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MONEDA DE UNA SOLA CARA EN EL PLEBISCITO


VOXPRESS.CL.- Frente a tanta anormalidad aún anidada en el país, resulta desconcertante que se hable del plebiscito constitucional –del 25 de octubre- como si se tratase de un simple hecho en medio de un clima que lo menos que tiene es ser el habitual.

Los comandos del Rechazo y el Apruebo están en plena acción, y algunos en las calles en las cuales se puede transitar; la oposición inició sus encuentros para “coordinar el Apruebo”; el CNTV aprobó las modalidades de la franja electoral y el SERVEL dice tener todo listo, menos los recursos para organizarlo y las respuestas a una serie de interrogantes que, hace semanas, planteó., como, por ejemplo, que hasta voten los enfermos de covid 19.

A su vez, el flamante ministro de Defensa, Mario Desbordes, que por el área a su cargo, estaría al margen de lo político, se mandó unas declaraciones más que comprometedoras para el Presidente. Dijo: “hay que tomar las precauciones para que el desenlace del plebiscito no se interprete como una derrota o como una victoria del Gobierno”.

El ex presidente de RN y ex diputado deslizó un comentario tremendamente significativo acerca de un episodio del cual él mismo fue, y es, protagonista: actuó de negociador del Presidente en la materialización del plebiscito y se anotó en favor de la opción Apruebo.

Sin embargo, a partir del nuevo Comité Político, han surgido signos para difuminar la poca diplomática parcialidad de que hicieron gala la ex vocera Karla Rubilar y el ex titular de Interior, Gonzalo Blumel. En sus declaraciones, y por buen tiempo, parecieron ser portavoces de una nueva Constitución, tema que con Víctor Pérez y Jaime Bellolio desapareció de la agenda cotidiana, sumándose a ello la postura de EVOPOLI de reflexionar acerca de una eventual movilidad del primitivo Apruebo hacia el Rechazo.

El comentario de Mario Desbordes pretende, ahora, muy tarde, desmarcar al Presidente del desenlace de un plebiscito que a no ser por su carencia de autoridad y de valentía, no figuraría en ningún calendario. Tras el ‘octubrazo’, no encontró otra mejor idea que sellar el destino de la actual Constitución y, con ello, del modelo neoliberal que es su razón de ser.

Desentenderse ahora es imposible: el Presidente, en su momento, se apretó los dedos, al entregar en bandeja la opción, hoy en juego, de que sea desmantelada. Por lo mismo, el desenlace del plebiscito no será para él cara o sello, sino, cualquiera que fuese, sólo sello.

Al menos hasta el momento, su postura oficial no ha sido la de salvar a la actual Constitución. Es más, en varios de sus discursos aludió a “los beneficios de un necesario cambio” y su ex vocera se entusiasmó, refiriéndose, de frentón, a “la nueva Constitución”.

El lamentable episodio del 15 de noviembre en la sede del Congreso en Santiago es y será inolvidable: Desbordes transmitiéndole al Presidente las exigencias de la izquierda y éste, desde La Moneda, aceptándolas. La oposición –sin presencia del PC y el frenteamplismo- tramó en esa oportunidad una trampa en que el Mandatario cayó ingenuamente: si entrega la Constitución se acaba la violencia extremista. No fue así, y la amenazante efervescencia del vandalismo político permanece en pie, y muy activo. El entonces articulador y titular de RN salió a proclamar “el triunfo de la paz por sobre la violencia”…

Contrariamente a los “cuidados” anunciados por Mario Desbordes, el desenlace del plebiscito no tendrá piedad con el Presidente ni éste podrá acomodarlo según sus resultados: si gana el Apruebo habrá perdido y si gana el Rechazo él no habrá ganado.

Para comprender esta conclusión basta con preguntarse acaso todos los partidos oficialistas participaron de esa decisión presidencial, y si ése fue el sentir del sector en su conjunto o de quienes votaron por él.

Los cuidados a que hace alusión el ministro de Defensa no corresponden a la realidad, pues el desenlace del plebiscito sólo impactará a quien tomó la decisión, absoluta y totalmente personal. El Gobierno es un concepto global más amplio y mucho más representativo que la figura presidencial y todo el país es consciente de que nunca al interior de La Moneda y del aparato oficial ha habido consenso sobre el plebiscito.

El Presidente sabe mejor que nadie lo que le deparará al país y a su futuro un eventual deshojamiento de la actual Constitución, la que ha regido sin mayores entredichos la institucionalidad por cuatro décadas.

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