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CHILE, REBAJADO A “DEMOCRACIA DEFECTUOSA”





VOXPRESS.CL.- The Economist Intelligence Unit es un ente privado con sedes en los más importantes países del mundo, y que se dedica a la evaluación permanente de los estados financieros de las naciones, a los vaivenes de los mercados empresariales y, sobre ello, mantiene una clasificación actualizado del estado de los países, basándose en su estabilidad económica.


Lo relevante de esta unidad de investigación global de mercados, es que asocia íntimamente la libertad de mercados a la institucionalidad política.


En su último informe, correspondiente a febrero de 2022, el EIU bajó de clasificación a Chile, desde “democracia plena” a “democracia defectuosa”. Dicha devaluación internacional no es, como algunos quieren “embolinar la perdiz”, consecuencia de la crisis económica mundial derivada de la pandemia, porque dicho efecto lo han sufrido absolutamente todos los países –libres, eso sí-- que son abiertos con sus cifras, estadísticas e informaciones económicas y políticas.


Chile, es cierto, es uno más de todos los que han sufrido los rigores del virus, pero a ello le ha agregado un condimento propio y que es el que ha recargado de problemas su presente y de incertidumbre su futuro. Como muchos,, debió incrementar fuertemente su endeudamiento fiscal, pero como pocos -casi una excepción- incrementó el consumismo, y con ello disparó el IPC, por una muy discutible política de ayudas sociales, algunas aún en vigencia. En parte se atenuó la debacle originada por la cesantía, pero se incrementó, con ello, el hábito al no trabajo, originando una abismante falta de mano de obra. No sólo se encareció ésta, sino hay quienes hoy aguardan, tal como se les prometió previo a las elecciones, vivir del Estado.


Se urdió, además, y como medida de extrema urgencia, un retiro único de los fondos previsionales de los trabajadores, pero la presión política los llevó a tres, fruto de lo cual circuló mucho más dinero del habitual, con las consecuencias que ya empezó a pagar la población: una galopante inflación.


No obstante ello, lo que definitivamente gatilló la caída de Chile a “democracia defectuosa” fue su propio clima interno de efervescencia e incertidumbre política que estiró al máximo el elástico de la desconfianza. La elección presidencial de un conocido, y no arrepentido, activista de la izquierda extremista, más las desquiciadas propuestas de delegados ultras de la Convención Constitucional, generaron un escenario de pavor, el cual fue recogido de inmediato por todos los Centros de Estudio del mundo, menos por la población chilena, con ciudadanos -si es que se les puede llamar así- que ignoran la existencia de la Convención, que desconocen lo que se está haciendo en su interior y que, por propia confesión, no sospechan que hay un plebiscito obligatorio dentro de algunos meses.


Ni siquiera en los tiempos de la ‘retroexcavadora’ de Bachelet, a Chile lo habían bajado al nivel de “democracia defectuosa”, y ello fue posible, fundamentalmente, por dos factores: los anuncios hechos por los convencionales constituyentes apenas entraron en funciones y por la elección del dúo amplismo/comunismo para regir los destinos del país. Es decir, inseguridades e incertezas por todos lados, las que continúan intactas hasta ahora.


El universo financiero no confía en quien se instalará una banda presidencial mandada a hacer expresamente al Sindicato Revolucionario de Trabajadoras Textiles, el que nació semanas después de la subversión de octubre de 2019.


Ningún ente relacionado con el empresariado global es indiferente ante las declaraciones de una de las elegidas para escribir la nueva Constitución: “hay que sacar a los dueños de las empresas mineras y pasarlas al Estado”, explicando, de paso, que “las indemnizaciones por la expropiación tienen que salir de sus propios bolsillos con todo lo que han ganado”. Este tipo de declaraciones, y muchas otras, dan vuelta por el mundo y son asumidas, obviamente, como amenaza para una debida libertad económica y, por consecuencia, también como una amenaza para las libertades del respectivo país.


En estos términos tan brutalmente planteados, dicha propuesta no se concretará, pero como “los ricos” hace décadas que están en la mira de los extremistas, surgirán -como ya se están aplicando-- legislaciones que limitan sus utilidades, y eso solo, guste o no, se considere justo o no, es considerado por entes financieros globales como un atropello a la libertad económica y, por tanto, a la institucionalidad del país.


En el resto del mundo se ha tomado debida nota que, ante la ausencia de garantías para plenas libertades, se ha registrado una sustancial fuga de capitales y es un hecho el freno total de las inversiones. Chile es, hoy, un país en riesgo total.

El nuevo Presidente es un sujeto de sospecha permanente para los Centros de Estudio del mundo -el libre- por su condición de activista del extremismo anticapitalista, por su adhesión incondicional al modelo socialista y por su sociedad con el comunismo.

Gestos artificiales de moderación o conductas hipócritas tendientes a hacer variar la percepción general acerca de él, de sus ministros y subsecretarios, son parte de la apolillada estrategia del socialismo internacional de presentarse, siempre, como oveja mansa.

Chile, imperio de la ignorancia, de la indiferencia, de la apatía y de la desinformación, es terreno abonado para ‘pisar el palito’, pero no así los grandes centros de investigaciones y de estudios, como en este caso Economist Intelligence. Sólo los hechos, nada más que los hechos, incidieron en que sus profesionales, actuaran de la forma en que lo hicieron con la realidad actual de Chile. El país ya es una democracia defectuosa, el paso previo a lo que tanto se teme, y respecto a lo cual tanto ignora nuestra población.


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