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GENEROSIDAD FALLIDA


VOXPRESS.CL.- “La generosidad no consiste en que me des algo que yo necesito más que tú, sino en darme algo que tú necesitas”. Como anillo al dedo viene esta definición de Khalil Gibrán, poeta y novelista libanés, para aludir al gesto del Presidente de la República de donar 20 mil unidades de vacunas anti-covid a los Gobiernos de Ecuador y Paraguay, respectivamente. La controvertida decisión del Mandatario se le pasó a la siempre lista oposición y fue moderadamente valorado por el oficialismo, pese a que tuvo los ingredientes para haber generado la más perfecta tormenta política, aunque en un vaso de agua.


Si, honestamente, la decisión presidencial fue impulsada por su generosidad con dos países encrucijados por la falta de elementos para combatir la epidemia, la cantidad de dosis enviadas desde Santiago es una cifra irrisoria respecto a la magnitud de la enorme crisis sanitaria en ambas naciones. El argumento para decidir el despacho fue que estaba destinado a los funcionarios de la Salud de dichos países, pero como son necesarias dos inoculaciones, los beneficiados serán apenas 10 mil en cada uno de ellos, un número muy menor respecto a sus urgentes requerimientos.


Por muy reducido que haya sido el embarque respecto a las carencias de insumos en Ecuador y Paraguay, esas unidades eran indispensables en nuestro propio país, justo en momentos en que Salud advertía de un fuerte incremento de los contagios “por el retorno masivo de las vacaciones” y “porque el 60% de las camas ocupadas por contagiados en los hospitales corresponde a menores de 40 años”.


Que la generosidad debía empezar por casa era una obviedad, dada la emergencia que se está viviendo, agravada por las alteraciones en la agenda del calendario etáreo de vacunaciones, el cual ha ido postergando a personas no consideradas adultos mayores, esto es, las coincidentes con quienes están colmando los centros asistenciales.


La población, informada, sabe que la vacuna aminora el riesgo de contagio, razón por la cual en la larga escala de quienes esperan ser inoculados cunde la urgencia de que les corresponda su turno, y esas 40 mil dosis que se fueron, habrían contribuido a aliviar ese clamor.


El ministro de Salud, periódicamente se encarga de aclarar que “hay vacunas suficientes”, pero especifica que, “si Dios lo quiere”, la inoculación a toda la población mayor de 16 años “se podría concluir en junio”. Es decir, el número de habitantes en riesgo de contraer el virus es permanente y no se puede desperdiciar dosis alguna, a la espera de que continúen llegando nuevos embarques.


Lo ocurrido, más que a generosidad, huele a un intento presidencial de recuperar su crédito internacional, totalmente derrumbado por el ‘octubrazo’, tras el cual perdió todo atisbo de liderazgo y autoridad, al aceptar cogobernar con la izquierda para mantenerse en el sillón de La Moneda.


Todavía están frescas en las memorias de muchos, las imágenes del Presidente en su primer año de gestión (2018), viajando por el mundo, codeándose con líderes de las grandes potencias, haciendo de caudillo medioambientalista y dando vida a una entidad, como PROSUR, que agrupase a todos los mandatarios no socialistas de América del Sur. Fueron meses en que su ego llegó a tope y afianzó su certeza de que, tras abandonar el poder, ocuparía un cargo de relevancia mundial. Su sueño de grandeza parecía que terminaría en realidad, hasta que discurrió la peor idea de su vida: ir a la frontera de Venezuela a gritarle al tirano Nicolás Maduro que abandonase el poder. Lo que vino después es historia conocida: la pasada de cuenta de aquél, fue feroz, al punto que el Golpe extremista lo tuvo, incluso, varios días fuera de La Moneda. Volvió sólo tras entregarse al adversario.


Gracias a la previsión de su ex ministro de Salud –sacado por él a pedido de la izquierda-, involucró a Chile en la investigación mundial para descubrir una vacuna y en la compra anticipada de ésta, con lo cual, llegado el momento, el país pasó a ser líder latinoamericano en cuanto a inoculación masiva y admirado ejemplo para muchos otros países, entre ellos, varios europeos.


El Presidente pasó de un miserable 7% de apoyo a un 24%, y volvió a creer en el milagro de una eventual notoriedad internacional. Llamó a una sin respuesta unidad sanitaria del PROSUR, envío oxígeno de regalo a los hospitales del Perú y estas 40 mil dosis a Ecuador y Paraguay, a la espera de sentidos y muy difundidos agradecimientos por parte de sus respectivos gobernantes: de respuesta recibió un par de tweets. Nada de los honores que imaginó.


Sin duda alguna, el Presidente tiene la posibilidad de mantenerse en la línea de flotación en cuanto a adhesión popular, y ello se lo debe, y se lo va a deber, a dos factores que se le aparecieron de la noche a la mañana en su horizonte, ambos forzados por una peste que nadie en el mundo imaginó. Uno, la vacunación masiva y el otro, la escalada de entrega de bonos de ayuda familiar para atenuar los efectos del desempleo. Pero en cuanto a la fascinante gloria soñada de un reconocimiento internacional, tiene que olvidarse, aunque le signifique un gran dolor hacerlo. Nadie, de allá ni de acá, y de ninguna parte, puede admirar a un personaje que no vaciló en traicionar su programa de Gobierno y que le abrió la puerta a la izquierda para que clavara sus estacas de dominio en el país.


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