LA LUZ ROJA DEL VOTO JOVEN

VOXPRESS.CL.- En una reciente encuesta referida a los eventuales “tipos de votantes” que intervendrán en el plebiscito constitucional, se reveló un dato que no tiene muy tranquilos a los partidos políticos: la absoluta indiferencia por el voto de parte una cifra no menor de la juventud. La razón, prácticamente unánime dada por los consultados, los puso todavía más temblorosos: su categórico rechazo, precisamente, a las colectividades y a su modelo de organización cupular.
La desafección der los jóvenes por los actos electorales con incidencias partidistas, quedó al desnudo en los comicios presidenciales del 2017: “la cabrería”, como la definió Beatriz Sánchez, se levantó a sufragar por ella sólo por considerarla no proveniente del sistema. Sin ella en segunda vuelta, simplemente no se tomó la molestia de llegar hasta las urnas para darle su preferencia a Alejandro Guillier.
El progresivo distanciamiento de la juventud de los moldes clásicos de la política, fue reafirmado en la reciente, y fracasada, elección de directiva de la FECh, la agrupación estudiantil universitaria más grande del país y otrora, un genuino botín de guerra para los partidos políticos.
Apenas un 14% de sus 43 mil estudiantes habilitados para votar emitió su sufragio electrónico durante los dos días que duró el proceso. El mínimo para validar la renovación, según estatutos de la entidad, es de un 40%, e incluso si se hubiera llegado a un 25% pudo extenderse en un día.
Lo ocurrido es un portazo a la anhelada participación ciudadana y una negativa al “sistema tradicional” de la política, porque si bien las listas que se presentaron en la FECh no son simétricas exactamente con los partidos en circulación, tienen sus raíces, su pasado y hasta vínculos indirectos con ellos.
Podrá admitirse que el ánimo no está para elecciones, pero ni siquiera influyó el enorme beneficio del voto desde la casa, tal cual como está ocurriendo con las clases online. Este hecho, más que un justificativo, agrava todavía más la preocupación de los partidos, a los cuales se les vienen meses colmados de trascendentales elecciones…presenciales, y observan, casi con estupor, que quienes portan los emblemas de las protestas y vociferan por “cambios profundos” son renuentes al único camino que permite la materialización de reformas sustanciales por la vía legal: las elecciones libres e informadas.
La elección de directiva de la FECH no alcanzó el mínimo de votos para ser validada: solo el 14,33% de los estudiantes habilitados emitió su voto, esto es 4.562. Se utilizaron 35 urnas virtuales y la plataforma donde se realizan las votaciones fue desarrollada por estudiantes del departamento de Ciencias de la Computación de la Facultad de Ingeniería. El sistema que se preocupó de salvaguardar que la votación fuera segura, en el sentido de que el sufragio fuese único y personal, y que pudiera ser auditado, es decir, que ante cualquiera duda se reclamase y revisara.
Al no haber votado el 40% de los alumnos –como mínimo- se tendrá que realizar un congreso que reestructure la Federación, para lo cual, una mesa interina, con las candidaturas que se presentaron, sería la encargada de llevar a cabo este proceso y llamar a nuevas elecciones. Sectores del estudiantado rechazan esta idea, porque, aducen, los mismos que no despertaron el interés de los estudiantes no pueden hacerse cargo de reorganizar la entidad.
Categóricamente, la altísima abstención en la elección de la FECh es un rotundo rechazo de un ámbito muy representativo de la juventud a la política tradicional, consecuencia de que el proceso fue “acomodado” a los intereses del modelo tradicional por su todavía presidenta de la directiva, Emilia Schneider, al hacer un llamado a la participación “porque una Federación fortalecida es lo que se necesita para los desafíos políticos que está enfrentando nuestro país". Refuerzo de este discurso partidista lo constituyeron las listas que se presentaron a la elección, todas con visiones afines a los partidos, como la del Frente Amplio encabezada por su militante Consuelo Salas, de Comunes; la del centroderechista (Chile Vamos), Joaquín Ugarte; la de las Juventudes Comunistas, liderada por Valentina Vallejos; la de los Humanistas, con una nómina exclusivamente de alumnos ‘ecologistas’ del Campus La Pintana, en tanto fue impugnada la correspondiente a Unidad Popular UP (ex Concertación) por reiteradas faltas cometidas durante la campaña.
Con este flujo de evidencias, queda claro que la juventud, y coincidentemente la misma que sale a protestar con violencia a las calles, no está ‘ni ahí’ con los procesos electorales, ni aunque, como en este caso, sean de su incumbencia directa. Es de gran repercusión lo que ha ocurrido en la FECh, porque algunos, desde ya, han asumido el hecho como un lúgubre anticipo de lo que puede venir en lo inmediato y en lo mediato en cuanto a elecciones.
Una primera, y significativa, es la reacción de la izquierda, la que bajó el tono de sus presiones para que el 25 de octubre se realice el plebiscito sí o sí. Es más, el intransigente senador Guido Girardi (PPD) hizo pública su repentina “preocupación” por “las condiciones sanitarias” en que el referéndum se pueda llevar a cabo y hasta recomendó “reestudiar la fecha”.
La desafección de la juventud por los actos electorales dejó de ser un temor fundado para convertirse en una cruda realidad, y lo ocurrido en la comunidad universitaria más importante del país, así lo confirma.