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SIN NOVEDAD EN EL FRENTE


VOXPRESS.CL.- Aunque las ventas del comercio crecieron sólo en un decepcionante 26% durante diciembre, el ambiente el frenesí navideño y, luego, el alborotado Año Nuevo parecieron revelar que la población -nos referimos a la racional, libertaria y democrática- parece no darse cuenta de lo que, en breve, se apresta a vivir.


Este ambiente de que “aquí no ha pasado nada” nos trae al recuerdo la genial obra de Erich María Remarque, “Sin Novedad en el Frente”, un despacho desde el campo de batalla en la Primera Guerra Mundial, dando cuenta de que “todo está bien”, pese a los hambrientos soldados, a los muertos, moribundos, heridos y enfermos con las más diversas infecciones cogidas en trincheras barrosas e inundadas.


Transcurridas las elecciones y el poder, aunque ya predeterminado en un mayoritario porcentaje en la Convención Constitucional, lo pasa a detentar una generación que poco o nada sabe de nuestra trayectoria republicana y que a su abundancia de agitadores de revueltas callejeras, contrapone una alarmante carencia de pensadores e intelectuales con visión de Estado.


La situación, en todos los frentes políticos, es algo caótica, y surgieron las primeras voces en contraposición al apaciguador, adormecedor y casi amoroso discurso de Gabriel Boric en su noche de la victoria.


El “habrá que llegar a acuerdos” y “dialogar mucho” fue explicado por Camila Vallejo (PC), aspirante al Ministerio de Educación, como “la obligación de la gente de empujar desde la calle las transformaciones profundas”, en tanto el compinche de Boric, el Donatello Giorgio Jackson (RD) se encargó de aclarar que “lo que el pueblo nos pide no hay que confundirlo con moderación”.


A buen entendedor, pocas palabras.


Por si alguien no atina a interpretar ambas aclaraciones respecto a la dirección que tomará este colorido bus de la alegría se va, otro dirigente comunista advirtió que "estaremos con un pie en La Moneda y con el otro en la calle”, pero esta vez con la violencia no enfocada en derrocar al Presidente, sino en atacar al Parlamento y, con especial objetivo, el Senado.


En el caso particular del Presidente electo, no son horas fáciles las que está atravesando, porque en su búsqueda de una unidad amplia de la izquierda, no ha tenido respuestas rotundas, excepto del socialismo y sólo en alguna medida, del PPD. Gabriel Boric necesita los votos en el Senado, tanto como el oxígeno para un moribundo. El que se percibe más incondicional, y desde la misma noche de la primera vuelta, es el PS, el único de “los conservadores de izquierda” que ha sido tanteado para un cargo ministerial.


En cuanto a la DC, se sigue balanceando, cual malabarista, entre su apoyo y una oposición anunciada, pero que todo Chile sabe que no puede ser tal, ya que el partido no pondrá en riesgo la permanencia en la administración pública de millares de ‘apitutados’ que viven del Estado desde 1990 a la fecha.


La hoy desteñida, desvalorada y desprestigiada ex Falange Nacional se bambolea en una cuerda que va desde las contradicciones de su veterana presidenta hasta el particular vaivén de Fuad Chaín, víctima de la imposición del Consejo Nacional de Yasna Provoste por sobre Ximena Rincón. La octogenaria Carmen Frei, tras la primera vuelta, advirtió que “apoyaremos a Boric pero no le daremos carta blanca para que destruya lo que tanto nos ha costado a los chilenos”, para, tras la segunda vuelta, anunciar que “estamos y exigimos los cambios profundos anunciados por el Presidente electo”. El ex diputado, a su vez, se enredó, al anunciar que “seremos oposición a Boric, pero no puede ser una como la de la UDI o los republicanos”, en otra de las miles de declaraciones en que los voceros DC vomitan sus complejos de derecha e izquierda.


Ahí están, absorbiendo sus dolores y masticando su descenso, pero siempre con la mano estirada. Saben los que los que vienen les serán los peores días desde 1990, porque al interior del Gobierno, y fuertemente instalado, estará el PC, cuyo presidente Guillermo Teillier se encargó de aclarar que “no he escuchado una sola palabra sobre siquiera la posibilidad de que la DC se integre a un eventual gran pacto de Gobierno”.


A las contradicciones en los discursos del nuevo bloque oficialista, Gabriel Boric, en persona, sufrió, sin proponérselo, una encerrona de parte del actual Presidente, quien, “siguiendo una tradición republicana”, lo invitó a su última gira como tal. Lo convidó como parte de la delegación que viajará a fines de mes en visita oficial a Colombia a reunirse con un Mandatario de (centro) derecha y participar de una reunión de PROSUR, entidad de naciones sudamericanas anti-izquierda que censuró drásticamente a Nicolás Maduro y que por la reciente pérdida de dos socios relevantes -Perú y Chile-, tiene un pésimo pronóstico.


Como si el río no estuviera lo suficientemente revuelto, el bloque derrotado en las elecciones y que concentró un número de votos contundentes para construir un gran muro al totalitarismo, en lugar de acercar puntos de encuentros agudiza sus desencuentros. En lo que puede considerarse como un endémico mal de la derecha chilena, ya, a pocas semanas de entregar otra vez el poder al adversario, se ha dividido porque todos quieren ser los líderes de la oposición, esto es, quien “la lleva”. Nadie discute de que, como nunca, en el Congreso Nacional ahora hay fuerza suficiente para frenar la prepotencia del irascible oficialismo, y lo único, sí, lo único, que importa es contar con los votos para que en ellos se estrellen las “transformaciones profundas”.


El liderazgo está escrito, ya existe, y es el dramático deseo de millones de chilenos de no ser arrastrados a un totalitarismo socialista. Para este intransable objetivo, los nombres no importan, sólo los números de las votaciones en sala.

Por sobre cualquier personalismo, provenga de donde provenga, sólo es válida una indispensable y dulce revancha.


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