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MANGA DE FRESCOS




VOXPRESS.CL.- Por muy manoseada que resulte la frase, la Convención Constituyente, constituida polémicamente en un ahora colorido Congreso Nacional en Santiago, terminó siendo la crónica de una muerte anunciada. Todos los temores que, desde un principio, ya se hicieron carne en su naciente existencia, y terminaron por concretarse todas las dudas acerca de su desconfiable composición, con Integrantes absoluta y definitivamente desconocedores de lo que es una Constitución.


Días atrás, un alumno de quinto año de universidad y cuya Básica y Media las cursó en un colegio particular, reveló no tener idea de quién fue José Miguel Carrera. Ésta es una realidad hecha nido en las nuevas generaciones, las que sólo se importan a sí mismas y se bastan con que sus conocimientos les sean suficientes en la medida en que les resulten afines a sus reducidos intereses. Si a este tipo de modelo del nuevo ciudadano chileno se le agrega el del ‘luchador social’, que no trabaja ni estudia y que sólo invierte su tiempo en protestar públicamente, causando todo tipo de daños y trastornos, no era esperable un resultado mejor que el que se dio: “el pueblo” no eligió para tan trascendental e intelectual tarea a los más eruditos.


Duele decirlo, pero es trágico que una mayoría, sí, una mayoría, de quienes determinarán el futuro de Chile, sean semialfabetos, y, como buenos audaces, lo sean también ignorantes. Todas las Constituciones conocidas anteriormente fueron redactadas personal o colectivamente por gente de un alto nivel de erudición y conocedora del tema que la convocó. Los actuales convencionales, en su mayoría, no están ni siquiera en condiciones de redactar un breve trozo de texto, y de ahí que antes de su entrada en funciones exigieran reajustes en su remuneración para poder contratar más asesores y financiar sus más que sospechosos “trabajos territoriales”. Esta sola exigencia, cuya satisfacción está por verse, revela la conjunción a que hacíamos referencia, con el agregado del rol netamente ideológico que muchos de ellos pretenden cumplir.


Siempre se supo, desde la concepción del Golpe extremista del 18/O, que el objetivo de una nueva Constitución concebida bajo el alero de la dictadura comunista de Venezuela, era exterminar el modelo neoliberal y sustituirlo por uno estatista totalitario. La idea de sus gestores fue que la asamblea fuese una representación auténtica “del pueblo”, lo que a través de una votación coja, lo consiguió: menos de un 45% de chilenos con derecho a voto se pronunció por candidatos, en gran número, adherentes a aquella acción subversiva concebida por Nicolás Maduro.


El hecho de que la Convención no sea una representación legítima, importa poco o nada, pues el objetivo prioritario era capturarla y tenerla cautiva por parte de la ideología extremista.


Qué mejor prueba de ello fue la presión indebida que, para inaugurarla, previamente había que liberar a “presos políticos” inexistentes y que interpretar el himno nacional resultaría ofensivo al plurinacionalismo pretendido por los pueblos originarios participantes. Ello demuestra la instrumentalización ideológica de la Convención.


Como si tanto ultraje no fuese suficiente, antes de sentarse en los relucientes bancos del ex Salón de Honor en la sede capitalina del Congreso, los más extremistas exigen aumentar el presupuesto para sus funciones, como se dijo, con la finalidad de disponer de más asesores -el financiamiento a “luchadores sociales!- y para sustentar un imaginario “trabajo territorial”.


Es lógico que requieran de más asesores porque se trata de activistas políticos ignorantes en cuanto a conocimientos y limitados de intelecto. De “trabajo territorial” no requieren, porque, al revés de los legisladores, no requieren poner el foco en distritos ni circunscripciones, sino en un solo conjunto llamado país, sin distinciones de electores, barrios ni vecinos.

Muchos de los convencionales, que vivían a punta de subsidios y bonos, ahora lo podrán hacer a cuerpo de reyes gracias a la suculenta dieta de convencional ($ 2,5 millones mensuales) por el tiempo que dure la asamblea. El dinero extra que solicitan es para mantener la cadena de subsistencia de la subversión.

Definitiva y decepcionantemente, son una manga de frescos.

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