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LA CHILENIDAD EN JAQUE


VOXPRESS.CL.- Podría pensarse que una muestra de mil personas es muy pequeña, como para tomar en serio su resultado. Pero no deja de ser inquietante que la valoración de los símbolos patrios siga cayendo, según la opinión de los consultados en una reciente encuesta.

El muestreo online consideró a mil habitantes de todas las Regiones, y el resultado fue deplorable para dos emblemas patrios, como son el pabellón y el himno nacional. En un sondeo del 2020, ya habían experimentado un brusco descenso en la apreciación popular, y en éste, correspondiente al 2021, descendieron todavía más.


La consulta en línea, realizada previo a Fiestas Patrias, una fecha que, se supone, activa los sentimientos de chilenidad, concluyó que los símbolos nacionales más auténticos y considerados como tal, son las empanadas de horno, las fondas, el asado y la cueca, e incluso fue mencionada la bandera mapuche.


La Parada Militar, que por años fue un signo asociado automáticamente a la chilenidad por conmemorar las Glorias del Ejército, prácticamente desapareció de las preferencias.


En un reportaje realizado con posterioridad a la difusión de la encuesta, una entrevistada manifestó que “hay que esperar a lo que resuelva la Convención Constitucional para determinar los nuevos valores patrios”…


Viene al caso recordar que para la inauguración de dicha Convención, hubo delegados que mientras se interpretaba el himno nacional, ellos se dedicaron a abuchear y silbar en señal de rechazo. Esta tendencia de distanciamiento de cierta gente con los símbolos patrios, no es nueva ni tiene un vínculo directo con la revuelta del 18/O, sino fue observable a partir del régimen militar y, por ende, tiene componentes eminentemente políticas. Una parte de la población, adoctrinada e ideologizada, encadena los signos patrios enarbolados orgullosamente después de la Independencia en 1818, exclusivamente con el ámbito castrense. La valoración de la chilenidad es un concepto global y transversal, íntimamente vinculado a la historia en su visión general y a la soberanía territorial.


En el primer Gobierno socialista de Bachelet, se ordenó la “exclusión oficial” del lema “por la razón o la fuerza” con que nació el escudo nacional, bajo los pies del cóndor y el huemul. Quien así procedió, con el aplauso de un sector, interpretó, como siempre, incorrectamente una leyenda alusiva exclusivamente a la lucha por la Independencia.


Fundamentalmente, las respuestas dadas a ésta y anteriores encuestas, reflejan dos taras: una, el desconocimiento de lo que es chilenidad, y, dos, la subordinación de cualquier valoración a criterios políticos.


Sabido es que el socialismo internacional no tiene Patria, y su tradicional himno se canta por igual en todos los rincones del mundo donde marca poca, mucha o total presencia. La entonación de su letra revolucionaria ha estado, está y estará siempre por encima de las canciones patrias de cada nación donde tiene presencia. Su solidaridad jamás ha sido con su propio pueblo, al cual usan y del cual abusan, sino sólo con el “pueblo socialista” de otras latitudes.

Por años en las concentraciones políticas, de parte de movimientos afines a las libertades y la democracia, cantaron con fuerza que “las banderas del desfile no son rojas, son de Chile”.


El factor político (de izquierda) ha ido de la mano de otros elementos contrapuestos a la chilenidad, en la medida en que han copado lugares generaciones fuertemente atraídas por influencias extranjeras, totalmente ignorantes de la historia del país y con una creciente indiferencia hacia todo lo que las rodea. Sólo es digna de atención su autovaloración y su individualismo.

La historia de Chile pasó a transformarse en un ramo escolar casi odiado, a raíz de la manía del profesorado de obligar su “aprendizaje” de memoria: el recuerdo de lo que leyeron se esfuma conjuntamente con la prueba rendida. Un alumno reveló desconocer totalmente a José Miguel Carrera, en tanto otro respondió que las naves participantes en el combate de Iquique en 1879 fueron “La Santa María, la Pinta y la Niña”.


La nueva cultura del chileno, ése que hoy marca las pautas, asocia el chilenismo a imágenes propias de la diversión y la gastronomía, porque, así de simple, ignora lo que significan los valores patrios. Son conmovedoras las emocionadas reacciones de quienes portaron la bandera de Chile en los dos Juegos Olímpicos recientes en Tokio, ambas muy conscientes de lo que ello les significó para sus vidas.


Entre $ 40 y $ 100 mil pesos fue el promedio de gastos de los chilenos para divertirse en los tres días de celebraciones de Fiestas Patrias. Se calcula que un 48% de las personas que hicieron este esfuerzo económico para pasarlo bien, recibe el IFE para “alimentar a su hambrienta familia”, consecuencia de los efectos laborales adversos provocados por la pandemia. ¿Qué celebraron?: “la independencia de Chile”, la que se conmemorará el 12 de febrero del próximo año. Así, es imposible pedirle apego a los valores patrios a nadie.

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