-Una de las delegadas, de las pocas democráticas, de la Convención Constituyente, fue parte de la inédita e inusual modalidad de iniciar el período de debates de contenidos, con discursos de tipo personal.
Los variopintos extremistas que pululan en la asamblea, aprovecharon de narrar llorosas experiencias como “primera línea”, otro llamó a seguir “saltando torniquetes”, uno proclamó el fin del régimen bicameral y no faltó quien anunciase el fin de la figura presidencial. Todo ello, desde luego, varios días antes de comenzar el trabajo de las comisiones temáticas, todas por ‘votación popular’ en manos del Frente Amplio, del colectivo socialista -PC/PS- y de los representantes de pueblos originarios.
Dicho ampliado se realizó expresamente el mismo día en que las hordas extremistas, las mismas del 18/O, conmemoraron el Golpe a la democracia con un vandalismo tan descontrolado como destructivo. Más tarde, el plenario eligió a los coordinadores, y la mayoría de los cargos -siete- quedaron en manos del frenteamplismo y el socialismo.
Mientras se procedía a votar todos esos cargos, un gran número de delegados reunidos en el salón de honor de la sede capitalina del Congreso Nacional, pidió a gritos que fuesen liberados los presos políticos… En el proyecto de la diputada Catalina Pérez (FA) y de la senadora Yasna Provoste (DC) se considera como tales “sólo a las víctimas de las violaciones a los derechos humanos con posterioridad al 18 de octubre de 2019”. Entre gallos y medianoche fue modificado, porque el original apuntaba a un perdonazo general, abriendo las puertas de las cárceles.
En la iniciativa, expresamente se deja fuera como víctimas de los derechos humanos a una carabinera que se intentó quemar viva, a un policía que perdió una pierna y a otro que quedó ciego, producto de las acciones de los ‘primera línea’.
La reacción del extremismo agrupado en la Convención, no sólo demuestra que la futura Constitución está en manos de una odiosa minoría, sino, y esto es el gran contrasentido, va en contra de la corriente nacional que condena con fuerza el vandalismo político y que quedó curada de espanto con la aniquiladora jornada del lunes 18.
Marcela Cubillos -y volvemos al principio- obtuvo mayoría nacional en la elección de convencionales constituyentes, y representa a las fuerzas libertarias del país. Cuando le correspondió hacer uso de la palabra, en lugar de lloriquear de pena por sus básicas coleguitas convencionales, hizo una breve reseña del mal proceder de la asamblea y selló con una sentencia demoledora: “esta Convención no tiene destino -dijo- porque el texto que saldrá de aquí no representará a Chile, sino a un puñado de intereses políticos y de los más perversos”. No vale la pena que siga adelante, agregó.
“Loca mía”, el acertado apodo que se ganó la presidenta de la Convención, Elisa Loncón -cuya comunidad de Traiguén participó en una acción demoledor días atrás-, declaró que la mayoría de los convencionales no representan al pueblo, sino “somos el pueblo mismo que exigimos transformaciones profundas”. No tuvo un minuto para, como muchos, condenar el violentismo ideológico, pero sí hizo la advertencia de que los saqueos del pasado 18 de octubre “fueron delincuentes comunes que se infiltraron y se descolgaron de manifestaciones pacíficas”.
La población se saturó de escuchar ese tipo de sandeces, y prueba de ello es que la policía detuvo a 8 hampones, profesionales del robo, y a 40 manifestantes por levantar barricadas y lanzar bombas Molotov para provocar incendios.
Sin delincuentes todos, sí, pero unos son malhechores por dinero y los otros, golpistas por pasiones políticas.
Como si todo esto no fue lo suficientemente repudiable para la presidenta de la Convención, con la mayor desfachatez del mundo resolvió prorrogar la extensión de su funcionamiento, constitucionalmente fijado para un año, a un segundo. Desde el exterior podría entenderse como “explicable” alargar el proceso de 365 a 730 días, dada la precariedad de conocimientos de la casi totalidad de los delegados y de sus básicas y precarias competencias para ejercer sus cargos, aunque para los simplistas totalitarismos que están imponiendo, su ignorancia es suficiente. Como buenos funcionarios públicos –y con muchos debutantes- descubrieron que los dineros fiscales dan réditos a cambio de poco trabajo, abriéndoseles el apetito.
La Convención no llevaba siquiera dos meses, cuando su vicepresidente Jaime Bassa anunció que “estamos estudiando ampliar el período de funcionamiento” y uno de los primeros acuerdos de la asamblea al abocarse a los reglamento, fue que “la presidenta en ejercicio durará sólo un año”, esto es, el extremismo ya tenía planificado alargar el período convencional con los consiguientes beneficios que ello implica.
Provenientes del pueblo más vulnerable, como se autodefinen, los convencionales poco demoraron en tomar conciencia de que seguir por más tiempo en un trabajo financiado por el Fisco, es lo mejor que podía pasarles en sus vidas, y más aún si disfrutan de dietas millonarias, las mismas que criticaban con acidez al Congreso Nacional, materia de la cual hoy guardan estratégico silencio.
Pero hay más. Alardean acerca de los pobres, por lo cual hay que hacer una Constitución a la pinta de ellos, sin embargo planifican innecesarias y populistas asambleas regionales de millonarios costos para las cuales no hay presupuestos y que implicarían masivos viajes en vuelos chárter (alquilados) con un desembolso adicional para el Fisco, al cual se le exige que le dé más y más a los pobres.
Al margen de ser una manga de ‘rascas’, los autores de la nueva Constitución son unos aprovechadores que no tardaron en instalarse a vivir cómodamente de los impuestos que pagan todos los chilenos, incluso hasta el modesto vecino al que le alcanza sólo para comprar apenas una marraqueta.