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A GUSTO DEL CONSUMIDOR


VOXPRESS.CL.- No será ésta la primera ni la última vez que dejaremos plasmada la alarma por quienes están detrás de alguna de las heterogéneas candidaturas a uno de los tantos cargos en juego en las próximas elecciones.

La ciudadanía ha tenido más que suficiente espacio y tiempo para conocer el ‘pensamiento’ de los aspirantes a alcaldes, concejales, convencionales constituyentes y gobernadores, como para haberse percatado de que en la amplia gama de los casos se trata de individu@s que “venden” caprichos, algunos sueños y muchas utopías.

Es tan larga la lista de deseos, como si el país, su Constitución y sus municipalidades se tratasen de un Papá Noel dispuesto a satisfacer la más insólita variedad de peticiones. De éstas, hay para todos los paladares un territorio habitado sólo por mujeres, con alimentos sólo ‘verdes’; con una sola educación rica en calidad, y totalmente gratuita; donde nadie pague alquiler por una vivienda, sino sea dueño de una propiedad donada por el Estado; donde la alimentación no tenga costo para nadie; donde el uso de combustibles esté prohibido; donde el animalismo sea más importante que el humanismo y en el cual no haya distinción de sexos, porque “todos somos igualitos”…Eso sí, Un candidato no podrá ver satisfecho su sueño de “ver fuera a Piñera” porque para cuando entre en vigencia la nueva Constitución, esté puede que se halle lejos, muy lejos.

Todos los postulantes estrujan la “inclusión” de género, de sexo, de vulnerables, de inmigrantes, de desposeídos, pero no hay una sola referencia a la obligatoriedad de enseñar el lenguaje de señas para integrar plenamente a los sordomudos a la sociedad.

En la historia de las Constituciones que se han dictado en el país, jamás en éstas tuvo injerencia tal abundancia de ignorantes, como nos ha mostrado, generosamente, la propaganda electoral. Es evidente que, casi todos los postulantes, nunca tuvieron el ramo de Educación Cívica, eliminado de los programas de estudios…por inútil, en 1967, Gobierno de Frei Montalva.

Qué hablar de los aspirantes a alcaldes -hasta narcotraficantes hay en las nóminas- y, peor todavía, entre quienes aspiran a concejales.

En una reunión de Concejo de un municipio de la Región del Maule, se exponía la necesidad de gravar (de gravamen) un sitio utilizado como polvorienta cancha de fútbol, y una concejala saltó para decir que “claro, se podrían grabar por televisión los partidos”…Las risas motivaron momentáneamente la sesión.

La ignorancia, formalmente, es la “carencia general de instrucción o de conocimientos”, pero, más preocupante aún, un juicio filosófico asevera que "el odio y la violencia son el resultado del terror, y el terror nos viene de la ignorancia”.


En su libro Democracy and Political Ignorance, el profesor de Derecho Ilya Somin desarrolla la tesis de que “la ignorancia política es un problema grave para la democracia”. Nacido en la ex URSS, el académico valora profundamente los méritos de la gobernabilidad democrática, pero sostiene que “la democracia funciona mejor mientras más pequeño y limitado sea el Estado”, y, por lo tanto, “son menos quienes deban ser supervisados por los votantes”.


Las decisiones tomadas al votar ejercen “poder sobre otros”, escribió John Stuart Mills, ya en 1861. Tanto recelaba de la ignorancia política que propuso conceder votos adicionales a los electores más informados.

Buena idea hubiera sido destinar “asientos reservados”, así como para las etnias, exclusivos para inteligentes, en la asamblea constitucional.


Entre la variedad de propuestas para la nueva Constitución no se ha escuchado una sola palabra en torno a que, a futuro, los candidatos a cualquier cargo político debieran, al menos, rendir una prueba de conocimientos elementales sobre las funciones que van a cumplir. El “no cacho ná” de la diputada Maite Orsini (FA) fue una prueba de ello, y qué decir del cuestionado Raúl ‘Florcita’ Alarcón, quien apenas se sentó en su butaca de diputado, advirtió que “de tramitaciones de leyes no tengo la menor idea”.


La súper abundancia de asesores, financiados por los impuestos de todos los chilenos, tiene su origen, precisamente, en la ignorancia de quienes toman las decisiones más importantes para el país y que, con mucha arrogancia, ostentan que son ellos quienes hacen las leyes.


Hasta para el más básico de los empleos, el aspirante a desempeñarlo debe responder, al menos, a una entrevista en la cual se aspira por parte del contratante a evaluar sus competencias, pero ello no ocurre para los postulantes a ejercicios desempeñados por quienes son electos por votación popular.


Aún hay tiempo para que la Constitución en carpeta no continúe siendo, como dramáticamente se observa, una lista de productos, como los que se pretende adquirir en un supermercado. Eso nunca ha sido el modo de elaborar una Carta Fundamental.


Alguien que tenga una pequeña dosis de cariño por el país y que sea electo como convencional, podría tener la esperanzadora iniciativa de establecer como condición para ser candidato, un indispensable colador en que el interesado, al menos, revele poseer un mínimo de competencia en materias generales sobre la función y las temáticas inherentes al cargo que quiere desempeñar. Esa elemental aspiración, hasta la fecha, no aparece todavía en la larga lista de gustos y caprichos que el ‘populacho’ quiere que queden estampadas en la nueva Constitución.



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