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LA NORMALIDAD, UN ANHELO IMPOSIBLE


VOXPRESS.CL.- En el resto del mundo, aún en medio de la lucha contra la pandemia, ya se trazan líneas para después de que ésta decline. En todos los países, sin excepción, la inquietud principal de sus autoridades se enfoca en otro combate, y quizás más duro: la recesión, la que a decir de las entidades financieras internacionales, ya tiene ribetes de ser muy superior a la Gran Recesión de 1929, originada por la caída de la Bolsa de Nueva York.

Cuando las enormes potencias económicas mundiales estornudan, los países chicos, como el nuestro, se resfrían. Pero en las circunstancias actuales, se han constipado hasta los más grandes, fruto de tan vertiginosa y dañina pandemia, de modo tal que no hay que soñar, siquiera, en que las potencias van a ir en auxilio de los más desvalidos, por mucho que, como Chile, tengan por los suelos su única y mayor riqueza, el cobre. La propia CODELCO se enfrenta a la encrucijada de una alarmante y casi histórica falta de liquidez.

La cesantía nacional llegó, ya, a los dos dígitos, algo nunca pensado, y son centenares las micro y medianas empresas que, si no han quebrado, caminan por la cornisa del cierre definitivo. En medio de este desolador panorama, tanto el Presidente como su ministro de Hacienda y hasta el FMI aseguran que será Chile el país de la región primero en salir de la crisis –económica, no de salud-, un pronóstico que alivia la angustia, pero no atenúa la incertidumbre de lo que se viene para nuestro país en particular.

De las ayudas económicas que está entregando y entregará el Gobierno, dependerá la reacción y futuro estado de ánimo de los millones de afectados por el virus y por los coletazos de la sublevación popular del 18/OC. De acuerdo a las urgencias de los ciudadanos víctimas del impacto socio/económico, la recepción de los beneficios parecen a cuentagotas. Las sensaciones y emociones tendrán que ir variando, para mejor o peor, al compás del tiempo.

Este estado de ánimo de la población más dañada es el gran signo de interrogación respecto a lo que se viene. La salida de la crisis sanitaria desde Chile no será igual que la de los demás países, porque internamente el nuestro se halla en statu quo sobre un volcán en constante ebullición, por lo que resulta un enigma vaticinar acaso hará erupción, cómo y cuándo.

Hay quienes, y entre ellos varios alcaldes incluso de Gobierno, que no desechan la posibilidad de un segundo ‘octubrazo’, dependiendo de la situación socio/económica de la población dentro de unos meses, y ello dependerá, como se dijo, de la receptibilidad de los auxilios gubernamentales. De producirse otra rebelión con las catastróficas consecuencias de la del último trimestre de 2019, el escenario que aguarda al país es todavía más negro que el actual, consecuencia de la epidemia.

Los deseos de muchos de un rápido retorno de la normalidad no son fáciles de crédito, y ello porque a Chile le espera un clima político muy congestionado: un plebiscito constitucional, elecciones de alcaldes y concejales y los comicios presidenciales, todos en un lapso de doce meses. Chile saldrá de una feroz conmoción social por la pandemia –que tomará buen tiempo- y se embarcará en tres confrontaciones consecutivas, con otra gran carga negativa.

Si en el transcurso de la evolución de la epidemia ha sido imposible materializar un cierto aplacamiento de las marcadas diferencias ideológicas, revanchismos y aspiraciones de poder, basta con imaginar cuál puede ser el panorama sin una luz amarilla de por medio, como ahora a causa de la crisis sanitaria.

Es fácil imaginar cuál sería el ambiente por estos de no haberse aplazado el plebiscito constitucional. El preámbulo de la consulta se había encendido al máximo, incluso mucho antes de que se iniciara la campaña legal con tal finalidad. De no haberse interpuesto la pandemia, la realidad del Presidente no sería la de hoy, en que su lucido protagonismo como principal vocero del combate al virus no sería tal. Hasta enero –recuérdese-, la violencia callejera y la virulencia política no eran controlables, y el turismo y el comercio iniciaban su vertiginoso camino hacia el abismo.

La destructiva llegada de la pandemia posibilitó un alto en el vandalismo y le dio la oportunidad al Presidente para recibir aire fresco. No obstante, nadie puede dar por concluido el dinámico y perverso ciclo político iniciado con el 18/O, porque éste se halla casi a flor de cráter.

Así como ha sido criticado y elogiado por su particular manejo de la crisis sanitaria, Chile también tendrá, llegado ese enigmático momento, una salida también muy peculiar, porque caerá de lleno en un clima de permanente efervescencia socio/política y con fuertes confrontaciones. Hay que tomar debida nota de ello y concientizarse, desde ya, que la normalidad no volverá, y si es que vuelve, hasta fines del 2021, porque al virus le espera una despedida harto más convulsionada que la actual, y con protagonistas muchísimo más peligrosos que esta invisible cepa que tiene revolucionado al mundo entero.

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