top of page

DELINCUENCIA SIN FRENO


VOXPRESS.CL.- Podría parecer algo estrambótico, pero es así: comparado con el 2020, entre enero y abril de este año ¡han disminuido! los delitos de mayor conmoción pública en la actualidad, como portonazos, encerronas y abordazos, pese a que su ocurrencia llenan largos minutos de los noticieros de la TV local.


Si no se tratase de cifras oficiales y con estadísticas en mano, sería imposible digerir este informe elaborado por el Departamento de Acción Criminal (DAC) de Carabineros.


Sin embargo, más allá de la incredulidad que origina el concepto “disminución” de este tipo de hechos delictuales, lo que, decididamente, origina pavor son las cifras de reincidencia y las edades de los protagonistas. Amalgamados, ambos factores conducen, inevitablemente, a una sola lectura del problema: no tiene solución. El hecho que el 56,9% de los asaltantes a conductores tenga detenciones previas por el mismo delito y que el 25% de los autores sean niños, nos dice que, en esta problemática del día a día, “algo huele muy mal”.


El general a cargo de la DAC, Esteban Díaz, director de Orden y Seguridad, se levantó de hombros y dijo que “nosotros al menos, los carabineros, no bajaremos los brazos y continuaremos deteniendo a los delincuentes”, ello en una dramática alusión a que contra esta masificada moda del ataque a vehículos particulares sí se puede luchar, pero en el corto y mediano plazo no tiene fin, porque los delincuentes no son –proporcionalmente- remitidos a la cárcel por la Justicia y por el componente social de los autores, que ven en el delito su única opción de subsistencia.


Como la UNICEF impide la existencia de prisiones para niños y jóvenes no mayores de edad, éstos, tras la acción delictual, son devueltos a sus padres -casi por norma, también delincuentes- o enviados a residencias del SENAME, que de rehabilitación tiene tan poco como su confort.


La indagación de Carabineros concluyó que entre el 1 de enero y el 11 de abril de 2021, en el país ocurrieron 1.780 delitos de robos violentos de vehículos, lo que representa un 43% menos que en el mismo periodo del año pasado. La percepción de la ciudadanía sobre la materia y el temor generalizado al respecto, son para no dar crédito a tales datos.


Son tres los días predilectos por los asaltantes para perpetrar sus asaltos: lunes, martes y jueves concentraron, durante estos casi cuatro meses del año, el 49,7% de acciones y el 34,6% de estos delitos ocurre entre las 20.00 y las 00.00 horas. El otro tramo horario en que hay un flujo más continuo de encerronas y portonazos es entre las 16.00 y las 20.00, en cuyo lapso, en este año, ya se ha producido el 20,3% de estos atracos.


De lo que va transcurrido del 2021, 765 de estos delitos, es decir, un 42,6%, ocurrieron en Maipú, Pudahuel, Quilicura, Puente Alto, Santiago, Recoleta, San Bernardo, La Florida, Lampa y Conchalí.


La Justicia juega un rol decisivo en estos altos niveles de criminalidad en las calles, al punto que de los 195 detenidos durante este año por asalto y robos con violencia de vehículos, el DAC concluyó que 56,9% de ellos –111- ya había sido detenido en más de una vez. Pero el dato que más alarma es que, de éstos, ¡25 registran más de 10 aprehensiones previas!, y 5, tienen más de 30 arrestos anteriores. Con este escalofriante escenario de puerta giratoria judicial ¿alguien puede siquiera imaginar que la delincuencia tiene solución en el país? Con este estilo de aplicación de penas, jamás se sacará de circulación a los malhechores.


Respecto al tramo etario de los detenidos, un 50% tiene entre 18 y 30 años; un 25% es niño y adolescente, y un 18%, registra entre 31 y 45 años.


Según el Perfil del Adolescente en Conflicto realizado el 2015, la edad promedio en que un adolescente comete su primer delito es a los 13 años, y que de cada diez acciones ilegales, seis son protagonizadas por jóvenes menores de 24.

De acuerdo a un estudio realizado por Alerta Joven, el perfil del joven que delinque apunta a la deserción escolar, al inicio forzado en el mundo laboral, a la participación en estilos de vida riesgosos y a su vivencia en hogares disfuncionales. A ello hay que agregar que, consecuencia de estos nefastos factores, a los 14,2 años es la edad promedio en que inicia el consumo de alcohol y drogas, frente a los cuales, el muchacho se ve obligado a delinquir para obtener ingresos para mantener sus vicios.


Lo que la población advierte, y con mucho temor, es la escena in situ de asaltos y robos violentos de vehículos, pero la dimensión del problema no se reduce, a como lo hace Carabineros, a la detención de los autores. Ésa es solo una parte de la cadena, la que rápidamente se corta por la libertad de niños y jóvenes decretadas por la Justicia o por la discrecionalidad en las medidas cautelares.


El problema toca fondo con el sello del nuevo delincuente criollo, fruto de una infinidad de problemas sociales de tanta profundidad que no tienen para cuándo vislumbrar algún tipo de remedio.


bottom of page