LLEGÓ LA HORA:¡TODOS A TERRENO!

VOXPRESS.CL.- Ésta no es una arenga patriótica ni una alegoría nacionalista, sino un aliento final e ineludible para poder alcanzar una meta que, hasta hace muy poco, se veía tremendamente difícil y lejana: darle la mayoría al Rechazo en el plebiscito de salida del 4 de septiembre.
Los diputados de Chile Vamos acordaron no aguardar el borrador de una eventual nueva Constitución y el senador de EVOPOLI, Felipe Kast, programó una gira por todas las Regiones para explicarle a la gente porqué es indispensable votar por el Rechazo. Hay que recordar que tanto él como su colectividad fueron portavoces del Apruebo para el plebiscito constitucional, y, por lo mismo, no ha sido bien tratado en las redes sociales.
El anterior Presidente, varios de su entonces ministros –incluido un antiguo patriarca de la UDI- y conocidos militantes de RN también adhirieron al Apruebo, hoy un factor de arrepentimiento.
El senador en campaña por el Rechazo, es un ejemplo de lo que experimentan millones de chilenos respecto a la actuación, categoría y anti-patriotismo de una mayoría de convencionales que optaron por el camino de plantear una nueva Constitución para satisfacer sus intereses ideológicos personales y sectoriales. El justificativo de “una casa para todos” fue pura fantasía, tal cual se temió desde un principio.
El resultado de tanta segregación y atropellos a las libertades individuales, no pudo ser otro del que es testigo la ciudadanía: un bodrio, escrito con arbitrariedad, odiosidad, divisionismo, discriminación e inéditos beneficios para colectivos ideológicamente extremistas.
La rápida decepción que produjo en la población la descarada parcialidad con que los convencionales afrontaron un mandato ciudadano, terminó girando bruscamente los mayoritarios apoyos iniciales hacia las críticas, la censura y el repudio por sus procedimientos.
Estos aventureros de una intentona revolucionaria institucionalizada, ni en la peor de sus pesadillas imaginaron que más temprano que tarde iba a llegar el día en que la comunidad les diera vuelta la espalda. Cuando se produjo la instalación de la Convención, ésta disfrutaba de un 72% de apoyo y credibilidad; hace sólo un par de semanas, todas, absolutamente todas, las encuestas dieron cuenta de una mayoría, aunque en diferentes niveles, en favor del Rechazo.
Entre todos los sondeos, uno de un centro de estudios latinoamericanos, y naturalmente de izquierda, pronosticó que “es muy difícil que se logre revertir la mala percepción de la gente respecto a lo obrado por los asambleístas”. Casi lapidaria resultó una investigación que reveló que un 53% de la ciudadanía considera que la actuación de los convencionales “vulnera la convivencia nacional”.
Si el más influyente ‘interventor’ en la Convención, el Presidente Boric, confiesa “estar dispuesto” a “estudiar caminos” en la eventualidad de que gane el Rechazo”, significa que hasta quienes concibieron el plebiscito con su revuelta del 2019, no le tienen fe al Apruebo.
Puede estar adornado con muchos defectos, pero el chileno es patriota, vibra con sus históricas hazañas bélicas y es de fácil emoción frente a sus emblemas. Por lo mismo, se sintió vulnerado, y hasta casi traicionado, cuando un piquete de supuestos pueblos originarios se tomó la Convención, haciendo prevalecer sus propios íconos por sobre los del país. Para peor, un sector agudamente radicalizado de la etnia mapuche es, en el texto constitucional, favorecido en desmedro del trato igualitario que merecen todos los habitantes, sin distingo alguno.
Lo acordado por los convencionales permite a cualquier ‘originario’ que le devuelvan una tierra sólo bastándole alegar que le perteneció a un antepasado. Hasta el más modesto propietario agrícola que no es mapuche, no podrá apelar a lo mismo por un predio que se le secó, que se lo tomaron, que se lo expropiaron o lo perdió por una deuda. Éste es el tipo de ‘igualdad’ prometida por el extremismo.
Nadie medianamente interesado en el destino del país se explica cómo un proyecto de Constitución prometida como “más justa e igualitaria”, establece el otorgamiento de beneficios y derechos exclusivos a un grupo violentista alzado, por el simple hecho de haber sido el precursor de las diferentes rebeliones parciales, desde 1990’, que culminaron con la revuelta del 18/O, ordenada desde el exterior y destinada a derrocar al Presidente de la República.
Es aquí donde radica la gran causa del fracaso de la Convención: el extremismo eligió como delegados a activistas para que hicieran una Constitución sólo a su pinta, a su gusto, satisfaciendo sus pasiones ideológicas. Por tanto, excluyente.
A poco andar, surgieron las primeras dudas de que tal objetivo era, y es, mirado con recelo por incumplir el mandato de plasmar un documento de carácter unitario y nacional.
Los chilenos, entre nuestras multifacéticas características, tenemos un especial apego a lo propio, por pequeño que sea. Un vagabundo callejero puede soportar cualquiera pellejería menos el despojo de sus trapos que lo cubren y algo lo abrigan por las noches. Y resulta que esta eventual y en riesgo nueva Constitución se elaboró sobre la base de los despojos y de la pérdida de los derechos de propiedad. Todo se podrá quitar por orden de la autoridad a cambio de un “precio justo”, y será el Estado quien lo fijará.
El derecho a elección, ése con el cual se nace, le será restringido al individuo, quien deberá someterse a las órdenes establecidas por el Estado en cuanto a las atenciones de salud, el manejo de los ahorros previsionales y la educación. Escoger entre servicios privados y públicos no será posible, aunque se disponga de los recursos para una de las opciones, porque no las habrá. El 40% de afiliados de FONASA se atiende en el sector privado por una elemental cuestión de mínima calidad: de triunfar el Apruebo, ello no será posible.
Lo confesamos: a un año de transcurrir el desarrollo de la Convención nos resultaba increíble la indiferencia de la población ante los tamaños desbordes de injusticia de la Convención. Hoy, con alivio y esperanzador optimismo, podemos percatarnos de que una mayoría, aunque aún no contundente, rehúsa aceptar las abusivas normas elaboradas por los actuales convencionales, y así lo demuestran todas las encuestas. Es esta toma de conciencia de la ciudadanía la que hay que reforzar y potenciar con permanentes e incesantes visitas territoriales de parlamentarios, dirigentes vecinales y comunales, líderes fieles a su condición de chilenos bien nacidos y defensores de lo que se entiende por genuina democracia.
Llegó la hora de actuar con la máxima energía, porque la derrochadora Convención cuenta con presupuesto para hacer publicidad al Apruebo en todos los medios, partiendo por la maquinaria del Gobierno, para el cual el resultado es de vida o muerte, y dispone del periodismo inmoralmente comprometido que aprovecha las cámaras para hacer un impresentable campaña en contra del Rechazo.
Su mesa directiva recorre el país para pintar de verde lo que es rojo.
Llegó el momento de sacrificar tiempos y reposos a cambio de empujar una causa tan noble como son las libertades personales y el derecho a propiedad, entre muchos otros violados por los odiosos convencionales. Es la hora de Chile en su conjunto, de su integridad territorial, de su soberanía y de su gente que ama al país de corazón y no quiere verlo parcelado ni refundado.
Llegó la hora de recorrer Chile para convencer a toda la comunidad del trágico mal que la acecha y de estimular, con el don de la palabra didáctica y explicativa, porqué el 4 de septiembre, sí o sí, hay que concurrir a las urnas y marcar, con fe y patriotismo, la opción Rechazo.