LA “MODERNIZACIÓN”

VOXPRESS.CL.-Ésta, el Presidente tendrá que anotársela como una derrota personal, y con un sentimiento tan especial como cuando debió pedirle a su primo Andrés Chadwick que se fuera del Ministerio del Interior. En esta oportunidad tuvo que despachar a otra persona de su total confianza y con la cual, tiempo atrás, trabó lazos de amistad: Mario Rozas.
El destino quiso que uno – el ex ministro- tuviera que marcharse por la muerte del comunero comunista Camilo Catrillanca, y el segundo llegó a la Dirección General de Carabineros, luego de una purga de oficiales superiores, encabezados por su antecesor Hermes Soto, por la misma causa.
Rozas se hallaba en un cargo administrativo –como casi toda su carrera-, cuando el Presidente se acordó de que fue su edecán en su primer Gobierno. Sin haber tenido mandos policiales en su trayectoria, llegó, así, al primer puesto institucional, con el consiguiente desagrado del personal que lo conocía muy bien, tanto de la oficialidad como del cuadro permanente.
Reconociendo que debió ejercer el mando –o supuesto mando- durante uno de los períodos más violentos de la historia política moderna, siempre salió indemne del clima belicoso, hasta que dos jóvenes delincuentes dependientes del SENAME fueron baleados por un funcionario, en Talcahuano. Previo a ello Rozas había sobrevivido a la asombrosa y arbitraria intrusión de la Contraloría, la que descabezó por su cuenta al generalato institucional “por su abusiva forma de contener” el Golpe extremista del 18/O, sin embargo a él no lo tocó ni mencionó, siendo que como Director General es responsable de las acciones de todos sus subalternos.
Verdadero artista del equilibrio, Rozas se guareció, siempre, bajo el techo presidencial para pasar las tormentas, ello hasta que a un carabinero se le ocurrió disparar. Para mala suerte suya, el episodio ocurrió justo en medio de las negociaciones impulsadas por el Presidente para transar, una vez más, un proyecto protector de uno de sus preciados tesoros, las AFP’s. Desde el Senado lo condicionaron en el acto: “conversamos, pero con Rozas fuera de su cargo”: a los minutos, el general fue invitado a renunciar.
Habituado, ya, a entregar sumisamente botines para salvar sus intereses personales, en un cambio flash de mando, el Presidente designó en la Dirección General a Ricardo Yáñez Reveco, quien no fue edecán previamente, como Bruno Villalobos de Bachelet y Rozas, de Piñera, pero es conocido al interior de la institución como totalmente jugado por la izquierda y con una familia completa radicalizada por esta orientación.
Esto es, no sólo el Presidente se vio obligado a entregar la cabeza de otro muy cercano a él, sino, además, no chequeó los ‘antecedentes’ del entonces Subdirector General y al cual no dudó en promoverlo a la titularidad.
El Mandatario, como es habitual en él, acomodó otro de sus muchos desaciertos políticos, anunciando que lo sucedido “hace más urgente una profunda modernización de Carabineros”, dando instrucciones que lo sitúan cada vez más al lado opuesto de la orientación para la cual fue electo por su, ahora, ex sector político.
A las horas, ordenó a su ministro de Justicia que se querellara criminalmente contra el carabinero autor de los disparos, envió al titular del Interior a Talcahuano a visitar a “los niños baleados” y a la Directora del SENAME, a reunirse con los padres de quienes estaban recluidos en ese Hogar de Menores y que emboscaron a los policías en bicicleta cuando llegaron al lugar. Quien los alertó fue el SAMU, el cual, por reglamento, debe darles aviso al concurrir a sitios de alto riesgo: ese recinto había sido tomado a la fuerza por los muchachos. Esta vez fueron avisados de un “joven en completo estado de descontrol” (“descompensado”, según el relamido lenguaje institucional).
El episodio estuvo matizado de hechos violentos protagonizados por otros residentes, habiéndose iniciado una investigación judicial, pero antes de que ésta tuviese lugar, ya el Presidente resolvió querellarse contra el funcionario, sin esperar las versiones y testimonios de lo ocurrido y, menos, una investigación encargada al propio SENAME.
Como es habitual en el Presidente no asumir responsabilidades, volvió a apuntar, como lo ha hecho reiteradamente, a la urgente necesidad de una modernización institucional, la cual, como todos saben, plantea esencialmente el respeto a los derechos humanos de parte del personal, una formación ética, observar distancia en las manifestaciones, utilizar menos balines de goma y no apuntar éstos hacia el rostro de los revoltosos. Ni aquí ni en ninguna parte del mundo ello se puede considerar “modernización”, menos si, por primera vez, con el general Yáñez, hubo presencia de un carabinero en las comisiones abocadas al tema. ¡Por primera vez!
Según los estudiosos, la modernización se trata de un proceso de tecnificación, cuyo fin es llegar a la modernidad, y se refiere a una transición progresiva, desde una instancia "tradicional" a otra "moderna". Es un tránsito, y no de la noche a la mañana, que contribuyen al progreso y al desarrollo de las instituciones mediante una evolución interna, gracias al aporte de nuevas tecnologías.
El ministro del Interior, al día siguiente de asumir, expresó su sorpresa por la no existencia, en Carabineros, de los mecanismos de Inteligencia que le permitan neutralizar el germen de la subversión y del terrorismo, antes de que sus acciones se concreten. Llega a resultar contraproducente observar que la inquietud del Mandatario recae exclusivamente sobre Carabineros y no en exterminar el extremismo y la delincuencia, los que están llevando al país hacia el abismo, para lo cual, él contribuye a que caiga.