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PERSEVERAR EN EL FRACASO


VOXPPRESS.CL.- Una conocidísima actriz con más de 40 años de actuación en las tablas, la TV y el cine, reconoció que “el 4 de septiembre, dejé de creer hasta en mis convicciones ideológicas”. Confesa “izquierdista de corazón”, relató que ese día quedó muda, “porque terminé por entender nada de nada: ¿qué se hizo la tremenda mayoría del ‘estallido’ y del Apruebo por una nueva Constitución? Quedé sin habla y sigo igual”.

Esta artista octogenaria oriunda de Viña del Mar, refleja con exactitud la incapacidad o, decididamente, el intencional negacionismo izquierdista -cualquiera sea su temperatura ideológica- a reconocer o asumir sus fracasos.


Desde su amanecer, la praxis marxista ha hecho gala de una ceguera histórica que le impide, conscientemente por cierto, ver sus errores; éstos los terminan pagando, siempre, sus víctimas, de lo cual dan cuenta millones de personas y familias inocentes en el siglo XX y en lo que va corrido del XXI.


Su tozudez incluye infinitas contradicciones, lo que contribuye a distanciarla aún más del sentir de la ciudadanía.

El Presidente y el PC presionan para que la gente tenga muy presente las exigencias de un movimiento “tan decidor” como el (mal llamado) "estallido", ello pese a que en todas las encuestas actuales, un 50% de la población asegura, hoy, que dicha subversión "no le sirvió de nada al país".


En octubre de 2019 se utilizó un alza de $30 --¡treinta pesos!- en los pasajes del Metro para usarlo como justificativo del Golpe destinado al derrocamiento del entonces Presidente. Hoy, habiendo recursos fiscales de sobra para destinarlos a la solidaridad social, el Presidente anuncia que, sí o sí, se aumentará el valor de los boletos, pero en una de sus tantas puñaladas a su propio verso sobre igualdad, habrá excepciones en el cobro.


El concepto de “no importa equivocarse” se ha instalado en La Moneda de la mano de la titular de la SEGPRES, toda una experta en muñequeo desde que fuera jefa de gabinete de Bachelet: bajó a Cariola (PC) y subió a Mirosevic (PL) para la testera de la Cámara y llamó a no asustarse por la bajísima aprobación popular al Presidente. “Mientras no llegue a un dígito (9%), no pasa nada”, calmó a los ministros del Comité Político. Se ríe a gritos cuando le cuentan que sus colegas novatas del Gabinete las llaman “viejas de la Concerta” a ella y a Tohá.


Un ejemplo del mal hábito de este Gobierno por hacer ‘gallitos’ con la oposición, consciente de que los perderá, ocurrió con motivo del rechazo de la Cámara a dos partidas del Presupuesto General de la nación en beneficio del oprobioso engendro comunista del INDH y de “gastos variables” (?) para el Ministerio del Interior, éstos obviamente no destinados a seguridad pública. En ambos casos, los dos entes reaccionaron airados por considerar el voto mayoritario parlamentario como “una injusticia”, ello a sabiendas de que el Legislativo no dejaría pasar tan descaradas pillerías.


No está demás aclarar que el Presupuesto General se estructura sobre la base de los ingresos recaudados por el Fisco con los impuestos de todos los chilenos y, por tanto, lo que se gasta debe ser en beneficio de todos ellos y no para financiar a desalmados combatientes callejeros -en el primer caso- y para asesores apitutados –en el segundo.


El verbo fracasar hace referencia directa a la frustración, la que surge espontáneamente cuando “se malogra una pretensión o un proyecto”. Dicho término proviene del vocablo italiano fracassare, que puede traducirse como “estrellarse” o “romperse”.

Un fracaso es, por consiguiente, un suceso funesto, que genera decepción, y ésa es la sensación que sintió, y siente, la referida actriz del comienzo, tras el desenlace del 4 de septiembre, en el cual la ciudadanía le dio rotundamente la espalda a la izquierda y a su Gobierno.


Recientemente, no sólo el Presidente, sino dos de sus ministros y parlamentarios afines, se dispersaron por el mundo buscando ayuda, respaldo y algún tipo de respuestas para este rumbo sin puerto en que quedó la nave gubernamental luego de zozobrar la Convención, su planificada navegación hacia el totalitarismo socialista. Una diputada PC estuvo en la asamblea del Grupo de Puebla escuchando sugerencias de maniobras para salir de la parálisis.


Estudiosos del tema expresan que “el rechazo social al fracaso promueve un mecanismo defensivo que lleva a no reconocer errores ni limitaciones”. El hecho de equivocarse y no responsabilizarse por ello, “constituye una incapacidad humana”.

Al respecto, el PC impuso en La Moneda y en el Congreso la ley del silencio sobre el descalabro en el plebiscito de salida, y su orden fue hacer referencia exclusivamente al nuevo proceso constituyente, respecto al cual insiste en que sea igual o muy similar a la Convención rechazada, y con la misma violación constitucional de incluir escaños reservados.

De acuerdo a la particular óptica del Presidente Gabriel Boric, “los errores y el fracaso permiten el aprendizaje”. La suya es una revelación trascendental, porque reconoce que su equipo es inepto, inmaduro, livianito, y que se encuentra, aún, en una etapa de adquisición de conocimientos con un alto costo para todo el país.


En su visita a La Araucanía, Boric aludió a “actos de connotación terrorista” para evitarse hacer referencia al terrorismo sin eufemismos, y reiteró que “perseguiremos a estos cobardes con todo el peso de la ley”, es decir, la misma Justicia que acaba de pedir sacar de la cárcel a un hijo, también guerrillero, de Héctor Llaitul, líder de la CAM, para enviarlo, apenas, a arresto domiciliario nocturno.


Según la literatura dedicada al tema, “el fracaso suele producirse ante objetivos inalcanzables”, y frente a lo cual, los psicólogos recomiendan establecer metas coherentes y mínimamente concretables. Muestra de que el Gobierno parece disfrutar estrellándose con el mismo muro, lo constituyó el ridículo de la Cancillería por la ratificación del TPP. Este tratado transoceánico aprobado por el Congreso, dada su relevancia comercial, fue condicionado por el Presidente a que la ministra Antonia Urrejola negociase con todos los países suscritos las sale letters. Justin Trudeau, premier de Canadá, le dijo no a su “gran amigo” Boric.


El PC y el frenteamplismo materializaron en el fenecido proyecto de la Convención el fin de todos los tratados comerciales firmados por Chile, una cuestión básica y de toda lógica para la prevista implementación de un estatismo rojo. Sin embargo, luego de su fracasada pasada de platillo en Nueva York con motivo de la Asamblea General de la ONU, el ministro de Hacienda, ahí mismo, le recomendó al Presidente “abrirse” al TPP. Aceptó, pero, luego, lo condicionó el PC.


Todos los de Apruebo/Dignidad residentes en La Moneda contribuyen directamente al fracaso de los ministros y sostenedores concertacionistas por eliminar a los estudiantes vándalos. La razón: todos ellos fueron duros activistas en sus etapas escolar y universitaria.

Nadie, como Boric y su gente, se pasa la vida condenando malos hechos. Siempre, más temprano que tarde, se combaten directamente o se los extingue.


Así, entre no querer y no poder, el Gobierno ha ido transitando de fracaso en fracaso, y ello únicamente porque su cacareado programa iba a tener validez sólo en caso de triunfar el Apruebo, y ello no ocurrió.


La inamovilidad y el estrés que originan una frustración permanente, como la de este Gobierno, pueden desembocar, según los especialistas en el tema, en irrupciones muy violentas en virtud de la impotencia, y ello coincide con las permanentes advertencias presidenciales de que puede venir otro “estallido”.


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