EL QUE DEBÍA MORIR

VOXPRESS.CL.- En un país en que las odiosidades nublan cualquier tipo de mirada de entendimiento, es fácil encontrarse con situaciones como la vivida por el ministro de Educación en el Congreso Nacional, luego de que la acusación constitucional en su contra fuese rechazada en la Cámara de Diputados, donde, se supone, tiene una mayoría adversa.
La historia es simple, pero la madeja no tanto, ya que esta acusación, de las 10 con las que ha debido cargar este Gobierno, era, por lejos, la más ridículamente política y, por lo mismo, sin ninguna base de sustentación. Demagogia pura.
El punto de partida fue el Colegio de Profesores, en manos, como se sabe, de una mixtura frenteamplista y comunista, reforzada con el apoyo de “voceros del pueblo”. Símil del rol del Colegio Médico en la crisis sanitaria, cada una de las intervenciones del magisterio durante la pandemia apuntó en contra de todas las acciones pro desconfinamiento y de cualquiera apertura que permitiera a los escolares emocionalmente hecho pedazos, instancias de sociabilización, especialmente diagnosticadas como “urgentes e indispensables” por la OMS.
El Colegio, entidad eminentemente gremial e ideológica -como el COLMED- se negó y se niega a las evaluaciones por rendimiento y rehúsa asistir a trabajar presencialmente “porque no están dadas las condiciones de seguridad sanitaria”. Exigen garantías de sanitización en el transporte público.
Los adherentes al Colegio se atrincheraron en sus casas, en un discutible empeño por “enseñar” a través de ZOOM, conscientes de que con ello agravan las brechas, al perjudicar a los escolares sin acceso a internet y carentes de recursos para adquirir equipos.
Llegado el proceso de vacunación en pleno verano y antes del período de clases, el MINSAL interrumpió el calendario etario para hacerles espacio y quitarles sus temores a contagiarse: se les inoculó y anunciaron que, igual, no volverían a las aulas.
El sistema de clases a distancia aumentó las diferencias de aprendizaje en contra de los escolares más vulnerables, apenas se pudo pasar –si es que se pasó- un 36% de la materia correspondiente a un año normal y el alumnado llegó a un 60% de conocimientos no adquiridos que les correspondía recibir.
Frente a esta catastrófica realidad y gracias a las positivas mejoras sanitarias por la inoculación masiva, el MINEDUC decidió poner en práctica un sistema ‘híbrido’, combinación de clases online y presenciales. El Colegio se negó a incorporarse, “porque morirán miles de niños contagiados”. De paso, anunciaron que el ministro Figueroa “deberá pagar por el crimen de ellos”.
Superponiendo el gremialismo ideológico por sobre su aparente rol educativo, el Colegio anunció que sería un “total fracaso” el retorno a clases íntegramente presenciales para el segundo semestre. Muchas semanas antes de que quedase en claro el éxito del retorno a las aulas con un 79% de establecimientos con alumnos en las aulas, el gremio logró entusiasmar a diputados del Frente y comunistas para acusar constitucionalmente al ministro, estableciendo, como argumentos que “el sistema funciona mal”, que “los niños corren peligro de vida” y que “no están dadas las condiciones para la presencialidad, porque a algunos párvulos se les hace jugar en céspedes con caca de palomas”…
Desde que era Subsecretario de la cartera, el Colegio “le agarró mala” a Figueroa, así que de triunfar la acusación le hubiera resultado un trofeo, pero le salió el tiro por la culata. Ni sus dirigentes ni los prepotentes diputados extremistas le tomaron el peso a las gravitantes desavenencias, y celos, entre los congresistas duros y los ex concertacionistas, quienes se hallan con sangre en el ojo desde que Boric y Jadue los “ningunearon”, dejándolos fuera de una eventual primaria general de la izquierda.
Los ojos del magisterio se centraron entonces, en las bancadas no incondicionales al extremismo, y fueron, precisamente, diputados independientes pro izquierda, del PS, del PPD, del PR y hasta un DC los que no dieron la mayoría para que Figueroa fuese destituido de su cargo. 71 votos a favor y 76 en contra fue la votación. Entre quienes se opusieron estuvieron Pedro Velásquez (Ind.), Pepe Auth (Ind.), Carlos Abel Jarpa (Ind.), Pablo Lorenzini (Ind.) y Matías Walker (DC).
También benefició a Figueroa las “ausencias” de ocho parlamentarios, de los cuales siete son opositores: Manuel Matta (DC), Luis Rocafull (PS), Patricia Rubio (PPD), Jaime Tohá (PS), Esteban Velásquez (FVRS) y Raúl Soto (PPD).
De haber sido otros los tiempos de relaciones de la izquierda, es casi seguro que otro gallo le hubiera cantado a Raúl Figueroa. Pero la oposición, por estos días, no se encuentra preocupada de infligirle otra derrota al Gobierno -de las muchas que le ha proporcionado-, sino de ‘pasarse cuentas’ mutuamente y de mostrarse los dientes cada vez que pueden por las conocidas, y consabidas, pugnas electorales que los tiene, a todos, totalmente fuera de control.