LA MESA DEL DIABLO

VOXPRESS.CL.- Si los políticos, que se las dan de macucos y muñequeros, fueran fieles a sus convicciones y leales con sus votantes, no serían presa, tan fácil, del enemigo, como ha ocurrido, y ocurre, con algunos que mal calculan sacar dividendos personales, contraviniendo las posturas oficiales de sus partidos.
El Gobierno posee todas las herramientas constitucionales para combatir frontal y contundentemente el incontrolado dominio del narcoterrorismo y la delincuencia, de modo tal que hace meses debió actuar en el campo mismo de los malhechores y extinguirlos. El inventar una Mesa de Seguridad Ciudadana, “políticamente transversal”, es una excusa porque, al tratarse de sus propias fuerzas, no puede atacarlas, y el abarcar a la oposición en su maniobra es tener a la mano a quien atribuirle el terrible escenario de inseguridad.
Torpemente, Chile Vamos alcanzó a sentarse en esa mesa del diablo, pero a raíz de los indultos, que fueron un respaldo y una adhesión del Presidente a la delincuencia más extrema, resolvió retirarse de ella. No obstante, en RN hay algunos que, ingenuamente, “se sacrifican por Chile” (?) y persisten en su colaboracionismo, creyendo que es una buena idea ocupar el espacio dejado por la ex DC tradicional, hoy acoplada al socialismo.
Un sociólogo PPD que las oficia de vocero informal del Gobierno, y ex funcionario de la Fundación de Michelle Bachelet, afirmó que “en política siempre se le deja abierta una puerta al enemigo”, una óptica absolutamente absurda y errada que se puede ejemplificar con la misma izquierda: cuando sale de caza, conquista y devora sin escapatorias.
La catastrófica realidad actual del país no resiste medias tintas de quienes dicen ser opositores a un régimen tan prepotente, arbitrario y precario. Ser colaboracionista con un gobernante que tiene un 75% de repudio popular y que, en medio de tan gigantesca aversión popular, se da el lujo de indultar a 13 peligrosos delincuentes, le resulta contradictorio e incomprensible a una ciudadanía que suplica por soluciones duras y firmes ahora mismo.
La izquierda suele jactarse de que “hay que actuar de cara a la ciudadanía, por lo que las leyes se debaten en el Parlamento”. El presidente de RN, senador Francisco Chahuán, le recordó a La Moneda que le ponga extrema urgencia a las que ya están en el Congreso sobre seguridad.
Hay opositores que continúan prestándose para esta mal intencionada estrategia del Gobierno, y otros amarillentos, como el Gobernador Metropolitano, Claudio Orrego, critican duramente a quienes se restan de juntar sus codos con los de la hipócrita extrema izquierda.
En octubre del año pasado, el Presidente proclamó que “perseguiremos a los delincuentes como perros”, y su ministra del Interior, Carolina Tohá, declaró en noviembre que “se halla listo el programa que planifica la protección a la seguridad ciudadana”.
¿Dónde están los perros cazadores de hampones y el cronograma anti delincuencia? Otras más de tantas mentiras.
En solo diez meses, en un 50%, aumentó el número de delitos; los secuestros crecieron casi en un 70% y sólo en enero, en 18 días hubo 18 homicidios. Las policías civil y uniformada coincidieron en que un 70% de las bandas organizadas están compuestas por venezolanos en situación de ilegales, inmigración que fue impulsada y defendida por la izquierda cuando era oposición, dada su fidelidad a los derechos humanos de los delincuentes.
De los últimos 50 mil extranjeros que ingresaron clandestinamente al territorio nacional, sólo ha habido… ¡25 expulsiones!
La oposición, en su momento, participó en el Acuerdo de Paz que no trajo paz, sino más violencia, la destrucción del país y el odioso intento totalitario de la Convención, repudiado por 8 millones de compatriotas; luego, sin que nadie se lo pidiera, un grupo de opositores se embarcó por su cuenta en el Acuerdo por Chile, el cual, de concluir con éxito, terminará con el impugnado Presidente firmando una nueva Constitución; y, ahora, duda, entra y sale, de un Acuerdo por la Seguridad que es una trampa gubernamental para tener a quienes culpar de su imposibilidad de garantizar la paz y tranquilidad de la ciudadanía.
Muy atemorizada, la gente no quiere debate sobre su falta de seguridad, sino soluciones inmediatas y duras para extinguir de una a la delincuencia.
La ministra vocera Camila Vallejo, oficial y formalmente informó que el Gobierno tiene tres pilares para enfrentar al narcoterrorismo y la delincuencia: un 4.4 de aumento en el presupuesto general de la nación ($ 3.200 millones)”, la creación de un ‘observatorio del crimen’ -con más funcionarios en la administración pública- y “desarmar” a los portadores de armas ilegales. No especificó acaso se las pedirán mediante correo…
Es labor de cualquiera gestión gubernamental la dictación de leyes, en este caso aumentar las penas para delitos de alta connotación, pero la extrema gravedad del día a día obliga a afrontarlos no con normas a corto, mediano o largo plazo, sino con acciones directas, prácticas y de eliminación efectiva.
La Constitución instruye y ordena al Gobierno mantener la paz de la ciudadanía y el orden público, y consigna los mecanismos para hacerlo, pero resulta que La Moneda no quiere regirse por las ordenanzas institucionales. Peor aún, proyecta la utilización acotada de las Fuerzas Armadas, recordándoles que “deben someterse a la autoridad civil”. En todo el orbe, los militares son formados para atacar y ¡a tiros!, y no para aprehender a malhechores, esposarlos y entregárselos a la Justicia con el mayor cuidado. Millonaria es su formación y mantención, financiada por todos los chilenos, como para reducirlas, insolentemente, a tareas impropias.
La sensación de inseguridad ciudadana se halla tan desmadrada que 7 de cada 10 consultados se han visto, involuntariamente, insertos en episodios de violencia pública. En la última encuesta CEP consta que se disparó el número de personas que preferiría sacrificar cuotas de democracia a cambio de una autoridad que les garantice tranquilidad.
Lo que la gente pide es que las balas se respondan con balas y no con Mesas de trabajo para, recién, abrochar algún plan a mediano y largo plazo. En los incendios, los voluntarios no debaten cómo apagarlos, sino los neutralizan en el acto, y con la mayor premura.
El real interés de La Moneda es dejar pasar el tiempo, porque, en rigor, no puede atacar a sus aliados, por malos que sean. Qué mejores pruebas de ello fueron el indulto a 13 peligrosos delincuentes y la solicitud, no escuchada aún, del PC y del Frente Amplio al Presidente para que continúe liberando a terroristas. Ellos son su base electoral y no se les puede atacar, menos extinguir. Sentarse a conversar a una Mesa inconducente y engañosa, hasta podría constituir un acto de traición a la democracia.
Más que nunca, hoy se debe traer a la memoria colectiva dos grandes frases que hacen precisa alusión al rol presidencial: la de Austin O’Malley en cuanto a que “el diablo no tiene miedo de sentarse en un altar”, y la de Elizabeth Barret respecto a que “el diablo es más perverso cuando más se le respeta”.