LUZ ROJA A LA LOCURA

VOXPRESS.CL.- Por estos días, y tras el desenlace de las elecciones del 21 de noviembre, se ha generado un descomunal afán por conseguir apoyos y respaldos, pero hasta el momento, las adhesiones no han pasado de ser las obviamente esperadas.
A sabiendas de que tenía que ser así, los medios de comunicación han explotado al máximo “los emblemáticos” apoyos, por ejemplo, de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet a Gabriel Boric, como si éstos hubiesen pensado, alguna vez, en votar por José Antonio Kast. Las marketeras ofertas para eventuales respaldos y la búsqueda de votantes que siguen estando “en otra”, se han ido haciendo cada vez más atosigantes, e incluso una encuestadora se animó a vaticinar los porcentajes del Partido de la Gente que se irán hacia el extremismo, los que se inclinarán hacia la derecha y los que se abstendrán. Para haber obtenido tan precisa información era necesario saber el pensamiento de cada uno de los 43 mil militantes de dicha colectividad.
La flamante jefe de campaña de Boric, la ex JJ.CC. Izkia Siches, anunció que, “como ariqueña”, viajaría al norte para “convencer a los mineros acerca de nuestra mejor opción”, todo un embuste, habiéndose divulgado en el programa amplista/comunista que se cancelarán las concesiones mineras a privados. Los trabajadores de las gigantes extranjeras La Escondida y Collahuasi y de la chilena Pelambres no la recibirán con una sonrisa, si es que la reciben. El vínculo entre la candidatura boricista y el mundo laboral minero quedó roto, luego de las expresiones de Daniel Jadue (PC), quien calificó a un sector del Partido de la Gente “como mineros con los bolsillos lleno de plata, que quieren seguir llenándoselos”.
Tal como era lógico concluir, todos los partidos y ‘partiditos’ de izquierda participantes en la primera vuelta, anunciaron raudos su apoyo a Boric, sin ninguna condición para “la futura coalición de Gobierno”. Así lo hicieron el PS, el PPD, el PRO, la DC y el niño símbolo del trasnochado sovietismo, Eduardo Artés.
De todos estos apoyos ‘de cajón’ hubo uno decididamente frívolo e inmoral, el de la DC: su Junta Nacional proclamó a Boric como su candidato, pero le anunció que iba a ser oposición durante un eventual Gobierno suyo.
En el marco de este escenario de respaldos, el más entusiasta de todos, y en forma unánime, fue el entregado a la Convención Constitucional. Todos, empezando por Boric, se han juramentado públicamente defender “a muerte” la polémica, escandalosa y afiebrada asamblea que, se supone, está redactando la próxima Carta Fundamental.
Una diversidad de estudios hechos por variopintos consultores, dan cuenta de un explosivo rechazo de la población hacia la Convención, ello aumentado en los últimos días por salir a luz una serie de irregularidades con dineros gastados por los delegados sin necesidad de rendir cuenta.
¿Por qué este apoyo, tanto del candidato como de los derrotados en primera vuelta? Porque la izquierda, en las condiciones que quedó luego de las elecciones, y aunque se jacta de ello, carece de gobernabilidad. Al revés de su provechosa y explotadora vivencia en el actual período, no tendrá la total incondicionalidad de la Cámara ni contará con mayoría en el Senado. ¿Entonces? El único recurso práctico y directo para hacer el “Chile nuevo” que espera refundar es que la Convención Constituyente termine imponiendo sus criterios arbitrarios y logre instaurar el socialismo totalitario.
Al margen de una ciudadanía que podría despertar y reaccionar ante tanta desvergüenza y arbitrariedad de la Convención, al país le queda esta ficha casi caída del cielo que, a partir de marzo, será el Senado. Dejará de ser una cinta transportadora de la izquierda y se transformará en una luz roja para sus caprichos.
De partida, al conocer la nueva composición de la Cámara Alta, los loquitos de la Convención dejaron de hablar del plebiscito dirimente -programado para mayo-, ya que esta impúdica artimaña, para su realización, depende de una reforma constitucional, la que con la nueva estructura parlamentaria, es impensable.
En la otra vereda, esta nueva realidad legislativa permitirá que en un eventual Gobierno de JAK, el extremismo podría darse el gusto de presentar 100 acusaciones constitucionales y ninguna de ellas pasará.
Con el empate de fuerzas en el Senado y con dos independientes sin pactos a los cuales responder, el Senado será el primero en no darle la mínima gobernabilidad a quienes hoy se llenan la boca, aduciendo a que “somos los únicos que podemos garantizarla”. Tal oferta se advierte aún más lejana, dado el nutrido y permanente fuego amigo del PC a todo lo que dice y promete “su” candidato.