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LA IZQUIERDA VACUNÓ AL PLEBISCITO


VOXPRESS.CL.- No deja de ser paradojal y sorprendente que aún con un porcentaje de contagiados en hospitales y con ciudades que entran o vuelven a las cuarentenas, haya quienes encaran el plebiscito constitucional casi como algo absolutamente realizable de modo normal, siendo que se están recién ideándose inéditas decisiones que jamás se conocieron en un acto eleccionario.

Nadie puede profetizar que el 25 de octubre el país estará a pleno en su normalidad como para que ya, en medio de la incógnita, se prepare la franja electoral, manifestantes vayan en caravana hasta el centro de Santiago sin permiso, contraviniendo la prohibición de circular, y que el SERVEL anticipe que “conversará” con autoridades sanitarias para explorar la posibilidad de que también voten los enfermos hospitalizados, “por tratarse de una fiesta de la democracia”… Esta eventualidad, de hecho, no consta en norma alguna y sea cualquiera la modalidad que escoja para tal eventualidad, se vulnera el secreto del sufragio.

Hace días, luego de que al presidente del Consejo del Servicio, Patricio Santa María, le fracasaran todas sus propuestas para hacer “más participativo” el referéndum, él fue tajante en admitir y reconocer que “no hay más formas de votar que hacerlo presencialmente”.

Hay un sector -por todos conocidos- que quiere la realización del plebiscito el 25 de octubre a como dé lugar, aprovechándose de la catastrófica situación de millares de chilenos, los que, molestos con la falta de ayuda del Gobierno, constituyen garantía de que optará por una nueva Constitución.

En este sentido, hay que recordar que al iniciarse la peste en abril y ante el inevitable aplazamiento del programado para abril, el PC y el frenteamplismo, en conjunto, elaboraron un video difundido en redes sociales, en el cual le aseguraron a la ciudadanía que “de haber existido una nueva Constitución, esto no hubiera ocurrido”. Ese engaño se mantiene en pie y no sólo referente al virus aún vigente y diseminado, sino, también, por su propaganda de que sin la actual Carta Magna “nadie hubiera perdido su empleo y nadie estaría pasando hambre”.

Para el acto fijado primitivamente, ninguna encuesta dio al Rechazo como ganador, pero dicha opción anotó una progresiva regresión del Apruebo: partió en un 81% y semanas antes de que se acordara aplazarlo, estaba en un 53%. Irónicamente, los dos únicos sondeos en que el Apruebo apareció arriba fueron realizados durante varios días a través de Instagram por dos personas claramente identificadas con la izquierda: Francisca, la hija de Ricardo Lagos Escobar, y Mauricio Bustamante. La primera hizo pública la cifra (52% contra un 48%) y el segundo bajó su publicación cuando la diferencia llegó a un 51% contra un 49%.

En estos momentos, la única empresa del rubro dedicada a medir el plebiscito como si fuese una elección normal, difundió que el Apruebo ‘barre’ con un 71% frente a un 25% del Rechazo.

La centroizquierda parlamentaria ha jugado todas sus fichas a que el plebiscito, sí o sí, se realice en la fecha programada, pese a que sólo 30 días antes no habrá fondas ni Parada Militar por precaución sanitaria y es muy probable que se renueve el Estado de Catástrofe, el cual vence el 14 de septiembre. “Es una cuestión de oportunidad” dijo la senadora Yasna Provoste, una socialista enquistada en la DC, quien advirtió que “como nunca antes están dadas las condiciones para reemplazar al modelo neoliberal”.

Si se repara en los contenidos del debate plebiscitario del momento, no se detecta una sola señal de cómo podría resultar en circunstancias inéditas, como es realizarlo en medio de una peste inconclusa, con temores propios de las personas y las advertencias alarmistas de médicos y comunicadores de izquierda, visiblemente irritados por el levantamiento de las cuarentenas “a los ricos”.

La abstención puede llegar a niveles extremos y el SERVEL ha reconocido sus temores en cuanto al reclutamiento de los vocales de mesa, renuentes a sentarse, aunque a un metro, de quien ignora acaso lo puede contagiar. Pero Santa María, como poco disimulado opositor, afirma que “hemos aprendido de experiencias de otros países que han hecho elecciones en medio de la pandemia”.

El compromiso político de los medios de comunicación ha alcanzado límites que superan la ética, puesto que la neutralidad y objetividad son materias que ya nadie se las enseña. La noche en que el Senado votó en contra de las AFP’s, un canal de TV –el menos volcado a la izquierda-, mostró escenas de cacerolazos y bocinazos de celebración en las calles; al día siguiente tuvo la hidalguía de reconocer que “esa manifestación fue coordinada a nivel país en solidaridad con la joven Antonia Barra”…Un popular animador de notas rurales, de risa más que contagiosa, entrevistó a un prefecto de la PDI y le comentó que a su vehículo le lanzaron una piedra en el parabrisas “en la Plaza Dignidad”…Cambiarle el nombre públicamente a un sitio por cuestiones ideológicas, es mucho más que un atropello a la ética: es pisotear la veracidad, un delito sólo permitido a niños aún sin conciencia.

Dos canales de TV omitieron por completo dar a conocer asaltos a balazos y con incendio en La Araucanía para no dañar la imagen de la izquierda. Estos ejemplos dan cuenta de que el pro Apruebo ya puede contar con un elemental sostén, después del de determinadas empresas encuestadoras.

A esta no despreciable plataforma de apoyo hay que agregar al CNTV, el cual impulsó y autorizó la publicidad política en tal sentido a 167 organizaciones sociales, entre las cuales no hay una sola de derecha. Todas son de izquierda, como, el INDH, la Mesa de Unidad Nacional, la CUT, un sinfín de Fundaciones ad hoc a la ideología y las Juntas de Vecinos en las cuales se realizaron los diálogos y conversatorios para “estructurar los contenidos” de la nueva Constitución.

Es fácil explicarse el motivo de que la izquierda sea la única que, al menos hasta el momento, esté moviendo los hilos del plebiscito constitucional. Tanto es así, que el PC, el PS y el PR expresaron su “molestia” por no ser invitados a la reunión entre el SERVEL y el Ministerio del Interior, precisamente para analizar el referéndum en pandemia.

Tiene razón la izquierda en sentirse propietaria del plebiscito y actuar casi patronalmente en todo lo que se refiera a él, porque fue ella la que le impuso al Presidente el proyecto de una nueva Constitución, la realización de este referéndum y hasta los detalles de sus características. Arrinconado, casi cayéndose, el Mandatario cedió a todo lo que se le pidió para evitar la vergüenza de una renuncia, ello -recuérdese- el 15 de noviembre. La oposición se movió rápida y con mucha habilidad para extorsionar al Ejecutivo, pero falló en su palabra, algo poco novedoso en ella: a cambio de la Constitución, garantizó que la violencia desaparecería del país. No cumplió: ninguna novedad.

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