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LA MONEDA Y SUS PALOS DE CIEGO


VOXPRESS.CL.- En una descomunal maratón de reuniones, que abarcó el inicio del período en que La Moneda se despuebla por las vacaciones estivales de sus ministros, el Presidente de la República quiso enviar una señal a la ciudadanía respecto de cuáles son sus prioridades para este 2020. En otras palabras, fijó su agenda anual.

Divididos los ministros en varias mesas de trabajo sectoriales, el Presidente se paseaba entre ellas para supervigilar el desarrollo de las conversaciones y velar porque sus instrucciones fuesen cumplidas al pie de la letra. El titular de Interior, Gonzalo Blumel -quizás lo más liviano que se recuerde en ese cargo desde Rodrigo Peñailillo- se encargó de enumerar los tres grandes pilares de la gestión gubernamental para este año: agenda social, orden público y proceso constituyente.

Claramente, es un anuncio influenciado por el desconcierto imperante y por los palos de ciego que La Moneda está dando, y sin pauses, desde el 18 de octubre a la fecha. Colocar como prioridad el portafolio de demandas sociales es de la mayor y más infinita obviedad, porque ése debe ser el norte de todo Gobierno que aspira a conservar el respaldo de la ciudadanía que lo eligió.

Tras ese mismo Consejo de Gabinete, la ministra vocera Karla Rubilar intentó un mea culpa, a estas alturas ya muy tardío, al referirse a la “preocupación constante” por la estabilidad económica y el crecimiento, desde marzo del 2018 hasta octubre del 2019, “porque sin ambos factores es imposible garantizar el bienestar de la gente”.

Pocos son los Gobiernos que entienden que si bien lo macro es parte vital del éxito, lo micro es lo que satisface o decepciona a las personas, de modo tal que una preocupación por los requerimientos básicos de la comunidad tiene que ser, siempre, una constante. Tarde, demasiado tarde, el Presidente se dio cuenta de ello y, ahora, frente a una realidad que le resulta tan adversa como poco reversible, se imagina que recuperará una confianza que le fue entregada a borbotones y que la despilfarró por su falta de convicciones, de visión y de autoridad.

No puede asumirse como un “mérito” que las necesidades de la población estén, recién ahora, en primer lugar, y origina hasta cierto rubor pensar que ello es así, exclusivamente, por un Golpe político que sufrió el Gobierno en un intento por derrocarlo.

Las socorridas y manoseadas ‘demandas sociales’ ya están corriendo por un carril común, porque no sólo el Ejecutivo las necesita para intentar aunque sea una tenue recuperación de su antiguo respaldo, sino también el Legislativo las requiere con premura para aminorar su total desprestigio.

El gran problema del país, diríamos su gran tragedia, es la violencia que tiene a medio Chile en ruinas. Poner fin a ella es lo primordial, porque nada, absolutamente nada, se puede planificar sin antes asegurarse de que no será atacado y/o destruido. El odio “contra todo” está descontrolado y resultan simplemente de sonsos continuar llamando a la paz, a la concordia y a la unidad, cuando nadie se entiende con nadie y los vándalos de la extrema izquierda continúan con su arrollador aniquilamiento, pasando por arriba de las policías.

Es factible que, por la acción de Salud, por ejemplo, se logre una asistencia más fluida a los centros asistenciales, pero ello no importa acaso la población continúa con miedo a salir a la calle. Varias comunas están sin abastecimiento alimentario ni farmacias ni dispensadores de dinero, porque los supermercados, incendiados y las sucursales bancarias arrasadas no volvieron.

Los trabajadores tienen temor a desplazarse en la locomoción colectiva, porque en cualquier momento el bus es secuestrado y prendido fuego. Las comisarías que prestan auxilio a barrios periféricos permanecen en pie a duras penas y con posibilidades de mudarse, dado el salvajismo con que son atacadas durante días y noches.

Resulta incomprensible y fuera de una mínima lógica que entre sus pilares de gestión 2020, el Gobierno haya ubicado en segundo lugar el orden público. La normalidad y la paz ciudadana están por sobre todo, porque constituye la base de la convivencia nacional. Para mayor información, en la primera encuesta de febrero de CADEM, casi la unanimidad de los consultados cree firmemente que marzo y abril serán meses “muy violentos”, más todavía si para fines de la primera quincena del próximo mes está convocada una huelga general indefinida que culmine con la renuncia del Presidente.

El último de los tres pilares de La Moneda para este 2020 es “el desarrollo” del plebiscito por el proceso constituyente. No hay que olvidar que esta idea le fue impuesta al Ejecutivo por una izquierda oportunista a cambio de terminar con la violencia y el vandalismo, lo que no se cumplió. En una ceremonia preñada de impotencia y de rechinar de dientes, el Jefe de Estado se vio forzado a firmar el proyecto del plebiscito para una nueva Constitución, haciendo gala de una hipócrita alegría.

Ese solo y conmovedor episodio resultaba más que decidor para no incluir, bajo ninguna razón, el proceso constituyente como una de las metas del Gobierno para este año. Los dos más grandes partidos que lo sostienen no quieren una nueva Carta Magna, e incluso una mayoría de RN tiene un proyecto de reforma a la actual, algo más lógico y menos humillante.

Resulta inconcebible que pase a ser pilar de un Gobierno algo que nunca tuvo en sus planes, y menos en su programa, como es una nueva Constitución, y más aberrante aún es que considere prioritario un tema ignorado completamente por la población, que lo desconoce y que no le interesa. La incongruencia de La Moneda es que siga apoyando una hoja en blanco que le regaló a la izquierda para que cambie el modelo de institucionalidad, la misma que hizo posible al Presidente llegar al poder.

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