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OFICIALIZADA LA INCONSTITUCIONALIDAD DEL CONGRESO NACIONAL


VOXPRESS.CL.- Si de algo puede enorgullecerse el soñado Nuevo Chile que creó la izquierda después del Golpe extremista del 18/O, es la pertinacia de sus caudillos en hablar imbecilidades. A horas de dejar su cargo de presidente del Senado, Jaime Quintana (PPD) amenazó al Presidente de la República que “si quiere terminar su período, debe replegarse a una segunda línea y permitir un parlamentarismo de facto”.

Sólo a modo de recordatorio, Quintana, licenciado en Letras y con estudios de Derecho, fue el autor de la poco feliz frase alusiva a la retroexcavadora, al inicio (2014) del Gobierno de la socialista Bachelet: "la Nueva Mayoría no va a pasar una aplanadora, sino pondrá una retroexcavadora, porque hay que destruir los cimientos anquilosados del modelo neoliberal“.

Luego de perder su primer intento de ser diputado (1997), fue “apitutado” en la Intendencia Regional de La Araucanía en retribución a su jugado rol de líder estudiantil del PS. Pasó, luego, al PPD y en dos períodos estuvo en la Cámara Baja para, luego, el 2009, acceder al Senado. El 7 de febrero de 2015 atropelló a un carabinero en la ruta Vilcún-Temuco, resultando fallecido el funcionario policial. El autor del homicidio quedó en libertad, y hasta la fecha se ignora el fallo de la Justicia y, menos, una compensación a la familia de la víctima.

Este personaje, que no le hace ningún favor al Estado de Derecho, antes de abandonar la presidencia del Senado aseguró, textualmente, que “Piñera debe replegarse y permitir un parlamentarismo de facto para que pueda terminar su período”.

Al justificar su advertencia, explicó que “Piñera no ha dimensionado la profundidad del conflicto y que, por lo mismo, debe entregar parte de su poder al Congreso”.

Quintana cometió el gravísimo error de oficializar una irregularidad constitucional en la que incurrió el Presidente de la República, al entregar él, por decisión propia, gran parte del dominio gubernamental al Congreso opositor. Asediado por la inminente obligatoriedad de renunciar y ver destruido su personalismo, Sebastián Piñera se rindió, en la práctica, ante el adversario el 15 de noviembre cuando aceptó las condiciones de un Acuerdo de Paz ideado por la izquierda para sitiarlo.

Todo el país sabe que el Presidente cayó en la trampa de firmar un pacto a condición de que se terminaría la violencia. Pero tal condición no fue cumplida por quienes la impusieron, y para peor se vio obligado a modificar la navegación y hacerlo, ahora, en las aguas de la izquierda. Ejemplo de ello es que, tras no haberla considerado en su programa de Gobierno, al ser sometido por la oposición se transformó en un paladín de una nueva Constitución, renegando de un modelo que le permitió multiplicar su riqueza.

Es demasiado evidente que el Mandatario está, de nuevo, mostrando la cabeza, luego de tenerla bajo tierra por temor y vergüenza. Pero lo ha hecho sólo para marcar presencia, poco o nada de lo que dice y hace será posible sin la venia de un Parlamento cada vez más adversamente duro.

Llama la atención esta ‘salida de madre’ del senador Quintana, quien siendo presidente del Senado, oficializó ante Chile y el mundo que en el país rige un sistema mixto de Gobierno que no está contemplado en la Constitución.

Son situaciones muy distintos el que el Presidente, por su voluntad, haya cedido gran parte, o casi toda, de su poder a la oposición legislativa, y que sea el mismísimo titular de la Cámara Alta quien lo condicione a hacerlo “si es que quiere terminar su período”. La suya es una amenaza no a la persona de Piñera, sino a la institucionalidad vigente, porque, se mire de donde se mire, es una ilegalidad y, por tanto una ilicitud, compartir formalmente el dominio del mando.

Cuando Quintana le recomienda al Presidente de la República que “se retire a un segundo plano”, no sólo desconoce la constitucionalidad de la autoridad presidencial en sí –por muy cuestionada, de hecho, que esté- sino lo que establece respecto a la independencia de los Poderes del Estado.

Después del 18/O, el cogobierno Ejecutivo-Legislativo surgió casi espontáneo, al punto de que fue la oposición congresista la que puso al Presidente contra la pared, exigiéndole levantar el Estado de Excepción. Después, su alma gemela, Mario Desbordes, anunció con júbilo que gracias al Acuerdo de Paz impuesto por la ex Concertación, “hemos derrotado a los violentistas”…

Verse forzado a ceder y doblegarse sin medir el daño y la ofensa a su sector y a quienes lo eligieron, nada tiene que ver con alguna norma constitucional. Fue un grave error político, ya consumado, y sin vuelta atrás. Pero la amenaza del hasta hace días presidente del Senado, es un atropello a la Constitución. Peor aún, es un aviso al país de que parte del Congreso, la de izquierda, pretende dirigir sus destinos, siendo la misma que fue ampliamente derrotada en una elección democrática, libre e informada.

El apropiarse formalmente de atribuciones propias y naturales del Ejecutivo y solicitarle al Presidente de la República que se haga a un lado, constituye una inconstitucionalidad. En ningún texto de ningún tipo figura que el de Chile es un régimen parlamentarista, como lo proclama Quintana.

Establecer, como lo exige, un parlamentarismo forzado es una ilegalidad de punta a cabo.

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