EN MANOS DEL DEMONIO

VOXPRESS.CL.- Todo lo que unos pocos, quizás muy pocos, han denunciado respecto a las infinitas debilidades y monstruosidades que se viven al interior de la Convención Constitucional, ha terminado siendo ratificado por la confesión de uno de sus (ex) vicepresidentes y activo protagonista de los ‘primera línea’ que pugnaron fieramente por derrumbar la democracia. En cuestión de horas, su nombre se hizo popular en todo el país por reconocer que para ser candidato y ganar un cupo en la asamblea, mintió, haciéndose pasar por canceroso sin serlo, lo que influyó en que resultara electo por el distrito 13, con 19 mil votos.
La suya no es una mentira cualquiera de las que abundan en el mundo de la politiquería, sino tiene una connotación de extrema gravedad: revela la mala clase y la carencia de honestidad de muchos de quienes tienen la misión de redactar una nueva Constitución para Chile.
Su nombre es Rodrigo Rojas Vade, conocido entre los combatientes del terrorismo urbano como “Pelao Vade”, y su confesión produjo el primer e impensado gran remezón en el seno de los convencionales, porque, con ello, se agudiza la pésima imagen que están ofreciendo al país por hacer prevalecer en sus decisiones el odio y el revanchismo, y por haberse establecido en su interior un dominio prepotente por parte de quienes estuvieron detrás y fueron protagonistas de un Golpe de Estado con el fin de derrocar al Presidente de la República.
El “compañero” Rojas pertenece a las mismas huestes de la montonera Vocería del Pueblo, recientemente dispersada por culpa de un sinvergüenza de sus filas, Diego Ancalao, quien presentó 23 mil firmas falsas al SERVEL para ser candidato presidencial. Para tomarle debidamente el peso a estas pillerías, hay que recordar que, años atrás, y en dos ocasiones, este candidato frustrado fue detenido por la PDI de Temuco por estafa y falsificación de firmas.
Por su carencia de gente idónea, por la ausencia de adherentes con aptitudes y conocimientos y por la abundancia de aventureros adoradores de la revolución, estos movimientos ultra son inducidos a echar mano a cualquier pelafustán de la peor cepa, sin tomarse un minuto a revisar, incluso, sus antecedentes penales.
Fue precisamente el fraude de Ancalao lo que, de inmediato, hizo reaccionar al SERVEL, enfocando el ojo en todo tipo de inscripciones electorales. El Ministerio Público designó a su experimentado fiscal Xavier Armendáriz para investigar la masiva adulteración. En un sólo día, fueron firmadas 19 mil adhesiones a Ancalao ante un notario fallecido y en una notaría cerrada el 2018.
Fue tan descomunal la alerta originada por esta estafa, que a los pocos días el SERVEL rechazó un inmenso paquete de inscripciones electorales, entre ellas una presidencial, decenas de parlamentarias y centenares de CORES.
El caso de Rojas Vade tiene relación directa con esa reacción del SERVEL y con su anuncio de que revisaría las candidaturas de los convencionales. A partir de tanta pillería y engaño a la fe pública, era ineludible un segundo visado, pues, al parecer, no hubo un primero.
En el ítem “patrimonio” de todas las solicitudes de inscripción electoral, se debe detallar un estado de situación financiera personal, y en él, el activista Rojas escribió tener una deuda de $ 26 millones por el tratamiento de un cáncer. Como esta enfermedad fue inventada por él, tal cual él lo confesó, llegado el turno de su revisión, el SERVEL tendrá que acusarlo de datos falsos y, con ello, declararlo inhabilitado para el cargo. Ante dicho escenario, el todavía vicepresidente de la asamblea se adelantó en confesar su mentira, difundiéndola en las redes sociales y anticipándose a su difusión en medios periodísticos.
Sin embargo, con su revelación no hizo más que ampliar el foco de atención de la ciudadanía, la que se sintió estafada. Muchos de quienes votaron por Rojas para convencional, lo hicieron conmovidos por el drama de su cáncer, pero resulta más grave su omisión de ocultar intencionalmente su real enfermedad, contagiado de VIH “por temor al juicio ciudadano”. Con ello, no hizo más que empeorar su situación, al quedar enfrentado a los millares de infectados de SIDA y al siempre celoso escrutinio del mundo gay. El colmo de su treta fue escudarse falazmente en un mal tan cruel y por el cual mueren 30 mil personas al año.
Un individuo de tan mala clase no debe permanecer en un equipo, aunque desigual, destinado a dotar al país de una nueva Constitución. No obstante, de acuerdo a las normas que rigen a la Convención, no puede ser desvinculado –sólo castigado con el silencio, amonestado o multado- ni tampoco puede renunciar, y ello por ser “independiente”, de modo tal que carece de un partido que designe a un sustituto. Su montonera Vocería del Pueblo es sólo un movimiento.
Ésta, la de ser “independiente”, es otra de las falsedades a la que urge poner fin. El independiente puro, en estado natural, no existe en política, y todos quienes postulan a un cargo público identificándose como tal, lo hacen “con el apoyo” o “en la lista” de alguna colectividad, lo que automática y espontáneamente deslegitima su imparcialidad ideológica. Más tramposo es el caso de la Vocería del Pueblo, la que aglutinó y armó candidaturas exclusivamente con activistas y protagonistas directos de la subversión del 18/O, esto es, extremistas de izquierda.
Como si este panorama no fuese lo suficientemente preocupante para atraer, algún día, el interés de una población que no parece ni siquiera saber de la existencia de tan desacreditada Convención, su presidente Elisa Loncón, debe haber tenido el más infeliz de todos sus deslices. Conocida la revelación de este ‘primera línea’, declaró que “ahora vamos a tener que ser más justos”…
A confesión de parte, relevo de pruebas.