OPERACIÓN MORFINA

VOXPRESS.CL.- Es sabido que la morfina, por su virtud de aplacar los dolores extremos, se utiliza, y con frecuencia, en enfermos terminales, frente a los cuales la medicina no tiene más respuestas que ofrecerles. Aplicando este tipo de paliativo que no remedia, ni menos sana, el Ejecutivo puso en práctica algo similar para calmar la agonía de centenares de miles de compatriotas rurales en La Araucanía.
Centenares de mini empresarios agrícolas se acercaron a la Intendencia regional de La Araucanía, en Temuco, pantalones en mano, para reprocharle al Gobierno su falta de coraje y que, pese a todas sus promesas de exterminar el terrorismo en la zona, no las ha cumplido y que, por lo visto, no las piensa cumplir. Dio apenas un manotazo a una solución de emergencia: patrullajes mixtos, esto es, vehículos de Carabineros, de la PDI y del Ejército recorren los sitios aparentemente más conflictivos “para proteger a los habitantes de dichos sectores”.
La incorporación de militares en dichos patrullajes es para ‘empatar’ el poder de fuego de los terroristas, hoy dotados con armamento de guerra. Según el ministro del Interior, Rodrigo Delgado, “como Carabineros ni la PDI cuentan con herramientas similares o superiores a la de los delincuentes, de ser necesario ese poder lo aportarán los funcionarios del Ejército”.
Es una sutil pero mal disimulada forma de establecer en la zona una presencia militar, la que sólo podría ser posible en un Estado de Sitio, que es, precisamente, lo que exigen los habitantes de ella.
El patrullaje preventivo es apenas una parte de los múltiples factores que tiene el conflicto. Dada la expansión y la progresiva violencia de éste, se ha demostrado, una y mil veces, que la prevención es insuficiente y que no apunta a lo central del problema, que es el exterminio total de los guerrilleros.
Es absolutamente imposible cubrir todo el territorio dominado por los súbditos de la CAM. Prueba, y muy patética, de ello, es que durante las 24 horas hay desplegados 600 funcionarios de Carabineros en diferentes predios amenazados de ‘tomas’, y resulta que las usurpaciones de fundos y propiedades privadas se han incrementado casi siete veces más que el año pasado, pese a la custodia permanente.
Más de 60 fueron las ‘tomas’ entre el 1 de enero y el 25 de febrero. Los comuneros comunistas las denominan “recuperaciones” de terrenos que, dicen, son ancestralmente suyos. El asesinado Camilo Catrillanca, de la comunidad narcotraficante Temucuicui, venía precisamente de correr cercos de un predio ajeno, cuando fue baleado por un sargento, hoy cumpliendo condena.
La cifra es considerada “extremadamente alta” por la policía de la zona, dado que en el mismo periodo de 2020 se registraron sólo 7 ‘tomas’. El incremento en este tipo de acciones es proporcional al número de ataques, asaltos e incendios registrados en las últimas semanas. Las ocupaciones abarcan ahora un territorio más amplio, como Nueva Imperial y Lautaro, y tienen un patrón común: los comuneros rebeldes marcan los terrenos, previo a sus invasiones.
Provocativos y desafiantes, al resistirse al desalojo del fundo Miraflores en Lautaro, que ya lo había incendiado, los terroristas balearon a un sargento, dejándolo moribundo.
Pese a la guardia protectora de 600 carabineros apostados en fundos amenazados, las policías y el Ministerio Público consideran que no existe la capacidad para abordar este fenómeno y la violencia rural a la vez, lo que confirma el clamor de la población, en cuanto a lo imprescindible de una actuación firme destinada al exterminio de la guerrilla.
La policía uniformada pone como ejemplo que dispone de 600 uniformados para medidas de protección en predios, lo que merma el trabajo preventivo y de rondas en otros sectores, y no sólo de La Araucanía. Además, el problema casi cotidiano que se le presenta es que los ocupantes ilegales de predios cuando llega Carabineros, acuerdan el desalojo, sin embargo, a las pocas horas ya están de vuelta en el lugar. El jefe de Control y Orden Público (COP) en la Novena Región, general Carlos González, explicó que el método de ‘recuperación’ se inicia con presiones para que un propietario tenga que negociar o entregar su tierra. Agrega un dato relevante: “todas las ocupaciones ocurren, siempre, muy lejos de donde se ubican los cuarteles, de tal modo que el patrullaje o los desalojos se hacen muy complejos”.
Era, y es, necesario que la gente conozca estos antecedentes, porque ellos, de boca de sus propios protagonistas, refuerzan el convencimiento generalizado de que la ‘Operación Morfina’ ordenada por el Presidente no es más que eso, algo que atenúe el dolor de las miles de víctimas de este conflicto incontrolable, sin solucionar el mal.
Aunque levante su voz y les dedique zalameras palabras a los afectados, el Presidente sólo deja pasar el tiempo a la espera de entregar el poder. Su único propósito, y ello lo dejó en evidencia después del Golpe extremista, es cumplir su período en La Moneda y salir de ella sin dejar rastros que le permitan a sus adversarios políticos, y al socialismo internacional, perseguirlo, tal como ha ocurrido con otros Mandatarios de la región. Sabe ya, con meridiana claridad, que marchitó cualquier sueño de grandeza mediante una carrera internacional, como lo buscó con ahínco en su primer año y medio de Gobierno. Ahora, su ambición se reduce a salir indemne desde palacio.
Otro ejemplo, y qué terrible, de su abortada aspiración de estatista: primero están él, su gran ego, su presumido prestigio, y después los intereses del país, y en este caso específico, los de La Araucanía.