LA HISTORIA TERGIVERSADA

VOXPRESS.CL.- “No he fracasado; lo que pasa es que siempre encuentro soluciones que no funcionan”. Esto lo dijo Thomas Alva Edison por allá por 1880, pero es genialmente aplicable a lo que hace y dice el Presidente Gabriel Boric. En horas, completará sus interminables 12 meses de nula gestión, con una reprobación ciudadana de 67%, la más alta respecto a los Mandatarios de izquierda que lo precedieron: batió el record de Bachelet, con un 66%, el 2016.
Como nada le ha resultado al Presidente, dada su ineptitud e incapacidad y las de sus adláteres, optó por tapar el sol con un dedo y convertirá este 2023 en un festival de los derechos humanos, al conmemorarse, en septiembre, los 50 años del derrocamiento de Salvador Allende.
Desde que la centroizquierda se transformó exclusivamente en izquierda, el 2000, la historia del régimen militar fue burdamente tergiversada y manipulada, hasta reducirla a un puñado de torturados y desaparecidos.
Los escolares desconocen, al igual que las nuevas generaciones, los motivos que indujeron la intervención de las Fuerzas Armadas; ignoran qué fue y qué hizo la Unidad Popular para motivar a que la expulsaran del poder. Al país, la izquierda le cuenta apenas una parte de la historia, sólo aquella de conveniencia y aprovechamiento político.
El Gobierno se alista para poner en escena el más masivo, grotesco y arbitrario carnaval de los derechos humanos. A esta festividad adherirán altos funcionarios de la ONU; Presidentes ‘democráticos’ de países afines; ONG’s, Fundaciones internacionales y un sinfín de personajes y personajillos de lo más granado del progresismo, con una seguidilla de actos conmemorativos, documentales, conversatorios, encuentros y desfiles memoriales de los “mártires” de la causa.
Esta ‘fiesta nacional’ tapa fracasos, parte de una falacia que surgió en 1990: “por primera vez en Chile se interrumpió la convivencia democrática”. Ello no es así, porque el país, ya independiente y maduro, vivió episodios traumatizantes en esta materia, como una Guerra Civil, el cierre forzado del Congreso Nacional, la proclamación de la República Socialista, el ‘Ariostazo’ y la expulsión, incruenta, de los Presidentes Alessandri Palma y Esteban Montero.
En una artimaña calculada, la izquierda eliminó de libros y de su propia memoria el por qué se produjo el ‘once’: fue consecuencia de un gigantesco sentir ciudadano de rechazo a un Gobierno abusivo, arbitrario y violador de la Constitución. Las falacias como éstas, según la literatura al respecto, “son argumentos incorrectos y engañosos. Algunas se cometen con la intención de persuadir o manipular a los demás”. Prueba de ello es que se ignora, adrede, que la tarde del 11 de septiembre de 1973, el 80% de las viviendas del país fueron embanderadas, tras oficializarse la caída del régimen totalitario de la Unidad Popular.
Ello lo refuerza el siguiente concepto: “el revisionismo con intencionalidad ideológica es la manipulación de los hechos con finalidad política; es una reinterpretación de la historia”. Por razones etarias, cada vez son menos los que saben que el entonces ex Presidente Frei Montalva justificó ante la comunidad internacional la “ineludible y necesaria” intervención militar.
Durante la Unidad Popular se violó de modo flagrante la Constitución, al punto que la Cámara de Diputados, por votación, declaró “inconstitucional” al Gobierno. Abundaron las apropiaciones ilícitas de propiedades y capitales ajenos; se obligó a marcharse a empresas extranjeras; se privilegió el alimento a quienes tenían tarjetas de racionamiento; nadie podía viajar al exterior con billetes o cheques dólares; la poca carne disponible era exclusivo derecho de funcionarios gubernamentales; las ‘tomas’ de predios agrícolas incluían la prisión de sus propietarios en sus casas, y para acceder a los pocos supermercados, la prioridad la tenían pobladores trasladados en camiones que se llevaban la escasas mercaderías a la vista en las góndolas.
En tanto, en las calles, las cuadrillas de “defensores del pueblo” imponían su autoridad mediante los linchacos (arma ofensiva formada por dos mangos unidos por una cadena). Las industrias del entorno capitalino fueron “desprivatizadas” a la fuerza para formar cordones “defensores del pueblo”: dejaron de producir para convertirlas en centros de acopio de armas y de entrenamiento “para la resistencia”. Desde las textiles expropiadas del sector San Joaquín se enviaban metralletas a grupos de Montoneros argentinos, ingresados ilegalmente, que aguardaban en las montañas del Cajón del Maipo.
Por esos días, y sólo en Santiago, se calculó en 4 mil el número de paramilitares y agentes cubanos. Uno de ellos, Luis Fernández Oña, director nacional de Inteligencia de Fidel Castro y encargado de la embajada en Santiago, es el padre de la actual ministra de Defensa, Maya Fernández. La dirección del MIR no tuvo lazos con La Moneda, si no recibía órdenes directas desde La Habana, porque el tirano isleño consideraba que Allende “no era lo suficientemente radical y extremista como lo requiere una revolución”.
El bohemio Mandatario suicidado proclamó “no ser el Presidente de todos los chilenos” y que “quirúrgicamente llevaré al país hacia el socialismo”, y prometió que “si el pueblo quiere armas, ¡armas tendrá el pueblo!”. Las tuvo y las utilizó desde los edificios que circundan a La Moneda y en los cordones industriales durante la cruenta jornada del ‘once’.
Dos hechos cruciales incentivaron la intervención militar: la infiltración marxista de las Fuerzas Armadas y la ‘compra’ presidencial de los tres Comandantes en Jefe, al incorporarlos al gabinete ministerial con la intención de neutralizar al mundo castrense. Fue su última y gran equivocación.