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CONSUMADA LA REBELIÓN EXTREMISTA


VOXPRESS.CL.- Días atrás, alguien decía que la política es como el humor: sin llorar. Muchos acomodos pueden buscarse para explicar los resultados de la ‘Fiesta de la Democracia’, como denominó la vocera de Gobierno al cuarteto de elecciones del súper wikén de mayo. Dentro de todas ellas, la más, y quizás única, realmente trascendente fue la designación de los integrantes de la Convención Constitucional.


Serán ellos quienes determinen los contenidos de la nueva Constitución, y, de acuerdo a ellos, marcarán el futuro del país. Así, a primera vista, no se percibe muy claro ni menos feliz.


Desde el 15 de noviembre de 2019, cuando el Presidente, para mantenerse, aunque tambaleante, en su cargo, le entregó la Constitución 1980/2005 a la oposición izquierdista, esta instancia –la Convención- pasó a ser de vital trascendencia para el futuro inmediato y remoto de Chile. Resultaba, pues, de vida o muerte, la composición ideológica de la asamblea, y, por ende, el sentir de los votantes. Haciendo una analogía, la elección de convencionales tenía las características de la presidencial del 4 de septiembre de 1970, cuando el país se enfrentó a un hito sin precedentes, como que un Gobierno marxista fuese electo mediante el voto popular. Así no más ocurrió, y Chile es poseedor de la marca mundial de haber sido la primera nación en dotarse de un régimen totalitario por libre decisión de sus ciudadanos.


Si no meridianamente igual, la elección del 15/16 de mayo tiene mucha similitud con aquella traumática, inolvidable e inexplicable tragedia político/social. Tiene, también, mucho de lúgubres coincidencias acerca del futuro que le aguarda al país, dada la contundente mayoría de convencionales de izquierda dura, muchos de ellos maquillados de “apartidistas” pero, todos, con un domicilio doctrinario conocido.


El hecho de no ser militante de un partido no es sinónimo de independencia.

En las respectivas listas distritales figuraron como “independientes”, así a secas, o inscritos en algún pacto, políticos de la nueva hornada, desconocidos para muchos, pero muy familiares en el ámbito del activismo extremista, el mismo que predica, y ejecuta, la desobediencia civil.


Al menos en la política, nunca han existido los independientes en estado virginal, ya que por encima de esa denominación siempre prevalece un pensamiento ideológico, por básico que sea.


Como bloque, tanto el oficialista Chile Vamos como la opositora Unidad Constituyentes, no obtuvieron los escaños proyectados ni menos suficientes para acercarse, siquiera, a controlar y manejar los hilos de los articulados de la nueva Constitución.


La arrolladora incorporación de gente poco o nada conocida a la Convención es fruto de una renovación surgida de modo fulminante con la revuelta del 18 de octubre de 2019.Es cuestión de analizar el mapa de proveniencia de las candidaturas duras para comprobar que cada cual fue puesta allí por tratarse de zonas probadamente afines y potentes en adherentes y seguidores de los “luchadores sociales” del 18/O, asociadas a pactos y listas con nombres tan sugerentes como Pueblo, Dignidad, Igualdad y otros por el estilo. El extremismo creó una red de ‘independientes’, de la cual nadie ajeno se percató: la mal interpretaron como “dispersión de fuerzas”.


Es oportuno traer al recuerdo que para dicha operación subversiva sólo estaban suficientemente informados, y preparados, activistas del PC y del Frente Amplio: los ‘partidos tradicionales’ opositores resultaron tan sorprendidos con la subversión como lo fue el Gobierno. En la reunión en Caracas, donde se planificó la acción rebelde, estuvieron presentes sólo parlamentarios comunistas y frenteamplistas, y ninguno de los pertenecientes a los opositores que, posteriormente, suscribieron el Acuerdo de Paz de noviembre de 2019, a excepción del solitario Gabriel Boric. El PC y el FA, con toda su montonera, rehusaron estar en una junta en la cual “se iba a salvar al Presidente”, teniéndolo en la cornisa, listo para sacarlo. Gracias a este episodio es que Pamela Jiles denunció que “nos secuestraron nuestra Asamblea”, porque iba a ser la consecuencia inmediata posterior al derrocamiento del Mandatario.


A partir de esa fecha, y ya con el plebiscito sobre la mesa, el objetivo del extremismo golpista fue, primero, ganar la consulta, para hacer posible la Convención, y, luego, generar los enclaves mayoritarios dentro de ésta, lo que se hizo adoctrinando y generando pequeños pactos y reclutando a “independientes” que no son tales.


Consciente del desgaste y del desprestigio de la política tradicional y de los partidos tradicionales, el extremismo apostó por esta renovación cercana a los cuadros de combatientes callejeros. Tuvo, además, el cuidado de no presentarlos en las calles en la víspera electoral para no ‘asustar’ a los votantes.


Es incuestionable, a la vez que comprobable, el hecho de que son mayoría en la Convención y que impondrán su voluntad. Cerraron el círculo que dejaron a medio abrir con el 18/O. En aquella oportunidad no pudieron materializar la toma del poder a través de la violencia, pero ahora se están acercando a ello, primero a través de los votos, y de aquí en adelante, mediante su poderío al interior de la Convención constitucional.


El futuro de Chile, que podría ser hasta el peor, está en sus manos, en las manos de quienes vandalizaron al país, intentaron derrocar al Presidente, se impusieron en el plebiscito y ahora conquistaron la crucial Convención. El ciclo iniciado en tierras de la dictadura venezolana que estalló en octubre de 2019 se cerró el 16 de mayo pasado.

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