UN PERDONAZO CON COLADOR

VOXPRESS.CL.- Esto ocurrió en una de las universidades del barrio República de Santiago. Durante la ceremonia de entrega de títulos de una Facultad de Comunicaciones, uno de los licenciados, tras recibir su diploma de acreditación lo hizo pedazos delante de la concurrencia: “por este cartón –dijo- mi padre cayó a DICOM y se fregó su vida”.
Los sistemas financieros en el mundo no socialista suelen aplicar sus normas sin reparar en los costos humanos, con procedimientos al estilo de los viejos y autoritarios profesores que, por cualquiera falta por pequeña que fuese, obligaban a sus alumnos a extender una mano para descargarle un reglazo. “Para que aprendas”, le decían, tal cual los acreedores de hoy que no tienen compasión con sus deudores.
Por años, con meridiana periodicidad, se han presentado proyectos, e incluso alternativas de distintos tipos, para eliminar DICOM, el registro oficial de toda persona natural y empresa que mantienen deudas o atrasos en sus compromisos legalmente suscritos.
Uno de los tantos, motivos del mundo estudiantil para salir a protestar con su habitual poder de aniquilamiento, es, precisamente, porque sus padres –en el caso de escolares- y de ellos mismos –los universitarios- son inválidos en el sistema financiero por estar registrados en DICOM.
Con motivo del reciente Plan de Emergencia convenido entre Gobierno y oposición, el presidente de RN, diputado Mario Desbordes, propuso que en las ayudas de emergencia a los más desposeídos se incluyera la eliminación de deudores del Crédito con Aval del Estado (CAE), ideado por Ricardo Lagos para que todos tuviesen la oportunidad de estudiar. El préstamo, en el caso de los profesionales, se paga en cuotas después de su titulación, pero dada la dictación de carreras sin presente ni futuro, es inmensa la ola de quienes no encuentran trabajo para poder amortizarlo.
En estos momentos, en Chile hay casi 5 millones de ciudadanos en la lista de DICOM, y, por lo mismo, no sujetos de crédito. Estériles y de brazos cruzados escuchan las recomendaciones de los economistas: “para capear la crisis, lo recomendable es juntar todos los créditos y pagarlos con uno solo y nuevo”. Casi cruelmente, aconsejan hacerlo ya mismo, “porque los intereses están bajos”…
La idea de Desbordes no fue considerada en la exigua mesa de negociaciones. Pero ha vuelto a la carga, anunciando que por su cuenta presentará al Congreso un proyecto para eliminar en su totalidad, de raíz, el registro de deudores de DICOM; en un arrebato de populismo, modificó su idea original de que sólo fuesen beneficiados los estudiantes deudores del CAE y las PYMES duramente afectadas por el Golpe extremista de octubre pasado.
En virtud de la ahogante y desesperada situación actual, no parece imprudente un perdonazo parcial y sectorial, pero jamás total. No hace mucho, un borrón para límites de morosidad, y a menos de seis meses, los borrados volvieron al registro. La mediocridad del chileno es la que ha impedido al país despegar culturalmente, y de ello, por ejemplo, dan fe su comportamiento de no respetar las cuarentenas y su mal entendida “viveza criolla”, que no es más que un acto de deshonestidad.
Así como hay millones imposibilitados de obtener créditos por estar en DICOM, hay que tener respeto por otros tantos millones que no figuran en sus registros, y a veces con angustiosos sacrificios para evitar aparecer en su larga nómina. Eliminarlos a todos sería una bofetada a la seriedad de quienes pagan sus deudas y provocaría un caos y una verdadera anarquía en todo el ámbito de las transacciones comerciales.
De poderse, sería una gran cosa que se aliviara la situación de las víctimas que quedaron inválidas financieramente por el ‘octubrazo’ y, más tarde, por la explosión de desempleo –que ya va en un 14%-, consecuencia de los coletazos sociales del virus. Tendría que ser un perdón caso a caso, con la finalidad de que no se cuele ningún pillo de los muchos que pululan sobre nuestra superficie territorial.