LA UNIDAD QUE SE LLEVÓ EL DEMONIO

VOXPRESS.CL.- En su abrupto y alocado retorno a la escena pública, el ex senador y ex ministro Pablo Longueira, desempeñando un discutible rol profético, proclamó que todos los partidos oficialistas tenían que agruparse en uno solo (Partido Popular de Chile, propuso llamarlo), “porque es la única forma de que la centroderecha conserve su permanencia en La Moneda”. Sobra explicar que las reacciones de los líderes de Chile Vamos fueron unánimes en cuanto a lo irreal de dicha propuesta.
Si se toma como referencia el plebiscito, ni el mejor de los ilusos podría afirmar que el conglomerado de Gobierno es un modelo de concordancia, pero se han dado, y se siguen dando, señales que para las elecciones generales de autoridades hay, al menos, un ánimo de entendimiento. Un signo de ello es que en Chile Vamos ahora se habla libremente de José Antonio Kast (Partido Republicano) y no se tiene vetando mencionarlo, como ocurría hasta hace poco.
Hasta el momento –ojalá la situación se mantenga-, no se observa el espíritu competitivo enceguecido, de años anteriores, por abrirse un camino hacia La Moneda. El único elemento obstructivo en esta materia, la supuesta popularidad y consecuencial candidatura de Joaquín Lavín, parece estar lejísima de concretarse, al menos, desde el lado de la centroderecha. Incluso, el Partido Republicano acaba de anunciarle un rival, Gonzalo de la Carrera, un paladín del Rechazo en el plebiscito, para la elección municipal.
Él y todo el espectro político saben que si no es capaz de retener la alcaldía de Las Condes –algo nada fácil-, Lavín tiene que cerrar la puerta a cualquier intención presidencial, en representación de quien sea.
Mientras la centroderecha parece estar “en otra”, ni siquiera metida de cabeza en el plebiscito, en la centroizquierda el escenario es precisamente el reverso: no sólo está comprometida hasta los huesos con el Apruebo, sino, también, se halla en dura lucha interna por las candidaturas presidenciales.
Desde que el 11 de marzo de 2018, la socialista Bachelet le entregó el mando a Chile Vamos, la izquierda en su conjunto, los duros y los moderados, se juramentaron recuperar a la brevedad el poder. Los más extremistas, sin informarles a los otros, estuvieron a punto de lograrlo con la subversión del 18/O: los ex concertacionistas ni siquiera fueron informados de lo resuelto por el Grupo de Puebla en su asamblea en Caracas, presidida por Nicolás Maduro.
Ese hecho marcó el “después” definitivo en el destino de desunión que, desde allí en adelante, prevalece en la oposición, incapaz, a partir de ese minuto, de impedir o, al menos, aplacar, el dominio del frenteamplismo, con el apoyo, aunque a dientes apretados, del comunismo.
Consciente de ello, el PS, seguido por los colgajos del radicalismo radicalizado, trató estérilmente de acoplarse al frenteamplismo, pero nunca encontró un ambiente favorable. El hecho de que el Frente fue quien lideró el potente apoyo legislativo al retiro del 10% desde los ahorros previsionales, lo catapultó, aún más, a su rol de llevar la voz cantante en la izquierda, negándose a cualquier pacto de unidad o de otro tipo con el resto del sector.
Aún no consumado el total fraccionamiento de quienes, alguna vez, sintieron la necesidad de ser aliados, irrumpió el PC con la candidatura de Daniel Jadue, popular alcalde de Recoleta, quien hace poco aseguró que “la izquierda debe llegar con un solo candidato a la primera vuelta, y el mejor posicionado para ello, soy yo”. De paso, para no dejar dudas acerca de las relaciones al interior de la oposición, arrasó con todos los Gobiernos de la (ex) Concertación.
Para reafirmar las permanentes sospechas sobre su veracidad, una encuesta dio a Jadue como amplio favorito de la población, demostrando que en el resto de la izquierda no hay nadie que, siquiera, sea capaz de hacerle sombra. No obstante, a la semana siguiente –sí, siete días después-, la misma empresa consultora presentó el resultado de otra investigación, en que aparece Izkia Siches en un arrasador primer lugar, incluso por encima del “popularísimo” alcalde de Las Condes. No hay que ser suspicaces para concluir que este segundo estudio correspondió a un ‘muñequeo’ del Frente Amplio, que quiere a la presidenta del COLMED como candidata. La ex comunista y ex frenteamplista Pamela Jiles, también recibió menciones, y reconoció su “disponibilidad” para una eventual opción en nombre del Partido Humanista.
Éstas estarían siendo, hasta el momento, las tres cartas más importantes de los ‘duros’ de la izquierda, entre los moderados -ex concertacionistas-, donde hay más fricciones es en el PS, a raíz de la disputa entre Carlos Montes y José Miguel Insulza. Por su cuenta, el presidente del partido, Álvaro Elizalde, proclamó al senador Carlos Montes como candidato, aduciendo que “es un personaje respetado por toda la izquierda”, ante lo cual el vicepresidente (Insulza) presentó su renuncia indeclinable “porque no se me ha dado nunca un rol afín a mi cargo”. En rigor fue una protesta, porque él tiene la misma aspiración y sabe que el 2021 es su última oportunidad, luego de, al menos, dos intentos fallidos.
Frente a este panorama de total fraccionamiento en el bloque opositor, el presidente DC, Fuad Chaín, no sólo anunció su repostulación para la próxima elección interna, sino que su colectividad inició la búsqueda de una carta presidencial, y, sin hacerlo directamente, reconoció que el más interesado es Francisco Huenchumilla, quien sigue apostando a su condición de mapuche para garantizar una buena base de votos.
En el PPD no hay variaciones en los interesados, y ambos, Heraldo Muñoz y Felipe Harboe, han puesto acento en la necesidad de instalar una socialdemocracia, ofreciendo un escenario más templado y menos extremista que sus eventuales adversarios.
La segunda pata de esta cueca de la súper división de la centroizquierda, en realidad será la primera, esto es, las primarias internas. El PC, en todos los tonos, ha anunciado que no irá a una selección abierta de todo el sector, en tanto el frenteamplismo no se ha pronunciado, pero sí o sí, querrá imponer su liderazgo y, para ello, insolencia no le falta. Pareciera ser que, de momento, los ‘moderados’ –conservadores, los denominan en el Frente- tendrán que hacer un saludo a la bandera con una primaria propia.
Esa unidad de la centroizquierda, tan soñada y reclamada por Álvaro Elizalde, se la llevó definitivamente el demonio, el que, por informaciones recientes reveladas por la Contraloría, parece haber hecho nido en San Ramón, la comuna de sus mejores amigos y militantes: su municipalidad contrató a cien delincuentes y narcotraficantes.