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EL ENEMIGO EN EL SUELO


VOXPRESS.CL.- Irrefrenablemente atraídos por lo hermoso de sus cánticos, los navegantes se lanzaban al mar en cuyas profundidades morían en búsqueda de las sirenas que los llamaban. Esta mitología griega, es eso, pura mitología, pero en la actual realidad que vive Chile, quien, perteneciendo a la oposición democrática y libertaria se deje seducir por el enemigo revolucionario y refundador, no pasa más allá de ser una gran estupidez.


El Gobierno extremista del pacto Apruebo/Dignidad estableció todo un record histórico de fracaso apenas transcurrido un mes en el poder, al recibir de parte de la ciudadanía más rechazo que aceptación y, simultáneamente, la Convención Constitucional, dada su inacabable cadena de chambonadas, continúa concentrando más antipatías que aplausos, lo que conforma un escenario funesto para esta malévola sociedad que al no poder apropiarse del poder por la fuerza en octubre del 2019, se abocó a dar un Golpe Blanco, esto es, plasmar su revolución refundadora en el marco de la institucionalidad.


El mismísimo Presidente reconoció que “ha sido una instalación con turbulencias”, aunque sin detallar y, menos, identificar a los culpables de esta vertiginosa pérdida de adhesión popular.


La Convención, por su parte, atribuyó a “problemas comunicacionales” el que la población se esté dando cuenta de que está elaborando una nueva Constitución plagada de trampas y despojos a las personas.


Un Gobierno integrado mayoritariamente por activistas y conocidos agentes callejeros de la revolución comunista, creyó que su ‘venta’ de promesas facilistas e impracticables, era más que suficiente para administrar el país. Ignoró, por su falta de preparación, que los engaños y engatusamientos sólo sirven para captar votos.


Se trata de dos escenarios simultáneos, el del Gobierno y el de la Convención, con los cuales ninguno soñó, siquiera, que se producirían tan tempranamente. El panorama para ambas instancias es tan precario como angustiante, porque La Moneda y la Convención están íntimamente enlazados, amarrados, y así fue reconocido públicamente por el calvo ministro de la SEGPRES, y amigo personal del Presidente, Giorgio Jackson. Esta atadura, acaba de quedar confirmada con la fecha que La Moneda fijó para la realización del plebiscito de salida, el 4 de septiembre, la misma, pero en 1970, en que fue electo Salvador Allende.


El objetivo es que, así como Allende fue el primer Presidente marxista en el mundo en ser ungido Presidente mediante una elección popular, la nueva Constitución sea, también, la primera estatista y totalitaria en ser proclamada por comicios libres e informados.


La incertidumbre en torno a ese objetivo glorioso para la izquierda internacional, se ha convertido en una incógnita que no deja dormir al Gobierno ni a una mayoría de convencionales. Ante ello, iniciaron un segundo período de engaños y cantos de sirena, tal como lo hicieron para la segunda vuelta electoral, en la que le prometieron el oro y el moro al pueblo, en cuanto a que a partir del 11 de marzo el dinero le caería desde el cielo, que las cárceles quedarían vacías y que las viviendas de los ricos pasarían a manos de los pobres.


Este engaño Se ha prolongado hasta hoy, al punto que quien votó a favor de los retiros de fondos de pensiones, el propio Presidente, ahora está en contra. Para reafirmar este engatusamiento, la presidenta de la Convención, la activista Elisa Quinteros, rindió una maulosa “cuenta pública” para demostrar la conformidad con su gestión, pero lo hizo en concordancia con la alcaldesa de Santiago, la comunista Irací Hassler, y sólo con vecinos adherentes a ésta. Obviamente, los aplausos abundaron.


Es tan evidentemente desesperante la situación en que se halla esta sociedad de la refundación Gobierno/Convención, que, casi al unísono, surgieron las “invitaciones” al diálogo con la oposición derechista. Hipócritamente, la ministra de Relaciones Exteriores -que no debe ni puede inmiscuirse en política interna-, Antonia Urrejola, declaró que “me interesa poder reforzar la relación y el diálogo con los partidos de oposición”. Sería inadmisible hasta el menor acercamiento de personeros de derecha con quien, públicamente, sostiene que en Cuba y Venezuela no existen violaciones a los derechos humanos. En esa misma línea, y consciente del desastroso primer mes del Gobierno, su vocera, la comunista Camila Vallejo, anunció que, “para mejorar la situación, hay que tender puentes con otros sectores”.


Ambas Secretarias de Estado coinciden con el falaz discurso presidencial de incentivar los diálogos con todos los sectores, ello con el propósito de anular cualquiera acción de la derecha con la que pueda obtener ventajas frente a la ciudadanía.

La conducta de la ministra del Interior, Izkia Siches, fue de tanta gravedad que la oposición no debió limitarse sólo a censurarla y acudir a la Fiscalía y a la Contraloría. Lo más efectivo y visible para la ciudadanía hubiese sido un acuerdo de aislamiento público para ella, de no acatarla como autoridad ni de estar presente en ningún acto que contase con su presencia, por estar -y eso es así- deslegitimada y sin crédito al mentirle al país y al Poder Legislativo, y, además, emitir juicios políticos adversos a la anterior administración y contra un medio de comunicación, afectando grotescamente la libertad de expresión.


Si bien la oposición ha anunciado medidas para hacer frente al Golpe de Estado blanco, no está marcando presencia con acciones duras y visibles. Incluso, hay quienes parecen no tomar conciencia de que el futuro del país se juega entre una dictadura comunista o la libertad, hasta se les advierte timoratos y con ánimo de acuerdos con el peligroso enemigo.

La traición se paga, y eso, más que nunca, lo tiene presente la inmensa cantidad de compatriotas que ha votado, vota y votará en contra de la revolución refundadora en pleno desarrollo e impulsada por la izquierda totalitaria internacional. Sólo tres ejemplos bastan para graficar qué le ocurre a quienes se atemorizan frente al comunismo o quienes, por un enfermizo afán de popularidad, quieren pasar como “progresistas”, al estilo del adversario: Sebastián Piñera, Joaquín Lavín y Mario Desbordes. Son cadáveres políticos.


La lucha por Chile libre ha llegado, ya, a un momento culminante, y su relevancia es infinita, más ahora en que el enemigo totalitario ha comenzado a ser desenmascarado por la ciudadanía. No hay tiempo ni espacios para los titubeos, sino exclusivamente para la acción, una acción contundente, categórica, ojalá demoledora frente a cada una de las muchas situaciones en que el totalitarismo cojea o se cae.


Las interpelaciones y las acusaciones constitucionales son instrumentos tan manoseados como inútiles que se convierten, en definitiva, en pérdidas de tiempo. Las acciones concretas y valientes deben darse con la mayor exposición posible, con actos, manifestaciones y acuerdos políticos, obviamente exclusivos del sector, para acrecentar aún más las heridas ya abiertas del adversario. Estas oportunidades que se les han aparecido al Chile libre son gracias a la reacción y a la toma de conciencia de su propia población, de tal modo que los líderes políticos democráticos tienen que corresponder a este sentimiento ciudadano, sin temores ni dudas.


El eterno desestabilizador de la institucionalidad, está desestabilizado. Le falta la zancadilla final para que caiga.


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