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LA ENCRUCIJADA POR EL COVID-18















VOXPRESS.CL.- Se ha dicho y repetido hasta el cansancio que de imponerse el Apruebo en el plebiscito del 25 de octubre, el país quedará expuesto a lo peor, incluso a un futuro más lúgubre que el que le ofreció Salvador Allende, en su momento, con la vía chilena al socialismo.

En la campaña televisiva en fomento de una u otra opción, con una prepotencia sin límites se asegura que “la gente que piensa, está por el Apruebo”, lo que constituye un mensaje insolente y falaz, ya que tal alternativa no es la meta de grandes intelectuales ni brillantes pensadores, sino es un objetivo aprobado, definido, organizado y financiado por el concilio del socialismo latinoamericano, el Foro de Sao Paulo, hoy, para engatusar, llamado Grupo de Puebla.

El plebiscito, con sus correspondiente Asamblea Constituyente –para disimular un poco, acá la llaman Convención-, y su finalidad de generar un modelo totalitario que sustituya al neoliberal -todavía, aunque malherido, en vigencia-, fueron pensados como la etapa siguiente al Golpe extremista del 18/O.

Esta coordinada sublevación fue planeada en Caracas como punto de partida de todo lo demás: renunciado el Presidente por “la presión popular”, se convocaría a un Gobierno transitorio y el Congreso sería disuelto para designar, a dedo, a una Asamblea Constituyente. O sea, una copia fidedigna de lo procedido por el chavismo.

El Covid19 no es el único causante de todos los males que sufre la población por las cuarentenas, las restricciones y los contagios: el real motivo de la pesadilla que vive el país es el Covid-18. Esto es, la peste surgida el 18 de octubre.

El XV Encuentro del Foro de Sao Paulo, realizado entre el 25 y el 28 de julio de 2019 en Caracas, fue la última asamblea de la izquierda dura latinoamericana con ese nombre, pues, de allí en adelante, pasó a denominarse Grupo de Puebla, tras una asamblea en esa ciudad de México, con el patrocinio del Presidente populista Andrés López Obrador.

En la reunión en Venezuela estuvieron presentes, en calidad de delegados chilenos, diputados comunistas y del Frente Amplio. Excepto el ‘regalón’ de la dictadura, Alejandro Navarro, nadie de la antigua Concertación fue considerado, como ocurrió en todos los congresos anteriores.


Allí se acordó respaldar a Cuba, proponer a Lula da Silva como Premio Nobel de La Paz, apretar al Gobierno colombiano, estimular las revoluciones en México y Nicaragua, además de fijar las líneas, el apoyo y el financiamiento para sacar de La Moneda al Presidente de Chile. Así nació el 18/O, estratégicamente dirigido por paramilitares venezolanos que Maduro introdujo clandestinamente en territorio nacional.


Apenas horas después del Covid-18, casi eufórico, el dictador venezolano proclamó que “todo salió mejor y más rápido de lo previsto: ¡Asamblea Constituyente y fin del neoliberalismo en Chile!”.

Así de claro: de no haber habido un 18/O, nadie estaría hablando de plebiscito y, menos, del peligro inminente de tener una nueva Constitución estatista y un modelo de institucionalidad al estilo de Venezuela., el espejo en que se miran el frenteamplismo y el comunismo local.

Sin embargo, el soñado modelo para imitar a través del plebiscito, es hoy enjuiciado por todas las democracias del mundo: Nicolás Maduro, sus ministros del Interior y Defensa, y los altos mandos militares, policiales y de inteligencia son considerados responsables de violaciones a los derechos humanos, y tan graves que, en ciertos casos, constituyen crímenes contra la humanidad.

Una misión internacional que recibió de la ONU el encargo de investigar la situación en Venezuela, apuntó de manera explícita la responsabilidad de algunos de los más altos cargos políticos del país en violaciones sistemáticas de los derechos humanos.

Acá en Chile, uno de los principales impulsores del Apruebo y admirador incondicional de los beneficios del Estado bolivariano de Venezuela, es Daniel Jadue, por el momento la principal carta presidencial de la izquierda y miembro del Comité Central del Partido Comunista.


Es el momento oportuno para que los millares de chilenos hecho trizas por el estallido golpista del 18/O, contribuyan a mentalizar a sus compatriotas, poniendo como ejemplo lo que ellos sufrieron y perdieron: las pequeñas empresas, los almacenes de barrios populares, los centros de abastecimiento, los mercados, restoranes, bancos, establecimientos educacionales y todo el vasto sector del turismo que quedó de manos cruzadas. Es necesario que los estudiantes secundarios a quienes correspondió dar su PSU -la última denominada así- recuerden a los demás los cambios, los retrasos y los contratiempos de que fueron víctimas por culpa del extremismo.


Ése fue el real comienzo de la gran crisis socioeconómica que hoy afecta al país, el Covid-18, agravado recién seis meses más tarde por el Covid-19. Cuando la peste arremetió en el país, éste ya se hallaba maltrecho y con su economía muy dañada.


El Presidente, al interior de La Moneda, fue sometido a terapia intensiva para recuperar el semblante y su vocación por hacer chistes de mal gustos, pero chistes al fin; sin embargo, siguen predominando en él su rictus sombrío, un repentino avance de arrugas que lo avejentan y una sumatoria indefinida de tics que reflejan, a todas luces, su tardío arrepentimiento por haber permitido el relajo extremista, con su correspondiente vandalismo. Rehusó aplicar lo que lo obligaba hacer la Constitución -a la cual juró- e impedir, así, la progresión y propagación del caos que terminó forzándolo a rendirse sin condiciones ante la oposición y evitar irse anticipadamente a su casa.


Sabe el Presidente, y lo sabe muy bien, que no sólo el socialismo liderado por el dictador Maduro es el responsable de la encrucijada en que hoy se encuentra Chile. Su personal aporte a ello, resultó tan impensado como voluminoso.

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