LA SUBVERSIÓN EN PRIMERA FILA

VOXPRESS.CL.- Se encuentra listo, ampliado y con olor a pintura fresca, el remozado Salón de Honor del Congreso Nacional en Santiago, un histórico escenario de la vida republicana del país. Si sus paredes hablasen, revelarían millares de historias y notables improvisaciones de los tiempos en que los parlamentarios eran escogidos de entre sectores preparados de nuestra sociedad. Entre las vivencias que guarda en su memoria dicho hemiciclo, no son fáciles de encontrar las bufonadas, las ignorancias, las vergüenzas y la superficialidad generalizada que imperan en el Legislativo por estos días.
Será dicho lugar el que acoja para sus reuniones a los flamantes Convencionales Constituyentes que tendrán, se supone, el honor de pasar a la historia por ser los redactores de una nueva Constitución, una instancia, que, también se supone, está sujeta a las leyes, a la institucionalidad y a los articulados del (funesto) Acuerdo de Paz, que le dieron vida, tras la claudicación presidencial el 15 de noviembre de 2019, menos de un mes después del Golpe extremista.
La ciudadanía tiene presente que aprobó una nueva Constitución en un plebiscito -25/10/20- libremente informado y votado.
La población, igualmente, está al tanto de que hubo un sector, controlado por el PC y el Frente Amplio, que rehusó adherir a ese Acuerdo, porque su opción seguía siendo sacar por la fuerza al Presidente. Descomunal contradicción, pues esos mismos enemigos de la institucionalidad y de las elecciones libres, concurrieron, luego, masivamente a las urnas para imponer a través del voto sus oscuros objetivos.
Cuesta creerlo, pero no entenderlo, que frente a un proceso constituyente plenamente democrático del cual -está claro- hipócritamente participaron, estos subversivos, ahora, lo desconozcan, lo descalifiquen y anticipadamente anuncien que no respetarán sus reglas. Para que quede meridianamente en claro, son los mismos del 18/O, quienes con su vandalismo casi arrasaron con el país.
Una declaración firmada por 34 de esta estirpe de convencionales, reza que “no puede ser limitado a la redacción de una nueva Constitución bajo reglas inamovibles, sino que debe ser expresivo de la voluntad popular, reafirmando su carácter constituyente sostenido en la amplia deliberación popular y la movilización social dentro y fuera de la Convención".
El texto fue suscrito por representantes de la Lista del Pueblo y por electos para los escaños reservados para pueblos originarios, cuyo registro específico de votantes por etnias, tuvo una abstención que rondó el 70%.
Este grupo de activistas del extremismo, y que seguramente ampliarán su representación una vez reunida la Convención, aprovecharon de adelantar su particular estrategia: "nos convocamos a hacer efectiva la soberanía popular de la Constituyente, expresada tanto en el reglamento como en las normativas que debe darse, sin subordinarnos a un Acuerdo por la Paz que nunca suscribieron los pueblos. Lo afirmamos también respecto de toda la institucionalidad de nuestro país, que habrá de someterse, al fin, a la deliberación popular". En términos simples, se refieren al sometimiento totalitario.
Así se desenvuelve, y libremente, el extremismo de izquierda en el seno de la democracia: anuncia violencia interna, en el marco de los debates de la Convención, y también notifica a la ciudadanía que, en refuerzo de sus intransigencias, se harán acompañar de la violencia callejera.
Más que atropellador, es catastrófico que una, aunque no deseada, instancia de debate libre, antes de que se inicie ya sea violada por tan tétricas maniobras de los subversivos, hoy instalados en primera fila de un proceso del cual renegaron, precisamente por su condición democrática.