CARABINEROS, MÁS SOLO QUE NUNCA

VOXPRESS.CL.- Lo ocurrido en las horas previas a la inauguración del Festival de la Canción viñamarino, debe, de una vez, remecer la indiferencia de la población frente al real rol de Carabineros, un cuerpo policial que nunca fue ideado para dedicarse las 24 horas seguidas durante cinco meses consecutivos a una labor que jamás fue imaginada. Desde el 18/O, día y noche, su principal misión, la de resguardar el orden público y la normalidad ciudadana, ha debido ser sustuida por la de una guerilla, casi cuerpo a cuerpo, en la cual cada funcionario que cae víctima de potentes proyectiles y hasta de armas de fuego, apenas recibe la asistencia médica de rigor.
No se ha sabido hasta la fecha -y casi en un semestre- de un solo policía acogido por la Fiscalía, sentenciado en su favor por un tribunal y, menos, que recibiese el amplificado respaldo del centenar de organizaciones de la sociedad civil –derechos humanos- que pululan dentro y fuera del país, amparando a los extremistas que han llegado a límites históricos de aniquilamiento a la comunidad y sus bienes.
En dicha oportunidad -el Festival en Viña del Mar- fueron abundantes las censuras a Carabineros por no tener dotación en torno a un emblemático hotel que fue atacado y casi incendiado con 280 pasajeros en su interior. A esa misma hora, y por expresa solicitud del Ministerio del Interior y de la municipalidad local, un nutrido contingente estaba concentrado en que la primera función del Festival se realizase con normalidad y de proteger la seguridad de 15 mil espectadores al interior de la Quinta Vergara.
Resulta incomprensible el reclamo de la gente que, pese al incesante trabajo de contener a las destructivas turbas, les exige estar en todas partes al mismo tiempo. En dicha emergencia en Viña del Mar, sin desatender su custodia de los asistentes al Festival, carabineros debieron enfrentarse durante horas en el centro de la ciudad a un centenar de enloquecidos manifestantes que destruyeron todo lo que tuvieron a la vista. Al día siguiente, desde Santiago llegó una dotación extra ante el anuncio extremista de que no pararían durante todas las noches del evento. Ese traslado, aunque temporal, obviamente dejó desguarnecido alguna zona sensible de ataques en la capital.
Un número muy reducido de funcionarios en retiro accedió a reincorporarse a las filas para sustituir al personal de comisarías enviados a las calles. Carabineros, como cualquiera fuerza de seguridad, no puede reforzarse de la noche a la mañana, de tal modo que durante estos cinco meses de ‘campaña bélica en espacios’ públicos’, el personal dado de baja por “abuso de la fuerza” y por la inagotable acción de las organizaciones izquierdistas de derechos humanos, no ha sido reemplazado.
El balance es crítico: con cada vez menos dotaciones, la policía uniformada debe hacer frente a hordas adiestradas, que se alternan en sus acciones y que, progresivamente, son más agresivas y dañinas.
El director (s) del INDH reconoció abiertamente que no es materia de su organismo preocuparse de los derechos humanos de Carabineros, sino ello es ámbito del Gobierno y de su propia institución. Visto así, actúan y deben resistir lo peor sin que nadie, excepto ellos mismos, los proteja.
Las circunstancias actuales acentúan las interrogantes acerca de la capacidad de resistencia de seres humanos, no máquinas, sometidos sin pausas a híper tensiones y exigencias durante casi seis meses.
Mientras esta realidad continúe, Carabineros debe cumplir, y de hecho cumple, innumerables otras misiones demandadas por su condición de servidor de la ciudadanía, como controlar y reducir la ocurrencia de delitos comunes, de fiscalizar el tránsito en carreteras y en ciudades ahora sin semáforos, de reducir el progresivo aumento del narcotráfico y de atender un promedio de 105 mil denuncias al año, muchas de ellas simultáneas.
Nadie más que ellos han puesto el pecho a las balas en esta crisis no frenada a tiempo por un Gobierno timorato y con pánico por el “que dirán”, sin coraje y sin atreverse a hacer uso de la autoridad que le confiere la Constitución.
Es de total injusticia la actitud que ha asumido la población frente a Carabineros: una parte, la políticamente comprometida, lo condena ácidamente por cumplir el mandato constitucional y legal para el cual fue fundado, en tanto la otra, la indiferente, o quizás atemorizada, inhibida o ignorante, guarda silencio.
En la historia de todos los pueblos existen pruebas indesmentibles de que tropas sin estímulos, son tropas derrotadas. Más que un misterio, es una tristeza decepcionante, observar que hasta el encargado formal de fortalecer los recursos y el ánimo de estos defensores del orden y de la normalidad, miren hacia el lado o recurran a evasivas para aminorar los reparos del adversario político.
Carabineros está solo, más solo que nunca.