DE LA PEOR CALAÑA

VOXPRESS.CL.- Si existe un sello común que marca las conductas de las sensibilidades de izquierda es su falta de clase, su mala calaña.
Días atrás, se conmemoraron, sobria y sin aspavientos, los 15 años de la muerte de Augusto Pinochet, y uno de los hitos más recordados por los medios que se ocuparon del tema, fue el escupitajo de un joven sobre el féretro del fallecido en su capilla ardiente.
Ahora, a causa de un episodio muy malamente escondido, la izquierda, y en particular el Frente Amplio, ordenó a una de sus diputadas guardar silencio cuando planteó al partido que había sido acosada por el candidato Gabriel Boric.
Más tarde se transformó en escándalo el silencio del candidato frente a otro caso de acoso, del cual eludió referirse pese a los continuos emplazamientos para que lo aclarase. Finalmente, la involucrada dio la cara y se identificó como Macarena Castañeda, quien dio por superado el hecho ante “las disculpas” ofrecidas por Boric.
De actuaciones de este tipo está plagada nuestra izquierda criolla, y siempre logra sus objetivos gracias a la colaboración espontánea y generosa de un periodismo que ha llegado al límite del descaro por su subjetividad y siempre listo a colaborar con ella para callar sus malas acciones y para amplificar la caja de resonancia en contra de sus adversarios políticos. En uno de los debates finales de los aspirantes presidenciales, un conductor de noticieros intentó mezclar a José Antonio Kast con la DINA y la CNI por haber propuesto en su programa una norma ya establecida, y por lo tanto escrita, en los Estados de Excepción Constitucional en vigencia, y aprobados por el Congreso Nacional. Por ignorante, el cazador resultó ser cazado.
Nada puede extrañar, aunque sí no comprenderse, acerca de la tendenciosa postura de los medios de comunicación, luego de que el Colegio de Periodistas anunció un inédito apoyo oficial a un candidato -Boric-, lo que nunca había ocurrido en su historia. Más allá de que la Orden se halle en manos de comunistas, sus miembros deben, al menos, simular una neutralidad dado los principios morales enunciados en su fundación. Desde que esta agremiación cayó en poder de la izquierda, no volvió a funcionar su antiguamente celosa Comisión de *ética.
Desbordando todo lo imaginable, este periodismo comprometido mostró, definitivamente, la suela de sus zapatos por el trato brindado al Partido de la Gente (DLG) por no entregar su respaldo electoral a Boric.
Periodistas en su conjunto y dirigentes de la izquierda, con idéntico entusiasmo, se dieron a la tarea de ‘pasarle la cuenta’ al presidente de la colectividad e intentaron dejar a sus militantes como una tropa de mafiosos, con costumbres gansteriles, y que amenazan de muerte a quienes “piensan distinto”, o sea, a un puñado de simpatizantes del extremismo.
Como a ninguna otra colectividad, a ésta le buscaron las cinco patas al gato por irregularidades de financiamiento, escondiendo sin escrúpulos, al mismo tiempo, una probada corrupción de la jefa de campaña de Boric, Izkia Siches, cuando fue presidenta del Regional Santiago del COLMED. La directiva de éste, boricista, anunció que pasaría al ministro de Salud, Enrique Paris, a su Comisión de Ética por el ‘delito’ de confirmar con pruebas la irregularidad financiera cometida por la entonces dirigente comunista.
Lo ocurrido con el DLG es una vergüenza que dejó en el más soberano de los ridículos tanto a políticos como a periodistas. Para ellos, un partido recién oficializado en julio de este año, no mereció una mínima atención porque, por su propio desconocimiento, pronosticaron que no llegaría a ninguna parte en primera vuelta. Su única inquietud surgió por la situación judicial de su carta presidencial Franco Parisi, quien en toda la campaña electoral no pudo ingresar al país por una millonaria deuda de pensión alimenticia.
Todos por igual mal informados, pensaron que dada la ausencia de su líder en terreno, el ‘partidito’ sacaría poquitos votos que no incidirían sobre nadie para la segunda vuelta.
Ninguno atinó a averiguar el modelo de funcionamiento de DLG, exclusivamente basado en una amplia red por internet y, por lo mismo, con una intercomunicación instantánea entre todos sus militantes, y de las directivas nacional y regionales con ellos. El financiamiento de la campaña fue por aportes voluntarios hechos a través de ese sistema.
Resulta que este ‘partidito’ destinado a pelear el último lugar con el pro soviético Eduardo Artés en la primera vuelta, remató tercero, con 900 mil votos para Parisi, superando por amplio margen a las candidaturas de colectividades antiquísimas y tradicionales, como RN, UDI, PS, PPD y DC, ello además de elegir a seis diputados, de gran incidencia para desequilibrar las futuras tendencias en la Cámara.
De la noche a la mañana, estos ninguneados y hasta despreciados militantes de DLG, pasaron a ser la niña bonita por conquistar para la segunda vuelta. Dados, primero, los feroces ataques de Daniel Jadue (PC) a su militancia y, luego, las críticas de Parisi a Boric, la izquierda tomó debida nota de que dicha colectibidad no estaba con ella para esta instancia, esfumándose el plus de, al menos, parte de esos esperanzadores 900 mil votos. Picados, el propio Boric, su entorno y sus seguidores -naturalmente incluido el periodismo- se dieron a la tarea de hacer pedazos a DLG, movilizando a sus propios agentes infiltrados en él para denunciar las cosas más horribles ocurridas en su interior, como amenazas de muerte a opositores, acerca de la cual ninguna fiscalía del país tiene conocimiento. Como era de suponer y esperar, se dio más tribuna a detractores de DLG que a sus propios dirigentes y militantes que salieron a desmentir los arteros ataques del boricismo y de periodistas.
Con su hipocresía tradicional, a raíz del problema judicial de Parisi por una deuda de pensiones alimenticias, “las pobres madres chilenas con hijos abandonados por sus progenitores” pasaron a ocupar, interesadamente, el primer plano informativo, pero manteniéndose siempre muy secundario los episodios de acosos protagonizado por Boric. Aún más, resultó vergonzoso el silencio de las gritonas mujercillas que exigen las penas del infierno para quienes atentan contra una fémina. Esta vez quedaron satisfechas con las disculpas que recibió una acosada.
Así, con estos niveles de inmoralidad y bajeza, ha actuado siempre la izquierda, y, peor todavía, la chilena, que lo hace con la mayor naturalidad.