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LA HORA DEL ARREPENTIMIENTO


VOX¨RESS.CL.- Los cientistas políticos suelen aparecer como hormigas para las elecciones, y se arrogan el derecho de la razón para pronosticar y, consecuencialmente, justificar sus vaticinios. Para estos subjetivos analistas, las encuestas resultan bastones que los conducen por el camino de las tinieblas cuando carecen de luz para ver la realidad tal cual es.


Así como antes de las primarias proclamaron que los favoritos de uno y otro bando eran Daniel Jadue y Joaquín Lavín, concluido el acto electoral trataron de recuperar su olfato, argumentando que “lo ocurrido fue una derrota de los partidos; la gente demostró que no quiere nada con ellos”, en referencia obvia a las nítidas victorias del transversal extremista Gabriel Boric y del centrista independiente Sebastián Sichel.


El desempeño de ambos respecto a su filiación partidista no resultó determinante, porque Sichel y Boris traspasaban, y traspasan, los deslindes de sus colectividades patrocinadoras.

A Chile Vamos le costó meses aceptar en su seno la candidatura independiente de Sichel, y ello porque la disciplina partidista se enfrentó a sus propios dirigentes y militantes, más en RN y EVOPOLI que en la UDI, los que estuvieron siempre conscientes de las limitaciones, algunas groseras, de sus cartas internas.


La UDI fue el más cándido, al no detectar la intervención en las encuestas de parte del comunismo para desorientar y despistar al adversario: desechó a Evelyn Matthei por considerar que “Lavín es el único capaz de competir con Jadue”, pisoteando las razonables dudas de su gente en cuanto a la incongruencia de un candidato que prometió no gobernar con la derecha, que hizo suyo el discurso de la izquierda y que se definió socialdemócrata. Pese a su forzada ‘conversión’ de última hora, el ex alcalde profundizó más su escasa chance, al poner delante de cualquier proyecto sus inamovibles visiones como miembro numerario del Opus Dei.


Fuerte fue la lección que recibió la UDI de parte del electorado, el cual le transmitió que aún está muy lejos de la sintonía con las nuevas generaciones de centroderecha.

Por su parte, RN activó la llave de su propio horno, al rendirse -y de esto hace tiempo- a las ambiciones desmedidas de Mario Desbordes, su ex secretario general y presiente y, luego, diputado y precandidato presidencial. Nunca fue un representante genuino del partido y ello lo ratificó el hecho de que en la víspera de la primaria, sus militantes no lo eligieran como titular de su colectividad, escogiendo a uno de sus más tercos adversarios, el senador Francisco Chahuán. Aunque no hay registros, se calcula que fue RN el partido que más votos de sus militantes y adherentes le aportó a Sichel.


En una jugada que nunca alguien entendió, EVOPOLI eligió como candidato a un ícono del desacreditado Gobierno actual: Ignacio Briones. Aunque se las quiso dar de liberal y progresista, muy pocos le creyeron, hallándose aún frescos los recuerdos de su pasado como ministro de Hacienda. En los peores momentos de la pandemia y de la crisis social y económica, se opuso, y se opone, al retiro desde las AFP’s, y anunció que “el virus se irá en tres meses, por lo cual la recuperación será, también, muy rápida”…


En cuanto al PC y su candidato Daniel Jadue, la colectividad actuó como siempre lo hace, y lo ha hecho, en el mundo: con férrea disciplina y con una verticalidad de mando inviolable. El que no ganase no hay que cargarlo a la colectividad, sino al propio candidato, quien se encargó, a título personal, de espantar a eventuales adherentes con sus mensajes de un totalitarismo a toda vela y por generar muchas interrogantes respecto a su dominio de la realidad. Por su dimensión lograda como alcalde de Recoleta, a todas luces pareció la mejor opción, de la izquierda, pero al interactuar como un ‘comunista moderno’, hipotecó gran parte de su opción.


En el caso de Gabriel Boric, él no fue votado sólo por su montonera del Frente Amplio. Si un mérito personal tiene, es que pudo superar el rechazo que entre su gente produjo el haber sido el único del extremismo en firmar el falsario Acuerdo de Paz para salvar al Presidente. Tuvo la habilidad de revertir dicho revés, al punto que se ganó el apoyo de todos los anarquistas, violentistas y revolucionarios del 18/O, de cualquier tipo y pelaje, los mismos que hoy dominan la Convención Constituyente. Su partidito, Convergencia Social, fue lo de menos.


Queda claro, entonces, que la orientación de los electores no fue una censura a los partidos ni corresponde a una alineación. Incluso, Jadue obtuvo más votos que el clientelismo habitual del PC. Hay responsabilidades de los partidos por su mal ojo, pero lo relevante es la percepción bien distinguible de los electores acerca de sus candidatos.


Guste o no, los partidos políticos son necesarios para toda institucionalidad; el punto de inflexión es la gran capacidad de errar de sus dirigentes y, lo que es peor, la carencia de militantes atractivos y de interés para la ciudadanía.

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