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EL PILAR DEL ADIÓS


VOXPRESS.CL:- Al iniciar éste, su segundo Gobierno, el 2018, el Presidente anunció a los cuatro vientos que centraría la mayor parte de su gestión en pocos pero grandes pilares, que le permitieran transitar por un puente sólido que le aseguraría el éxito.


Diríamos que están a la vista las pruebas de que tres de esos pilares nunca fueron tales, y que el cuarto -cosas de la vida- le funcionó, y muy bien, gracias a una maldición: la peste que China comunista le regaló al mundo.



Recordemos que sus pilares del éxito iban a ser La Araucanía, la Seguridad Ciudadana, el Desarrollo Social y la Salud Pública. Falló, hasta con chascarros, en su promesa de erradicar la subversión terrorista en el sur; la población cada día tiembla más por la masiva presencia en las calles de delincuentes, asesinos y de narcotraficantes, y el Desarrollo Social terminó transformándose en una diversidad de bonos de emergencia para amortiguar la crisis socioeconómica ocasionada por el virus.


Aunque parezca incoherente, fue la Salud Pública la más beneficiada no por un plan previsto desde antes por el MINSAL, sino por la arrolladora llegada de la peste, lo que obligó a la autoridad a asumir acciones de suma urgencia para prepararse –primero- y combatir –después- el violento embate del virus.


Nunca, algún funcionario de la Salud hubiera imaginado que el sistema público, en cuestión de semanas, haya quedado con un inédito stock de ventiladores artificiales, de camas UCI, de muchos otros instrumentos para emergencias y con un personal actualizado para afrontar epidemias galopantes.


Por una mínima dosis de justicia, hay que reconocer que todo lo muchísimo bueno que quedó, y para siempre, en muchos hospitales públicos hay que agradecérselo a la visión anticipativa del doctor Jaime Mañalich.


Para este 2021 que acaba de iniciarse, el Presidente –derrotado en popularidad y más cauto- no ha anunciado cuáles serán los pilares sobre los cuales depositará su administración de despedida. Lo cierto es que a estas alturas, y sin un menor legado como él supone que dejará, tendrá que remitirse exclusivamente a lo que, desde ya, le está marcando la pauta del año: normalizar al país a través de la vacunación masiva, y, por tanto, abstraerse de empujar para el lado equivocado la elección de los convencionales constituyentes y, por ningún motivo, inmiscuirse en las primarias de Chile Vamos y, después, prescindir de intervenir en primera y segunda vuelta.


Sabe el Presidente que el proceso de vacunación le subirá los bonos por su capacidad de anticipación, junto a Mañalich, de adentrarse en el negocio internacional del fármaco, aportar a su investigación mundial con muchos dólares y adelantar su adquisición, y no sólo a un laboratorio.


Fue un acierto y hay que reconocerlo, al punto que son sólo tres países latinoamericanos los que antes de Navidad ya estaban inoculando la vacuna al personal más expuesto al contagio, el de la Salud: Chile, México y Costa Rica.

Subirá, sin duda, ese miserable 7% de adhesión popular con que terminó el 2020.


Dentro de este largo proceso de vacunación, que casi tomará todo el 2021, tiene que priorizarse la normalización de la vida nacional, la que no puede seguir desarrollándose “como se pueda”. En la medida en que la anormalidad continúe copando importantes sectores de la sociedad nacional, el país no recuperará su ritmo económico ni las personas avizorarán días mejores.


Los millares de compatriotas sumidos en la cesantía y otros tantos con sus fuentes de trabajo en las ruinas, no conseguirán superar su estado de postración en la medida en que las vacunaciones no se programen pensando, siempre, en una rápida normalización general.


Todos los países que han dispuesto de la vacuna, iniciaron su proceso de inoculación en el ámbito de sus ciudadanos que más la requerían: funcionarios de Salud, con prioridad para los dedicados a atender enfermos del virus. Pero ¿después quiénes?


Casi tratados como piezas de museos y recién ahora impulsados al primer plano, tras décadas de olvido, indiferencia, abandono y de pensiones miserables, los adultos mayores se transformaron en los “niños símbolos” de la peste: el Presidente se empeña en que reciban rápidamente las dosis, pero ellos son el sector pasivo, por lo tanto no grandes protagonistas de la reactivación económica ni actores rápidos de la normalización de actividades. Hay que dejarlos tranquilos y que sigan auto cuidándose, como lo han hecho, ejemplarmente, con gran seriedad y rigor.


Hay 80 mil automóviles con sus propietarios en el aire, porque el Registro Civil carece de funcionarios presenciales para proceder, y se ha dicho hasta la saciedad el formidable daño a la enseñanza que causaron las teleclases en 2020, y el aprendizaje global fue 1/3 del habitual en un año. Peor: el 65% de los escolares estudió una hora o menos al día.


Se entiende que el primer objetivo de la vacunación contra el virus chino es prevenir, o aminorar al máximo, la tendencia al alza que se está advirtiendo. Por lógica, a menores riesgos para la población, más son las vías para poner de pie al país, con una urgente reactivación económica, y con la normalización de sus actividades ciudadanas.


El rol presidencial este año no puede estar puesto en el cúmulo de desafíos políticos que se vienen, sino en una racional, y no populista, vacunación exclusivamente a mayores de 16 años que aporten, con su presencia física, a que Chile vuelva a ser el de antes.


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