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EL TODO VALE DEL HOMOSEXUALISMO


VOXPRESS.CL.- Así como están de cargados los dados en la nueva sociedad que mal adorna al mundo, más temprano que tarde será ley en Chile el matrimonio homosexual y, posteriormente, el derecho a adopción de hijos por parte de parejas del mismo sexo. Esta más que factibilidad fue anticipada, tiempo atrás, por una ministra porteña poco antes de concretar su ascenso a la Corte Suprema.

Los defensores del natural concepto de familia han ido perdiendo terreno, y sus voces son cada vez menos sonoras respecto a las del mundo gay que, hábilmente, se ha abierto espacios en los sectores más estratégicos y sensibles de la sociedad, como las comunicaciones y el Poder Judicial: uno amplifica su interesada propaganda y el otro, la aplica.

Hace dos años (2018), primero la Corte de Apelaciones y, luego, la Corte Suprema fallaron en favor del Registro Civil, el cual, apegándose a la ley, rehusó inscribir al recién nacido Atilio José de Ramón como hijo de dos mujeres. El servicio se limitó a consultar por la identidad del padre del menor y al no existir, aplicó la regla general a que lo obliga el Código Civil. Quienes intentaron ‘pasar gatos por liebres’ fueron la historiadora Emma de Ramón y su ‘esposa’, la cientista política Gigliola Di Giammarino.

Ante el fracaso de su apelación, la pareja lésbica encontró acogida en el abogado Enrique Pi, de la Fundación Iguales –creada por el escritor y asumido gay Pablo Simonetti-, quien urdió una triquiñuela: Di Gianmarino se querelló en contra de su pareja por reconocimiento de filiación, reclamando los deberes legales sobre su hijo y pidiendo la maternidad de él, inscrito sólo como de De Ramón. La demanda se interpuso en el Segundo Juzgado de Familia de Santiago en diciembre de 2019 y, recientemente, su magistrada, Macarena Rebolledo Rojas, dictó sentencia favorable a la demandante, ordenando al Registro Civil inscribir a Atilio en su partida de nacimiento –ahora de 2 años y 6 meses- como hijo de ambas mujeres, caso, hasta la fecha, sin precedentes en Chile.

La jueza, independiente de ignorar el precedente legal sentado hace dos años por las dos máximas instancias jurídicas del país, basó su argumento en la “igualdad de género”, en que “no hay un solo tipo de familia” y en “los derechos” de los homosexuales, todos argumentos que, a simple vista, son más emocionales que jurídicos. En la redacción de su sentencia se lee: “el deber del Estado chileno es otorgar protección, sin discriminación, a todas las formas de familia que existan, y esforzarse por integrarlas a la vida nacional. Para ello, es esencial que el estado civil de un hijo que nace y crece en una familia encabezada por personas del mismo sexo, que han expresado voluntad de procrear, coincida con su filiación legal y se vea reflejada en sus documentos de identificación”.

La pretendida “voluntad de procrear” fue sólo de una de ellas, Di Gianmarino, quien fue la que se sometió a fertilización asistida para concebir a Atilio.

La jueza Rebolledo dice haber fallado sobre la base del “interés superior del niño” y en defensa de “cualquier acto que no le permita desarrollar su identidad familiar”… Afirma que con su decisión está rectificando “un acto discriminatorio”, en clara alusión al Registro Civil por haberse remitido, éste, a lo que le ordena la ley. Se lamenta que “muchas familias de facto no son consideradas como tales, lo que ocasiona problemas concretos en su vida cotidiana”. No especifica acaso esa percepción suya es fruto de indagaciones o de experiencia personal.

Finalmente, la magistrada resume su sentencia en que “todo lo dictado tiene la finalidad de defender y proteger los derechos del hijo”, pero no especifica de acuerdo a qué padrón. Según la legislación vigente, los derechos de un hijo deben ser cautelados por sus padres, esto es, por su padre y su madre.

Este episodio, cuyo final no está concluido, refleja en toda su magnitud la potente influencia del mundo gay y sus incalculables alcances de sus demandas, con redes cada vez con más apoyos e impulsores externos e internos..

Hecho inédito en la historia judicial del país, es un pavoroso reflejo de hasta dónde pueden llegar quienes porfían por emparejar lo antinatural con lo natural. Por los siglos de los siglos, la humanidad ha crecido y evolucionado gracias a la relación entre heterosexuales, de tal modo que amenazarla e intentar alterar su desarrollo histórico es como cambiarle el único sentido a la creación y a la vida misma.

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