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MÁS TEMPRANO QUE TARDE


VOXPRESS.CL.- Los analistas y futurólogos políticos que nunca faltan pero que siempre fallan, se han dedicado a poner acento en sus “preocupaciones” por las diferencias que se han hecho públicas entre los socios del pacto Apruebo/Dignidad, esto es, el Frente Amplio y el PC. Poco menos que dramatizaron con las inclinaciones de unos y de otros en el marco de las maratónicas votaciones para elegir los nuevos cargos directivos en la Convención Constitucional.


Se ha especulado con el divorcio entre amplistas y comunistas, el cual resultó muy notorio desde el principio, cuando los delegados del FA descartaron a Bárbara Sepúlveda, carta del PC para la presidencia del ente, “una experimentada luchadora social que no requiere demostrarle nada a nadie”, según Marcos Barraza.


A partir de ese momento y en la cadena de votaciones que se sucedieron, el PC nunca estuvo del lado de las opciones por las que se jugó su socio de Gobierno: no apoyó a Ramona Reyes (PS) por considerar que su aliado “está negociando con partidos que no se hallan en el pacto”. En todas las rondas apoyó a Eric Chinda, un cartero sureño afiliado al extremismo indígena. No aportó con sus preferencias cuando el Frente levantó a Beatriz Sánchez, su ex candidata presidencial el 2017.


Días después, el colectivo más violento de todos los que integran el nuevo oficialismo -la Lista del Pueblo-, llegó hasta la sede del comando boricista para exigir la liberación de los “´presos comunistas” sin incluir, por motivo alguno, a algún carabinero en el indulto. Entre los manifestantes portadores de carteles alusivos, hubo varios comunistas.


Desde tribunas menos caldeadas, surgieron voces para atenuar las diferencias, afirmando que “esta nueva izquierda debe aprender a ser Gobierno”, en una reflexión que tiene dos lecturas: una, apunta a que en el arco multicolor de quienes apoyan a Boric hay quienes ignoran por completo el concepto de gobernabilidad corporativa y, por otra parte, la expresión se entiende, también, como una consecuencia de la inmadurez del amplismo, donde la serenidad es lo menos que ha prevalecido desde su creación.


Es una realidad tremenda lo que se le viene al próximo Presidente, dada la heterogénea y hasta un poco ordinaria composición de las fuerzas que están detrás de él. De ahí que se observa al PC como el catalizador, el único partido debidamente organizado, con verticalidad, con organigrama y programa definidos, además de una astucia y frialdad histórica para saber imponer su garrote.


“Puede que haya ideas nuevas, pero lo que prevalecerá en el Gobierno será el programa común pactado por los dos partidos” manifestó la diputada Karol Cariola, quien aclaró que “no es sustancial la propuesta de rebajar el número de diputados y senadores surgida en la Convención, sino lo prioritario es cambiar la institucionalidad del país, su modelo político”. Más claro, imposible.


En esta parada están todos los votantes de Boric, quienes, de paso, establecieron un record de participación y marcaron un record histórico para el país: nunca un Presidente recibió tantos votos.


El Mandatario electo, mientras todo esto transcurre en su entorno, se ha abocado a abrochar, lo más firmemente posible, alianzas con la izquierda moderada, la “conservadora” y “pasada de moda”, como la tildan amplistas y comunistas. Sabe que en el Senado hay un empate y que no será un buzón para sus proyectos, de tal modo que afianzando la incondicionalidad de los despreciados por la “revolución” puede tener alguna esperanza de éxito, aunque en no muchas de sus iniciativas legislativas. Incluso, obtuvo la rápida rendición a sus pies de la veterana presidenta DC, quien le juró que su partido no será oposición a cambio de que le sean preservados sus numerosísimos cargos públicos. Debe tenerse presente que, al revés de lo que proponía JAK, el Estado “revolucionario” será reforzado con operadores, esta vez, del comunismo y del amplismo.


Todo lo que se está escribiendo en la víspera de la asunción al poder del extremismo, es letra muerta, como lo fue el Estatuto de Garantías Institucionales que Patricio Aylwin le hizo firmar estérilmente a Salvador Allende. En cualquier pronóstico sobre el futuro inmediato del país, sólo un inocente o despistado puede dejar fuera el gran poder de pasión, revanchismo y odiosidad de la gran cantidad de colectivos subversivos que componen las fuerzas que apoyaron a Boric el 21 de diciembre. Es esa potencia, infranqueable para cualquiera, es la que más temprano que tarde llevará a la unidad de toda la izquierda -incluyendo como tal a la renovación socialista de la DC-, para enfrentar el bloqueo en el Congreso Nacional y, fundamentalmente, para hacerla prevalecer en la Convención como vehículo sin frenos para establecer “las transformaciones profundas” que conducirán al cambio de modelo político por el cual abrumadoramente votaron los chilenos.

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