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EL PLEBISCITO, UN APORTE A LA RECESIÓN


VOXPRESS.CL.- Si el mundo fue declarado en recesión, Chile no tiene por qué ser la excepción, y pese a los calmantes del ministro de Hacienda, en cuanto a que ésta, la de la pandemia, se trata de una crisis temporal y que, por lo mismo, cuando pase, se saldrá rápido de la súper emergencia económica. Este optimismo, aunque cauteloso de Ignacio Briones, contrasta con las permanentes señales, mucho más inquietantes, que da el Banco Central.

La autoridad financiera gubernamental actuó rápido al determinar un desembolso, en total de US$14 mil millones, una inversión fiscal inédita, destinada a paliar en parte los tremendos daños que deja la pandemia, agravados –y no hay que cansarse en decirlo- por las desastrosas consecuencias del Golpe extremista de octubre.

Muy poco halagüeño, más bien trágico, es el escenario que se vislumbra post pandemia. De aquí a tres o cuatro meses, con suerte, puede que se haya superado, quizás definitivamente, su fase de contagio, pero, a esas alturas, final del segundo trimestre e inicio del tercero y último, las huellas de ambos fenómenos, el político y el sanitario, serán abismantes y tremendamente profundas. El Banco Central ha previsto que el PIB caerá en un 2.5% y afirma que el 76% de las empresas está en pleno período de despidos y/o disminución de sus dotaciones de empleados.

Cuesta encontrar, si es que la hay, un período de la historia moderna del país tan desastroso y prolongado en lo socio/económico. La crisis se inició el 18 de octubre y se prevé, con mucha generosidad, que tenga sus primeros brotes de reacción recién en ese mismo mes de este año. Raya para la suma, serán 12 meses de una economía en retroceso con los costos humanos que ello conlleva.

Cuando, según los cálculos, la economía empiece a levantar cabeza, habrá que considerar los daños que no se van a recuperar instantáneamente: millones de desempleados, millares de empresas cerradas, y todos enfrentados a la cruel realidad de responder a los compromisos que, en abundancia, se les permitió aplazar por culpa de la pandemia. Las recientes postergaciones de pagos de diversas cuentas y deudas, tendrán que comenzar a ser respondidas: pero ¿con qué recursos, si medio mundo estará de brazos cruzados?

Es probable, y hay que creer a los especialistas en finanzas, que la economía se reactive, y hasta con dinamismo, apenas se supere el boom de la pandemia, no obstante, esa misma economía deberá enfrentarse al empobrecimiento generalizado de la población y a un nulo poder adquisitivo que, igual, terminará trancándola.

En medio de este lúgubre escenario, está programada la realización del plebiscito para que la gente se pronuncie acaso quiere una nueva Constitución: será el 25 de octubre. Independiente de las interpretaciones respecto a qué sector político conviene su realización en tales circunstancias, lo injustificable es que en el marco de un país en recesión y con una ciudadanía agobiada por sus problemas personales, el Fisco se verá en la obligación de desembolsar $30 mil millones, los que en esa misma época de vacas flacas debieran ser destinados a aliviar las estrecheces y apreturas económicas de la comunidad nacional.

Con motivo del plebiscito postergado (26 de abril), sin siquiera haberse iniciado la campaña oficial de difusión y de implementación, sólo entre febrero y primeros días de marzo se gastaron $20 millones diarios. Un solo ventilador mecánico para salvar a contagiados por el virus cuesta algo más de $20 millones…

El desembolso que el fisco deberá aportar para la consulta ciudadana, $30 mil millones, supera los montos asignados por la DIPRES para todos los programas sociales este 2020. Lo que demanda el plebiscito para su realización es ¡el triple! de lo que se gasta en personal para el SENAME y es casi el mismo costo del nuevo hospital Exequiel González Cortés.

Ubicadas en una balanza, las urgencias de la población, hoy, dentro de tres meses y a fin de año, cualquiera de ellas, que son muchas, la desnivelan a su favor en contra de un proceso político que, para las actuales necesidades del país y de su economía, carece de apuro e importancia. Esta realidad es tan dura e incuestionable, como que habrá quienes para octubre carecerán de las monedas para financiar el transporte al local de votación.

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