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ESCALERA ABAJO


VOXPRESS.CL.- Definitivamente, quienes suelen jugar a los enigmas terminan, siempre, por quitarse la careta y dejar al descubierto sus intenciones reales, no las ficticiamente disimuladas. Esto fue lo que le ocurrió a Joaquín Lavín Infante, quien, por tercera vez, y seguramente la última, intentará llegar a La Moneda.


Cuando su nuera Kathy Barriga, alcaldesa de Maipú, lo echó al agua, revelando que “mi suegro sueña con ser Presidente de la República”, él respondió que “estoy abocado a mi cargo de jefe comunal de Las Condes” y, con un aire de indiferencia, agregó que “lo otro se verá en su momento”.


Se creyó que éste había llegado, cuando, después del plebiscito constitucional del 25 de octubre, aseguró que “mi proyecto de Gobierno no es de derecha ni de izquierda, es como el socialdemócrata alemán; si Chile Vamos acepta esa definición, seré candidato, en caso contrario, no”.


La mañana del Día de Reyes, o sea, de los Reyes Magos, en los jardines de la Corporación Municipal, de Las Condes, Lavín leyó una declaración, de autor desconocido, en la cual anunció su renuncia a la alcaldía de Las Condes para dedicarse en exclusividad a su precandidatura presidencial, hasta la fecha a solicitud de nadie. Dijo que competirá en la primaria interna de Chile Vamos, pero resulta que la coalición oficialista no ha resuelto quiénes podrán competir bajo su alero en dicha instancia.


Pese a haber afirmado en más de cinco oportunidades que proyectaba repostular a la alcaldía en los comicios del 13 de abril, optó por el atajo de abandonar el cargo sin que mediara una exigencia para hacerlo. Evelyn Matthei y Daniel Jadue, ambos ediles, ella de Providencia y él de Recoleta, son también precandidatos presidenciales y ambos se presentarán a la reelección.


Al revés de Jadue, quien advirtió que llegará hasta el final pase lo que pase en la municipal, Matthei aseguró que su decisión de estar en la papeleta de la primaria oficialista la tomará después de conocer los resultados de su electorado de Providencia. Ella correrá el riesgo de que le vaya bien, regular o mal en las urnas el 13 de abril, de lo que dependerá, y en mucho, su futuro político.


La ex parlamentaria y ministra de Estado es corajuda, porque por sobre ella, todavía pende la sombra del Apruebo que arrasó en su comuna, siendo que se jugó el todo por el Rechazo. Por encima de esta gran y peligrosa duda, Matthei tomó una decisión valiente que puede resultarle de cara o sello.


En cambio, en Las Condes, Lavín prefirió saltarse el riesgo de la elección municipal, ello por su total certeza de que no iba a ser reelecto, y de haber ocurrido esto, su sueño presidencial terminaría la noche del 11 de abril. Si bien el ‘lavinismo’ le sirvió para provocar un empate técnico con Ricardo Lagos, forzando una segunda vuelta en enero de 2000, superando ampliamente el techo del tercio electoral tradicional de la derecha, su imagen se fue diluyendo por un exacerbado populismo al que lo impulsaron sus asesores.


Lavín es de aquellas personas que se afirma en juicios de otros y actúa disciplinadamente de acuerdo a lo que le recomiendan sus asesores. Siendo copropietario de la Universidad del Desarrollo llevó a trabajar con él, como experto en comunicaciones, a uno de los hombres de mayor confianza de Frei Ruiz-Tagle durante su Gobierno: Pablo Halpern. Incluso, ya estando instalado en el cargo, se dio el lujo de criticarlo públicamente.


Perdió una elección como diputado, en una interna UDI no fue elegido para ser senador y cuando intentó ser alcalde de Santiago por segunda vez, tuvo que retirarse ante un sondeo vecinal que prefirió que el puesto lo ocupase el entonces concejal RN Felipe Alessandri. Sin pan ni pedazo, su amigo Francisco de la Maza lo llamó para decirle –textual- que le dejaba su cargo, porque él iniciaría una aventura presidencial. La UDI, el partido de ambos, se enteró del cambalache una vez producido.


Gran copista de iniciativas ajenas, como playas y canchas de esquí urbanas, el ex alcalde capitalino y de Las Condes se ganó las simpatías de muchos, sintiéndose un winner, pero ello hasta ahora en que tomó debida nota de una irreversible caída en desgracia, fundamentalmente por su inesperado giro político, distanciándose de la doctrina de su partido y del generalizado sentimiento de los votantes de Las Condes. Nunca, ni en la peor de las pesadillas, imaginó que llegaría el día en que electores de su comuna se reunirían frente a su oficina municipal para gritar en su contra. Motivo: su activo rol en favor del Apruebo y de la elaboración de una nueva Constitución.


Tal postura fue considerada una traición imperdonable, en especial en él, un cercano colaborador del régimen militar, autor de Revolución Silenciosa´´ –obra de ensalzamiento de la política económica pinochetista- y devoto del influyente Miguel Kast.

Convencido de que ya no era querido por su antiguo y fiel electorado, Lavín vivió su última y más decepcionante experiencia, pensando en el electorado del “sector oriente”: se la jugó como padrino de Pablo Zalaquett en la interna de Chile Vamos para la alcaldía de Vitacura, y su ahijado remató último. Ahora, eludido su primer escollo, le queda un segundo por salvar: la decisión de su propio partido respecto a su precandidatura y ello, además, supeditado a la perfomance de Evelyn Matthei en la municipal de Providencia. Si a ésta le va bien en las urnas el 11 de abril, obviamente se ganará la prioridad de su partido y no sólo por ese eventual éxito, sino porque ella jamás ha renunciado a los postulados de su colectividad ni, menos, de la derecha. Todo lo contrario de este apátrida del sector, quien fue activista del Apruebo, estuvo en contra de una Constitución por la cual luchó sin pausas –la del 80- y, ahora, pide un “traje nuevo” para el país, esto es, el fin del sistema neoliberal que tantos réditos personales le dio.


Luego de anunciar que huía de Las Condes, le preguntaron si en un eventual Gobierno suyo llamaría a colaborar a José Antonio Kast (Partido Republicano), manifestó categóricamente “¡no!, porque el mío sería de centro/centro, no de derecha ni de izquierda”.


Autodefinido como socialdemócrata y tenaz impugnador de la Constitución que ha sostenido con éxito –hasta ahora- el éxito del país, Lavín terminó de la peor forma el que fuera un estrecho y fiel vínculo con su electorado.


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