UN CAMUFLADO INTERVENCIONISMO

VOXPRESS.CL.- Sin evitar el llanto, Reeme, una libanesa de 14 años, ante las cámaras de TV de todo el país, le imploró a Ángela Merkel que no la expulsara del país en el cual ella residía –en Rostock- por cuatro años, habiendo aprendido perfectamente el idioma alemán. Ganándose las críticas de todos sus compatriotas, la canciller intentó vanamente consolarla, y le explicó que “no puedo evitarlo, porque ya son muchos los inmigrantes que están aquí”.
No deja de causar asombro, que reconociendo el agobio originado por las oleadas de inmigrantes, el embajador de Alemania en Chile haya presidido una ceremonia de entrega de una donación de su Gobierno por $500 millones a una entidad católica para ayudar a inmigrantes haitianos y venezolanos que, sin recursos, se encuentran radicados legal o ilícitamente en nuestro territorio.
Si bien en estos momentos hay 2 millones de inmigrantes en Chile, la población de compatriotas cesantes, y en estados social y económicamente críticos, llega a 3,5 millones.
La entrega de los $500 millones segregados para dos tipos de inmigrantes fue difundida por la revista ‘Soberanía Social’ Perteneciente a la editorial Mayoría Social, esta publicación, en su número fundacional especificó su razón de ser: “seguimos instalados en un movimiento revolucionario liderado por el falso ecologismo, el falso feminismo y el falso humanismo. Hoy se busca subvertir el orden natural creado por Dios, por medio de un desarrollo ideológico que se basa en el continuo estrangulamiento de la sociedad, incurriendo en su atomización, en su anulación, en su coacción y represión, y en el menosprecio de su dignidad y otros derechos naturales”.
El Instituto Católico Chileno de Migración (INCAMI), organismo dependiente de la Conferencia Episcopal de Chile, anunció que la República Federal de Alemania le donó 500.000.000 de pesos chilenos –aproximadamente, 535.000 euros- para “promover la migración” en nuestro país.
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Hace 65 años se creó INCAMI en apoyo de la oleada de refugiados españoles “republicanos” (comunistas) que huían de Francisco Franco. Hoy son miles los migrantes que la entidad asesora en todo el territorio nacional para “la regularización de documentos, capacitación y búsqueda de empleo”.
Para lograr estos objetivos, INCAMI promueve la habilitación de alojamiento y alimentación en hogares de tránsito; asistencia social y psicológica; capacitación laboral y bolsas de trabajo; asesoría jurídica en trámites migratorios; acompañamiento y promoción de comunidades y asociaciones de inmigrantes y redes de solidaridad entre los migrantes y organizaciones sociales vinculadas “al fenómeno de la movilidad de las personas”.
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La gestión de los $500 millones cedidos por el Gobierno alemán estará a cargo de la Fundación Konrad Adenauer (DC), cuyo representante en Chile, Andreas Klein, destacó la alianza con el INCAMI: “es un socio de confianza y desarrolla un trabajo tremendamente importante. La Fundación trabaja con organismos de la sociedad civil, políticos y religiosos en todo el mundo para fortalecer un pensamiento democrático”…
La propuesta de dos senadores (FA y PS) de otorgar ‘visas temporales’ a la espera de “oportunidades de trabajo”, encapsula un intento de legalizar el ingreso de paramilitares extranjeros, ello, independiente de atomizar las prioridades de los cesantes chilenos de hallar un empleo.
El embajador de la República Federal de Alemania, Christian Hellbach, expresó que “en Europa nos ha costado mucho enfrentar la migración en forma digna y humana. Nos damos cuenta de que es un fenómeno que ocurre en todo el mundo y requiere de una respuesta integral con un sistema multilateral, porque son crisis migratorias fronterizas y no las puede abordar cada país por su cuenta”.
Resultan desconcertantes las afirmaciones del diplomático alemán, pues, claramente, se trata de un descarado intervencionismo, suponiendo que los países –en este caso Chile- son incapaces, por su cuenta, de abordar y solucionar sus propios problemas originados por los desplazamientos humanos.
Chile siempre fue ordenado en esta materia, ello hasta el segundo Gobierno socialista de Michelle Bachelet, que cedió, sin condiciones, a una solicitud del entonces Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, generando un inédito e incontrolable tráfico de personas ilegales provenientes de países sudamericanos. Fue este fenómeno, tan inusual como irregular, el que apuró la modernización de una añosa Ley de Inmigración, cuya discusión, se supone, está en su fase final en el Congreso, con el consabido manipuleo de la izquierda.
A cuenta de su propio erario, el Estado se ha visto en la necesidad de financiar múltiples repatriaciones de extranjeros varados en Chile, lo que, curiosamente, no ha hecho el Gobierno de Merkel, el cual se limita a deportar a refugiados, preferentemente africanos y del Medio Oriente.
Ésta, la de ayudar selectivamente a inmigrantes en Chile, es una segunda metida de mano de Alemania en los asuntos internos del país: son conocidas las ONG’s de Cooperación Internacional de esa nacionalidad que entregan recurso a “la causa mapuche”, la que no es tal, pues se trata de una subversión de comuneros comunistas para imponer un dominio ideológico en La Araucanía. Ejemplo, y muy concreto de ello, es el Instituto de Teología y Política (ITP) de Münster, que contribuye al financiamiento de grupos de comunidades radicalizadas que, enmascaradas, realizan atentados en dicha zona.
No se informó, ni tampoco se hará, acerca de las características de inmigrantes que se benefician con esos $500 millones, sólo que serán haitianos y venezolanos.
La operación alemana resulta ser contradictoria a la prédica católica sobre la inmigración: al margen de un intervencionismo inaceptable, es una arbitrariedad y una injusticia para los trabajadores chilenos que la están pasando mal.