LA FRANJA INÉDITA

VOXPRESS.CL.- En un noticiero nocturno de la televisión local, un reportero se topó en la vía pública con un trío de muchachones sin mascarillas. Se les acercó y les preguntó acaso desconocían la crítica situación sanitaria del país, a raíz de la potente expansión del coronavirus. Le respondieron: “hermano, infórmese bien: lo que aquí hay es una campaña política, porque esta cuestión no se trata de un virus, sino de una bacteria…y no se le ha combatido como corresponde. Para las bacterias, la mascarilla no sirve”.
Podrá decirse que tan indescriptible nivel de imbecilidad no es patrimonio de todos los chilenos y que, siempre, es malo generalizar. Pero si se ubican en una misma balanza la estupidez masiva de quienes desafían a la peste y les resulta indiferente contagiar a los demás con quienes, cuales actores, invaden los hogares a través de la Franja Electoral, la conclusión es tan reveladora como contraproducente.
La Franja es un espacio gratuito obligatorio para los canales de TV, con la finalidad de oficializar mentiras, ataques, promesas falsas y hasta amenazas de muerte con las que se satiriza. En 15 días de transmisión, la propaganda recibió casi 180 denuncias ante el Tribunal Constitucional.
Desde que ellas cobraron vida para el plebiscito de 1988, este tipo de farándula electoral no había vuelto a concentrar el interés de los ciudadanos: como nunca, el rating, en esta oportunidad, ha superado los 33 puntos, muchos más que la mayoría de los programas de entretención. Más que fruto de una natural curiosidad, ese promedio es fiel reflejo de la polarización ciudadana: su propia certificación de los extremos. La Franja del CNTV ha terminado legalizando oficialmente el terrorismo subversivo, al darle tiempo y espacio, al igual que colectividades institucionalizadas, y ello es motivo de novedad y atención para sus adherentes.
Las Franjas, y ello está determinado por especialistas e investigadores comunicacionales, sólo tienen incidencia en las conductas de los indecisos acerca de algún candidato. Sin embargo, como nunca para esta oportunidad, hace rato que los dados están echados, porque la polarización del país ha reforzado las conclusiones de cada cual respecto a cómo deberá votar, por qué y por quién.
Con este escenario, la Franja ha servido exclusivamente para, de un lado, mantener encendidos los fuegos, y, del otro, afianzar la desconfianza en quienes las ofician de políticos, porque de entre todos los participantes no hay un solo mensaje de peso y preciso, que aclare a la ciudadanía qué es realmente una Constitución.
Algo de inédito hay que reconocerle: por primera vez participan delincuentes en ella. Sí, protagonistas directos del vandalismo/terrorista urbano que destruyó el Metro, incendió, saqueó, derribó monumentos históricos y hasta la fecha sigue ‘demoliendo’ semanalmente el centro de la capital. Tratando de pasar por víctimas, se definen como “trabajadores” (?) que, después de “nuestras labores protestamos”: el ex diputado comunista Hugo Gutiérrez los defiende, asegurando que se trata de “luchadores sociales”…Muchos de ellos, por la gravedad de sus delitos, se hallan en prisión preventiva por decisión de la Justicia.
Esta engañosa y agobiante propaganda electoral no es más de lo que se ha escuchado por años, esto es, una ratificación del discurso ramplón que, históricamente, ofrece pero no cumple. Frases como “un país sin contaminación”, “agua para todos”, “ningún chileno sin vivienda”, “salud sin discriminación”, en nada se diferencian de elecciones anteriores. Siempre han sido políticas públicas que no tienen por qué quedar plasmadas en una Carta Fundamental, la que, bien hecha, podría constar de una veintena de artículos y punto. La de Estados Unidos consta de 19.
Impulsado por la ferocidad y verborrea de los movimientos libertinos feministas, la Franja está colmada de alusiones a la Igualdad y a la Inclusión, pero sus candidat@s vocer@s parten afirmando lo contrario, al referirse a “todas” y “todos”, lo que, espontánea y naturalmente, implica una división. Por largo tiempo, cientistas de todo el mundo se han dedicado a demostrar que nadie, absolutamente nadie, es igual a otro, no existen dos capacidades y competencias idénticas, y con mayor razón si se trata de mujeres y varones.
La expresión correcta, y a la que nadie se refiere, es EQUIDAD, así en mayúsculas, que es darle a cada cual lo que le corresponde.
A su vez, la manoseada inclusión corresponde a la OPORTUNIDAD, también en mayúsculas. Ésta, a toda persona debe dársele: si la aprovecha, esa única y muchas otras, espectacular para su presente y futuro, y si la desecha o la deja pasar, qué pena: es su responsabilidad y no puede culpar a otro.
Una Constitución se remite a garantiza derechos generales, como los de la libertad individual, de movimiento, de expresión, de vida en paz, y obliga al Estado a proteger a su población, lo que, a propósito, es lo que no está aconteciendo. También en una Carta Fundamental se garantizan los derechos a la libertad de culto, de educación, de privacidad y de posesión de bienes.
Esta Franja es mentirosa porque bien se conoce a quienes aspiran a poner fin al derecho de propiedad y del libre mercado, pero no lo expresan ni lo ventilan por la típica estrategia socialista de “no atemorizar”.
De acuerdo al ‘contenido’ de esta Franja, todo está malo y es necesario construir, “entre todos”, un nuevo Chile, como si se tratase de una gigante pieza de puzle por armar. Esto es un eufemismo, porque construir un “Chile nuevo” no es más que hacerlo equitativo, que todos, absolutamente, tengan acceso a lo que se merecen por su trabajo, y para ello más que un texto en una Constitución se requiere de una conducta humana y justa de los poderes económicos, del tamaño y de la condición que sea. La mejor linterna para entenderlo es que la descomunal crisis por las malas jubilaciones es fruto de salarios de miseria.
Algunos interpretan como “nuevo Chile” el que el Estado tenga el derecho a que “los ricos” con viviendas con habitaciones de más, acojan, y a la fuerza, a quienes no la poseen.
Este atentado al derecho de propiedad, es propiciado, y no sólo por un partido, para afectar no sólo a quienes denominan “millonarios”, sino al centenar de miles de propietarios que se han ganado sus viviendas con el sudor por sus trabajos. Por lo mismo, deben estar atentos para no votar por estos predicadores del despojo.
La epidemia del virus exportado por China comunista, así como su infinidad de mutaciones, ha demostrado que este ejercicio de votar por una nueva Constitución estuvo siempre demás, porque los millones demandados por la implementación del plebiscito, de una elección de dos días, de la publicidad financiada por el SERVEL y de esta falsaria Franja, se podrían haber invertido en ayudar al combate de la peste y hasta en montar recintos de detención para los millares de estúpidos causantes de este incontrolable rebrote.
Nada de este innecesario derroche de fondos generado por una nueva Constitución hubiese ocurrido si el Presidente no hubiera entrado en pánico con posterioridad al Golpe extremista del 18/O, y al cual, él, describió ante la ONU como “justificables protestas sociales”…