CARTAS Y DESCARTADOS

VOXPRESS.CL.- Si a alguien, en broma, se le hubiera ocurrido preguntarle a la gente por Arturo Vidal, el ‘Chino’ Ríos, Don Francisco -aunque jubilado- y por ‘Mon Laferte, de seguro que hubiesen arrasado con las preferencias, y se hablaría de ellos hasta como presidenciables dada su tremenda popularidad. A tan exótica conclusión se llega, tras conocer los resultados de la encuesta semestral del CEP, la que hace un año no se realizaba: el desenlace corresponde al grado de conocimiento que la ciudadanía tiene de los personajes públicos y a los que perfila con mejores valoraciones para sentarse en el sillón de La Moneda.
No puede ser otra la deducción, luego de saber que las personas con más arrastre popular en el país son Pamela Jiles, Izkia Siches, Enrique Paris, Joaquín Lavín y Yasna Provoste. No deja de ser curioso el resultado de una encuesta destinada a medir la aceptación o rechazo de los precandidatos presidenciales, porque, en resumen, los políticos que, más se han abocado a este empeño casi no aparecen mencionados por el público entrevistado.
Las encuestas del CEP son las más confiables en tiempos de elecciones, porque tienen un amplio trabajo de campo (consulta a la gente en terreno) y porque la tabulación de datos se realiza con seriedad. Sin embargo, en esta oportunidad, la investigación colmó de dudas e incertidumbres a los genuinos interesados en llegar a La Moneda, porque lo que reveló el estudio fue, simplemente, niveles de popularidad, y ésta no le garantiza a nadie ser Presidente de la República.
Dado los resultados de la CEP, queda claro que a los entrevistados no les interesan los políticos, porque parlamentarios y partidos tuvieron un miserable 8% de aceptación, menor que el del Presidente (9%). Si se repara en los tres más “populares”, todos son off del sistema, y es éste el que maneja el control de la política nacional y de los actos electorales.
Pamela Jiles, la número 1, es más que una solitaria diputada un personaje todavía enclavado en la farándula: se hace llamar ‘La Abuela’ y ofrece un cuarto y un quinto retiro de fondos a sus seguidores, que los denomina “mis nietos”. Se disfraza en el hemiciclo y corre con voz propia en cuanto tema se le ocurre: es la heroína en la campaña de trasquilar a las AFP’s, puja porque el Presidente se mande cambiar ahora mismo y le rinden pleitesía sus “chiquillos” que, según ella, están siempre listos para una revuelta social.
Jiles es, oficialmente, la única diputada del Partido Humanista, el cual no puede participar en las elecciones presidenciales por no estar legalizado en todo el país. En el resto de la izquierda no la quieren, con especial predilección en la Unidad Constituyente, que está organizando una primaria presidencial sin ella.
La sigue en arrastre popular un doctora que se halla con licencia maternal, Izkia Siches, quien adquirió notoriedad, primero el 2014, al plantear en twitter que “alguien se pitee a Piñera”, y luego, el 2020, al instalarse en el Comité de Crisis sanitaria de La Moneda, golpearle en la mesa al Presidente y, después, ‘arreglarle el pastel’ a los ministros Mañalich y Paris.
A propósito de este último, no resulta fácil hacerse a la idea de que es tremendamente popular –como lo revela la encuesta-, cuando, puntualmente, tres veces a la semana es acosado sin piedad por las medidas que no detienen el virus, por los tropiezos en el proceso de vacunación masiva y es fustigado por sacar de la cuarentena a las “comunas de los ricos”. Si alguna vez lo fue, especialmente luego de su debut ministerial, lo menos que tiene el doctor por estos días es ser querido.
En cuanto a Joaquín Lavín, su popularidad es proporcional a sus cambios de colores: un UDI pinochetista que se declara socialdemócrata y que proclama que un eventual Gobierno suyo será “sin la derecha”, obviamente que acapara el afecto de la izquierda, más aún si los propios investigadores de la CEP dan cuenta de que un 90% de los consultados “se reconocen ser partidarios de la izquierda”…
Ya en un plano de real interés político, como es una elección presidencial, la indagación da cuenta de que hay más problemas y confusión en la (centro) izquierda que en la centroderecha. En el sector de la oposición, quien más figura después de Jiles es Daniel Jadue (PC), pero éste tiene sólo un 50% de aceptación contra un 25% de rechazo, lo que hace inviable su futuro. Heraldo Muñoz (PPD) y Paula Narváez (PS) se encuentran en niveles muy bajos de “popularidad”, y menos todavía la DC Ximena Rincón, que, al menos en esta encuesta, aparece amagada por su colega senadora Yasna Provoste. “Eso no puede ser así, porque ella está trabajando por mi candidatura” advirtió la parlamentaria por Maule.
En este punto, el repentino surgimiento de la actual presidenta del Senado, no resulta fácil de engullir de buenas a primera, porque ella se ganó una importante cuota de reconocimiento recién desde que asumió en le testera de la Cámara Alta y, específicamente, en su rol negociador en la reciente crisis por los dos retiros de fondos.
Al menos la encuesta CEP, cierra su trabajo de campo con mucha anticipación, de tal modo que las “consultas populares” estaban ya finalizadas cuando Provoste irrumpió en un primer plano. Ello abre una interrogante, si se quiere hasta algo sospechosa, respecto a la imprescindible búsqueda de una figura que pueda aglutinar a la (centro) izquierda, con la aceptación de duros, blandos y centristas.
Respecto al bloque de Chile Vamos, y también remitiéndose al ítem de “conocimiento del personaje”, el más identificado fue Ignacio Briones (EVOPOLI), pero con una muy baja valoración: fue ministro de Hacienda.
Joaquín Lavín y Evelyn Matthei se hallan relativamente cerca, aunque la alcaldesa de Providencia, con un índice más alto de reprobación, en tanto “entra por los palos” el independiente Sebastián Sichel. Mario Desbordes continúa siendo lo que siempre fue: una burbuja.
Quienes se dedicaron a desmenuzar los resultados de la encuesta concluyen algo sabido y poco novedoso: la presidencial de noviembre continúa totalmente abierta. La tremenda popularidad de Jiles es un poco más que una anécdota, porque, así de sola como se halla, no estará en ninguna papeleta.