top of page

LOS ESCAÑOS REBELDES


VOXPRESS.CL.- En un año tan anormal como el que se está yendo, son pocos los hechos que originan algún tipo de asombro. El 2020, y no exclusivamente por un virus que afecta a todo el mundo, estuvo marcado por una crispación política que no se veía desde la Unidad Popular y, lo que es peor, agravada por la escalada de dos factores que rompieron todos los límites de tolerancia: el populismo y la imposición, poco menos que por la fuerza, de los ideologismos más recalcitrantes.


Estos signos demuestran que la politiquería chilena es una fuente de oportunismos, todos con un objetivo común: demostrar poder, quedarse con él o apropiarse de él.


Ambiciones más pasionales que racionales, inducen a decir una cosa y a hacer otra, y quedar tan tranquilo como si nada. Un ejemplo esclarecedor de ello fue el plebiscito constituyente, del cual se apropió la izquierda opositora apenas el Presidente aceptó su rendición posterior al Golpe extremista. Los actuales parlamentarios elaboraron un proyecto en el cual se auto involucraron, al incluirse en una de las opciones para la elección de los convencionales constituyentes.


Las alternativas por las cuales debieron votar los ciudadanos fueron la exclusión total de parlamentarios en ejercicio y la otra, la mixta, en que el 50% de los candidatos a constituyentes serían legisladores vigentes.

Habiendo sido el extremismo el causante directo de este impensado proceso de sustitución de la Carta Fundamental, su objetivo fue que “el pueblo, y directamente,” debía ser el encargado de seleccionar a los redactores de la futura Constitución. Así, la opción de la presencia de un 50% de parlamentarios fue barrida por la que los marginaba del todo.


El Congreso Nacional lleva años en el último lugar de las instituciones públicas en las periódicas evaluaciones de la población. Fugazmente logró recuperar algo de honor, luego de que sus diputados y senadores aprobaran un seguro retiro de los fondos de pensiones desde las AFP’s.


Sin embargo, este mismo Congreso dejado al margen por la ciudadanía de toda intervención directa en la redacción de la nueva Constitución, ha metido mano y se ha dado el gusto de modificar y alterar lo que la ciudadanía voto el 25 de octubre. Su primera ‘intervención’ fue la propuesta, empujada fervientemente por la izquierda, de rebajar el quórum de 2/3 a 2/5 para aprobar su articulado, y el segundo empeño por ignorar lo que había aprobado la población fue la iniciativa de aumentar el número de convencionales, para hacerles espacio a los pueblos originarios, un acápite que se les olvidó a los autores del proyecto por su apuro, el 15/N, de materializar la transacción con el Presidente: “lo mantenemos en el cargo, pero nos entrega la Constitución”.


Ninguna de las propuestas que vulneraban lo votado por la población, tuvo luz verde. Ante ello, para asegurar los escaños reservados a pueblos originarios, la nómina prevista, definitiva e intocable de asambleístas se mantuvo en los 155 integrantes, pero, ahora, con menos 17.


En este monumental modelo de populismo más barato, los parlamentarios igual no salieron bien parados, porque en lugar de ser agradecidos por la oportunidad histórica de revelar sus pensamientos ‘en vivo y en directo’, entidades de la etnia mapuche y de las de afrodescendientes reaccionaron negativamente.


Las entidades mapuches no están de acuerdo en que haya que revelar la identidad y los patrocinios para inscribirse y participar. Con este mecanismo aprobado por el Congreso, al menos, sólo al menos, se puede aminorar la influencia directa de terroristas en el proceso, dada la obligatoriedad de la identidad, lo que hasta por curiosidad puede motivar algún tipo de seguimiento. Cada persona que desee apoyar a un candidato debe acreditar su calidad indígena en la CONADI, lo que se suma al proceso de identificación de votantes por parte del SERVEL.


Para competir por un escaño se debe contar con el patrocinio de tres comunidades o cinco organizaciones – también acreditadas–, lo que forma parte de una serie de condicionantes.

El pueblo mapuche tendrá 7 de los 17 escaños reservados, por lo que aquellas personas que quieran integrarlos deberán cumplir con el criterio de paridad. Esto es, además de su nombre deberán presentar un candidato suplente del sexo opuesto para que, en caso que un género quede sobrerrepresentado, se corrija con los suplentes.


Los otros que se hicieron la idea de que serían considerados, porque en aras del populismo así se les ofreció, fueron los afrodescendientes. No hay que confundirlos con los inmigrantes de color, llegados masivamente en los últimos años.


Los afrodescendientes residen sólo en Arica y son cerca de 8.500 personas, lo cual corresponde a un 4,7 % del total de los habitantes de la Región, Hay indicios de que estas personas fueron traídas de África o pasaron por un proceso de evangelización, y fueron enviadas desde España o del Perú. La mayoría permaneció en el norte, específicamente en los valles de Azapa y Lluta y alegan que si bien no son indígenas, fueron igualmente víctimas de una trata transatlántica que los despojó de su territorio. Sus expectativas de ser considerados originarios, en dos oportunidades anteriores fueron rechazadas.


Todo lo sucedido, apunta a que la nueva Constitución soportará de todo, incluso sorpresas que nadie imagina y consecuencias que tampoco nadie sueña.


bottom of page