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¿MENTIR O ERRAR?


VOXPRESS.CL.- Todavía ocupan algunos primeros planos los puntos de vistas, controvertidos, desde luego, por causa de un error que significó la evacuación de algunas playas que gozan, o gozaban, de la ventaja de no estar en cuarentena.


Esa noche, la del 24 de enero, se alinearon los astros para hacer coincidir una fulminante ola de temores y tensiones, consecuencia de dos sismos y de una falsa alarma de tsunami por parte de la ONEMI, direccionada a millones de celulares.


La equivocación de la persona encargada de manipular el dispositivo, vía alarma sonora en los teléfonos móviles, provocó una natural molestia de quienes debieron evacuar, urgidos, los balnearios en el borde costero sin cuarentena, en especial de la zona centro/norte.


La alarma debió, efectivamente, darse pero sólo para el litoral del continente antártico, consecuencia de un maremoto ocurrido a casi 300 kilómetros de las bases chilenas asignadas allí. Pero, como la desprolijidad es una de las características más acendradas en el devenir cotidiano de los habitantes de este país, el operador apretó el botón equivocado y la alerta llegó a todos los puntos del territorio a través de los millones de aparatos móviles.


Fue más grande la alharaca que el problema en sí, ya que gran parte de la población se halla con serias restricciones de movilidad y una importante porción de ella se encuentra en cuarentena. Resultó ser más una anécdota que una situación para ser asumida con malestar y hasta con venganza política.


Algunos de los veraneantes con la suerte de hallarse en playas no sometidas a cuarentenas, se irritaron más allá de lo criterioso, por tener que evacuar a sectores altos. Este procedimiento se cumple rigurosamente, especialmente en las Regiones nortinas, cada vez que son remecidas por un temblor de proporciones. Un sismo entre Coquimbo y Maule, con epicentro en Llay Llay, ocurrido minutos después del sonido de las alarmas en los móviles, contribuyó a generar todavía más confusiones.


Sin embargo, en breve la propia ONEMI se encargó de difundir que se trató de un lamentable error, y asunto concluido. No obstante esta disculpa pública, hubo quienes sacaron provecho político, culpando a “la ineficiencia del Gobierno” lo acontecido. Éste, al día siguiente, a través de su ministro del Interior, salió a aclarar que, sí o sí, se pasará la cuenta a quienes o quienes tengan responsabilidad en dicho error.


Error y disculpas, una acertada combinación para poner punto final a un episodio que no se tradujo en heridos ni fallecidos, como sí ocurrió en la madrugada del sábado 27 de febrero de 2010, una de las fechas más trágicas en la historia moderna del país.


El segundo terremoto de mayor magnitud que haya afectado al país –el anterior fue en Valdivia en 1960- abarcó desde Coquimbo a Cautín, originando muertes y desaparecidos mayoritariamente a causa de un tsunami que nunca nadie avisó de su existencia.


La idea es no equivocarse en circunstancias tan sensibles y que originan natural temor, pero llevado a la comparación de consecuencias, es preferible cometer errores con la consiguiente molesta de la población afectada, a provocar víctimas fatales por una mentira, como el 27/F.


Los mismos que en este episodio protestaron contra el Gobierno “por su poco respeto con la gente”, debieran recordar que la molestia causada a algunos no tiene paralelo con lo ocurrido en la ONEMI esa fatídica madrugada del verano de 2010. Fruto de una comedia de equivocaciones, de carencia de consultas y de errores de funcionarios claves, la Presidenta de entonces, Michelle Bachelet, en persona, transmitió un mensaje de que se había descartado toda posibilidad de un tsunami. Al rato, ciudades balnearios, como Dichato, Cobquecura, Iloca, Pichilemu y hasta el puerto de Talcahuano, fueron azotadas por olas gigantescas que destruyeron el borde costero y se llevaron mar adentro a familias enteras.


Precisamente a raíz de ese engaño presidencial a la población, la ONEMI elaboró un protocolo de alarma preventiva que, por años, se mantiene y ha operado en varias ocasiones, especialmente en el norte grande, a raíz de sismos de magnitud. Lamentablemente, el instrumento que emite la alarma no es automático y tiene que ser operado por una persona.


Dimensionando lo ocurrido días atrás respecto a lo vivido el 2010, hay que ser muy estúpido para seguir sacándole partido político a un error que no causó daño alguno, omitiendo mal intencionadamente una mentira pavorosa cometida personalmente por una distinguida socialista. La misma que, poco después, confesó, con una mano en el corazón, que se enteró por la prensa de un bullado escándalo inmobiliario protagonizado por su (ex) nuera.

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