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AHORA SÍ, CHILE DESPERTÓ


VOXPRESS.CL.- Pareció de película: a las 20:30 del viernes 19 de octubre de 2019, la alarma del móvil híper privado del ex Presidente de la República, sonó sobre la mesa de un restorán de avenida Nueva Costanera. Allí estaba él con su grupo familiar más íntimo, celebrando el cumpleaños de un nieto. “Véngase de inmediato a La Moneda” fue el escueto mensaje.


A esa hora, ya estaba en pleno desarrollo el incendio de varias estaciones del Metro, dando inicio, así, a la revuelta insurreccional destinada al derrocamiento del entonces Mandatario. Aquélla fue una noche de horror: fuego por todos lados y hordas desplazándose coordinadamente para sembrar las calles de barricadas.


Matemáticamente, así se cumplía la fecha elegida por el PC para dar el Golpe: la misma, pero de 1948, en que el comunismo fue prescrito en Chile. La Inteligencia Nacional ni sospechó lo que estaba pasando, pese a que, semanas antes, las autoridades fueron avisadas de la abrupta desaparición en el mercado del rubro de todo tipo de líquidos acelerantes de llamas.


Sólo dos partidos permanecieron en vigilia en la víspera, a la espera de los acontecimientos: el PC y el Frente Amplio, ésta, la colectividad de Gabriel Boric. Ambos fueron los únicos firmantes del pacto para el Golpe político, acordado en Caracas en una asamblea del Grupo de Puebla que tuvo más que suficiente difusión en TV. Nadie, al menos del Gobierno, le dio importancia a esa encendida Cumbre marxista, desconsiderando la personal animadversión de Nicolás Maduro hacia el anterior Presidente chileno.


A ese ‘estallido’, que de espontáneo nada tuvo, le siguieron la quema de buses, de centros comerciales, de canales de abastecimiento comunales, de pequeños negocios de emprendedores, de fábricas, de sedes bancarias, de farmacias, el intento fallido de prender fuego a la sede central de ENEL, el asalto a templos y comisarías y el llamado del presidente del PC –hoy, el personaje peor evaluado de Chile- a que el entonces Presidente presentase de inmediato su renuncia. Discrecionalmente, hordas vociferantes y provistas de bombas, piedras, cuchillos, ácidos y escudos, cortaron las principales avenidas, violando de modo flagrante la libertad de desplazamiento de los ciudadanos. El mayoritariamente periodismo aliado al Golpe se hizo eco de sus caudillos, pregonando que “Chile despertó” del mal sueño en que lo sumieron por 30 años la Concertación y un ‘amarillo’ en dos ocasiones. Culparon a “la Constitución de Pinochet” de sus pesadillas y pusieron mano a la obra para elaborar el asqueroso montaje de la Convención, con el objetivo de concretar por la vía institucional el abordaje al totalitarismo, lo que les fue impedido por una decidida y contundente reacción de la ciudadanía el 4 de septiembre.


Se han cumplido más de 3 años en que el extremismo desquiciado proclamó “el despertar de Chile”, tiempo en el cual ha sido sumido en el peor de sus quebrantos, convirtiéndose en una triste mueca de lo ofrecido por sus siniestros autores. Es, hoy, el último país de Latinoamérica para el Banco Mundial, desbordado por el terrorismo, la delincuencia, las mafias y por una durísima crisis económica en permanente aumento.


Sólo en el primer año de Gobierno ‘transformador’, los homicidios aumentaron en un 43% y hacía más de tres décadas que el país no tenía una inflación tan alta. Aquel “despertar” no resultó más que “un arruinar”, y si dicho Golpe llegó a tener –por engaño- alguna simpatía, los hechos y las cifras demuestran que sólo originó perjuicios. Hoy, un 87% de la población asegura que “por ningún motivo” tomaría una piedra, destruiría una calle, lanzaría una bomba o armaría una barricada.


Abundan los testimonios de la gente en cuanto a que se halla peor -mucho peor- desde octubre de 2019, y ello lo reflejó rotundamente la encuesta noviembre/diciembre del CEP, el sondeo más amplio y serio del país. Las conclusiones de la investigación demuestran, con datos muy duros, que recién ahora Chile está despertando, y lo está haciendo en repudio a quienes lo quisieron condenar a muerte.


Un 70% reprueba la gestión del Mandatario y un 54% cree que el país va por un muy mal camino.


Un 61% de la población fustiga la liberación de delincuentes comunes -uno, violador- “por razones humanitarias”, todos protagonistas directos de aquel “despertar” de octubre de 2019. En su discurso ante la asamblea de la ONU, el Presidente de Chile manifestó que “el Estado tiene una deuda con estos luchadores sociales”, considerados por La Moneda como “presos políticos”… Consecuencia de su delirante decisión, Boric acaba de subir su reprobación en 9 puntos y el real jefe de este Gobierno, el presidente comunista Guillermo Teillier, es el personaje público más despreciado por la población y su camarada Camilla Vallejo “avanzó” al tercer lugar de los más aborrecibles, antecedida por Giorgio Jackson.


Las policías y las Fuerzas Armadas, lanzadas a la hoguera tras el despertador del “estallido”, ocupan hoy los primeros lugares de valoración y confianza de la población. Incluso, las antiguas preocupaciones sociales de la ciudadanía -previsión, salud, trabajo, educación- fueron desplazadas por amplio margen por la inseguridad ciudadana, frente a la cual, La Moneda continúa planificando qué hacer y cómo encarar la delincuencia, todo a largo plazo. Los indultos revelaron una realidad brutal: el Gobierno no puede extinguir con armas a quienes ilegalmente las usan porque fueron los principales protagonistas del “estallido” y, además, contribuyentes, con sus votos, a su elección.


El segundo ítem de mayor preocupación ciudadana es su precariedad económica. Hoy, Chile es prisionero de su peor crisis financiera en 30 años, y ello consecuencia de la desconfianza que origina el PC mandando en La Moneda. El ministro de Hacienda, Mario Marcel, esquiva esta causa, atribuyendo la crisis –además de los consabidos ‘culpables’ Ucrania y Estados Unidos- a los retiros de pensiones, los mismos que propiciaron y votaron masivamente a favor quienes gobiernan en la actualidad.


Los políticos mejores evaluados son dos alcaldes de la oposición, Evelyn Matthei y Germán Codina, la primera a quien el “visionario” presidente de la UDI, Javier Macaya, sacó del camino electoral para despejarle su candidatura a Joaquín Lavín, “el único capaz de derrotar a Daniel Jadue en segunda vuelta”… ¡Qué olfato político!


De aquel planificado “estallido” del 2019 quedan sólo hilachas de la perfecta combinación de audacia, ineptitud e incompetencia de sus protagonistas: el 50% del gabinete ministerial no es identificable por parte de la gente, según la CEP. A ello hay que sumar la reveladora y contundente ratificación, gracias a los indultos, de que los actores de la revuelta no fueron más que delincuentes y, algunos, con prontuarios de temer. Son los mismos que hoy imponen el pánico y la violencia criminal, y esto con la tolerancia de un Gobierno que no se anima, ni se animará, a iniciar su cacería por tratarse de sus camaradas.


De todo esto ya se dio cuenta Chile. Despertó, y de ello da testimonio la caída libre de su Presidente.


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