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EL GRAN EMBAUCADOR


VOXPRESS.CL.- Si bien, una vez más, habrá que aclarar que las encuestas no son una fotografía perfecta de la realidad, al menos toman la temperatura de ésta: suben y bajan. El problema para quienes son objetivo del sondeo, surge cuando dicha temperatura se mantiene y no afloja. En este caso puntual de mediciones, el Presidente Gabriel Boric, a partir de junio, se ha mantenido entre los 20 y 30 puntos de aprobación, algo muy inusual en un Mandatario con tan poco tiempo en el poder.


Más que un detalle, es un hecho relevante el que no pueda levantar vuelo definitivamente: apenas un 29% –se supone, su barra brava- confía “en su experiencia”…Hay tres ministros y un subsecretario mejores evaluados que él y sus promesas de que “vamos bien, mañana mejor” son sepultadas por un 73% que asegura que, bajo su conducción, “el país va por un muy mal camino”.

Tan adversa percepción ciudadana es fruto de la falta de credibilidad hacia su discurso, la que que ha cundido en la población. Si en su campaña electoral lo cambió radicalmente para poder ser electo, desde que se halla en La Moneda lo varía todos los días.


Una explicación muy aterrizada de ello lo dio la encuesta semanal de CADEM (27/11), la que consignó que la reprobación al Presidente aumentó en dos puntos en 7 días; había bajado levemente, tras la presentación de la Reforma Previsional, porque hubo quienes creyeron ver en ella supuestas luces de una mejoría inmediata de las actuales pensiones, pero pronto descubrieron que el corazón del proyecto apunta exclusivamente a la futura camada de jubilados y no a los actuales.


El Presidente y su ministra comunista del Trabajo proclamaron oficialmente el fin de las AFP’s, sin embargo, por otro lado, Hacienda derogó el decreto 3.500 que había puesto término al sistema de capitalización individual. Para la fallida Convención, que consagraba el programa de Gobierno, la seguridad social sería íntegramente estatal.


El factor credibilidad es la piedra angular en el éxito de cualquier gestión laboral, incluso --aunque no se crea-- en el accionar político. A Gabriel Boric no se le cree por sus bruscos y temperamentales cambios de orientación en sus discursos, y porque se le nota demasiado que no siente de mente y corazón cuando abandona la ortodoxia extremista en sus palabras. Le calza justo una reflexión de Jules Renard, escritor francés de fines del siglo XIX y autor de una célebre obra llamada ‘El Gorrión’: “di alguna vez la verdad para que te crean cuando mientas”.


Con la incomodidad típica de quien es consciente de no ser veraz, el Presidente anunció que le mejoraría la pensión a los actuales jubilados, pero, luego, aclaró que esto sólo ocurriría si en el Congreso le aprueban las reformas tributaria y previsional, para lo cual mañosamente amarró la PGU –con financiamiento propio y en carril independiente- al proyecto que promete una durísima discusión parlamentaria.


Más recientemente, haciendo alusión al paro de los camioneros, dijo que “todo Chile debe alinearse detrás de nuestra acción de aplicar la Ley de Seguridad del Estado a quienes impiden la libertad de movilización”. Sus palabras pecaron, una vez más, de error y omisión, porque la gente solidarizó con la movilización del gremio del transporte de carga porque un congelamiento del precio de los combustibles no sólo ayuda a ese sector laboral, sino a todos los propietarios de cualquier tipo de vehículo motorizado.


En cuanto a su pecado de omisión, su mensaje/amenaza reveló su acendrado odio a los camioneros, el que para la izquierda data desde la Unidad Popular, cuando un paro nacional fue el detonante en la posterior caída del régimen allendista. Fresco está el anuncio de la ex ministra Siches, quien, al decretar el primer Estado de Excepción para La Araucanía, en marzo, especificó que “es para evitar que se tomen la Ruta 5 Sur y, así, garantizar el libre tránsito de abastecimiento”, o sea, dicha norma constitucional de seguridad pública jamás se pensó para aplicarla en una inexistente lucha contra el terrorismo rural.

La Moneda recurrió a la ley más dura contra quienes sólo protestan y cuentan con víctimas fatales por acción terrorista, pero se niega a hacerlo contra asesinos políticos, reduciéndolos a simples delincuentes comunes, como si fuera igual el hurto de una gallina que incendiar, usurpar, saquear y hasta matar, como en La Araucanía.


Hace dos meses, el Presidente anunció que a los inmigrantes ilegales “los perseguiremos como perros”, y éstos se jactan de ser líderes del robo de autos, del narcotráfico y hasta de asesinato por el no pago de un rescate. El ingreso ilegal por la frontera norte se ha incrementado, pero esta vez sin resonancia por el silencio impuesto a los alcaldes afines al izquierdismo.

Siendo diputado, Boric fue un incondicional votante a favor de todo tipo de limitaciones a la Ley de Inmigración, para evitar la expulsión automática de los extranjeros clandestinos.


En su pasada visita a México para hablar de la unidad de la izquierda latinoamericana, dejó en evidencia porqué tan pocos confían en él. Se reunió con empresarios de la Capital Federal para instarlos a que inviertan en Chile, y para ‘brindarles confianza’ no encontró algo mejor que leerles versos de un poeta comunista…


Mientras la ministra SEGPRES -quien hasta bailó, abrazándose con Vlado Mirosevic cuando lo puso en la presidencia de la Cámara- reiteró, falsamente desde luego, que “el Gobierno es sólo un simple observador” en el proceso constituyente, apenas unas horas después, el Presidente exigió públicamente que haya “un plebiscito amplio y una Convención netamente representativa elegida por la gente”, y ello --mucho ojo con esto--, “para que en el breve plazo no se produzca un foco de “inestabilidad política”…


Reacio a reconocer varonilmente lo sucedido el 4 de septiembre, calificó el triunfo del Rechazo apenas como “un traspiés”, para minimizar, e ignorar, el repudio ciudadano al intento, aún vigente, de implantar el estatismo socialista en el país. Para mayor claridad de su compromiso político, agregó que “si no permitimos que el pueblo elija íntegramente a los convencionales, nos exponemos a una nueva explosión popular”. Tales palabras –para no equivocarse- corresponden a la misma persona que invita y aboga por el diálogo y por los acuerdos transversales. Más hipocresía, imposible.


Siendo candidato presidencial, abandonó su campaña en Regiones para llegar al Congreso a votar a favor del quinto retiro de los ahorros previsionales. Pese a que vaciar las AFP’s le ayudaría a materializar su anuncio de que “esas administradoras se terminan”, advirtió que “por ningún motivo” patrocinará un sexto retiro, impulsado por diputados de izquierda. Pero -¡oh, sorpresa!- en la reforma previsional sí se permite a cotizantes de un segmento etario a un auto préstamo con su propio dinero.

En su programa de Gobierno –que, en rigor, lo implementaría la fracasada Convención- se comprometió a eliminar el Estado de Excepción en La Araucanía, y éste, con las limitaciones conocidas, sigue rigiendo y se mantendrá, aunque, peor todavía, con el socavamiento de las facultades de las jefaturas militares a cargo de un control público prácticamente inútil.


Mientras parte de la población busca dinero entre las piedras para sobrevivir en medio de una crisis económica agudizada en Chile por la desconfianza de que nuestra democracia sea manejada por el PC, Boric reitera que apurará la circulación de trenes –estatales- para, así, atomizar el trabajo de los transportistas particulares, y ello con fondos que podrían ser destinados para superar las penurias de los sectores más pobres.


Por la presión comunista, Boric exigió la reposición del presupuesto por parte del Congreso para el INDH, único modo de conmemorar en grande y con invitados extranjeros los 50 años de la caída de Salvador Allende.

De sólo recordar los ‘festejos’ de cada 11 de septiembre, la población tendrá que alistarse para un encierro forzado cuando, el próximo año, llegue esa fecha. Con toda certeza, ésa es la prevista para que el Presidente estampe su firma en una nueva Constitución.


Para ello, la oposición, con gran generosidad, torpeza y candidez, ha dejado crecer a una izquierda derrotada, pese a que un 71% de la población deja constancia en las encuestas de que ese tema no es de su interés prioritario y que tiene la convicción de que no llegará a ser realidad.


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