RESPUESTA A LA PREPOTENCIA

VOXPRESS.CL.- En las horas posteriores a la revuelta subversiva del 18/O, hoy reconocida como tal por sus autores, sus protagonistas le contaron a la población, y al resto del mundo, que “Chile ha despertado”. Pero le contaron sólo una parte, muy sesgada y falsa, al punto de disfrazarla de “estallido social”, como si se tratase de una simple protesta en pos de un mejor bienestar.
Tal mentira, nunca nadie la enfrentó y en el consciente colectivo nacional, e internacional, quedó como si la terrorista acción hubiese sido fruto de un sentimiento general.
La ahora revuelta y no estallido, debió ser frenada, y extinguida, en el acto, pues la Constitución, hoy agonizante, establece los mecanismos e instrumentos para mantener y preservar la paz y la tranquilidad de la ciudadanía; sin embargo, el encargado de asumir tal decisión no se atrevió, fue inhibido por el pánico, y las consecuencias de su cobardía son las que desde esa fecha y hasta hoy, vive el país en manos de una minoría brutalmente avasalladora que se ha adueñado, de modo sectario, prepotente y soberbio, del poder, teniendo un dominio absoluto del Congreso y ahora de la Convención Constitucional.
La minoría golpista que se encargará de fijar el destino de Chile no tiene contrapeso para sus tropelías en la Convención. Tanto es así, que de entrada, le exigieron al Presidente que sacase al Secretario Ejecutivo (administrativo) designado por él y apenas demoró horas en hacerlo; luego, sus vociferantes caudillos decidieron que el presupuesto fiscal para la asamblea, que es fiscal, fuese administrado por ellos y no por la SEGPRES y el segundo miembro de su mesa, Jaime Bassa, proclamó pomposamente que “como somos un ente político, nos constituimos como Poder del Estado”, un burdo e incalificable atropello a la legalidad institucional.
Para hacerse una idea de las manos en que se halla el futuro de Chile, la presidenta de la Convención, Elisa Loncón, justificó su presión para indultar a los presos por terrorismo en La Araucanía, diciendo (textual) que “no es delito cuando se lucha por tierras que siempre fueron de nuestra etnia”.
Entre los 26 “prisioneros políticos”, hay quienes están siendo juzgados por la Justicia por robo, asalto a lugar deshabitado, tenencia ilegal de armas y posesión de drogas.
Centenares de chilenos muertos por culpa de la epidemia, debieron ser sepultados con mínima presencia de familiares, sin embargo la fallecida madre de tres ‘combatientes’ muertos a fines del régimen militar, Luisa Toledo, fue acompañada de hordas que aprovecharon la ocasión para asaltar y destrozar decenas de locales comerciales, todo ello, obviamente, sin intervención ni controles de la autoridad sanitaria.
Hoy, la extrema izquierda se jacta de su poder, hace y deshace, agrede e insulta, y nadie se anima a frenar sus excesos, y, sabiéndose una minoría, actúa y habla como una mayoría que, estadísticamente, no lo es.
La gran porción del país que “no despertó” con la subversión del 18/O, hasta el momento continúa de brazos cruzados, observando descorazonadamente cómo se la viola, se la vulnera y se la ignora, como si no existiese. A esta mayoría de víctimas inocentes, le queda una oportunidad para demostrar que no está dormida ni que es indiferente ante los groseros atropellos que sufre: ¡concurrir a votar, y masivamente!
El chileno pacífico y trabajador dispone de un derecho para manifestarse, y éste es el voto en los sufragios populares, primero por las primarias y, más tarde, en las parlamentarias y presidenciales de noviembre. Históricamente ajenos a las prácticas vandálicas de la izquierda, quienes se dicen independientes de verdad y no camuflados, y los simpatizantes de algún colectivo antimarxista, tienen la obligación moral y de patriotas de participar en las elecciones y, con su pronunciamiento, dar una clara señal de rechazo a estas aborrecibles prácticas extremistas.
Contra el abuso, no hay mejor respuesta que ésa.