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ANDREA ACEVEDO, UNA LUZ EN LAS TINIEBLAS


VOXPRESS.CL.- Vive con un escolta permanente las 24 horas, porque se halla amenazada de muerte, toda una provocación al Poder Judicial que no ha querido defenderla, ni menos estimularla, como ejemplo de equidad.

A la magistrada Andrea Acevedo (49), titular del 14° Juzgado de Garantía de Santiago, le correspondió hacerse cargo de la audiencia de formalización del cabo de Carabineros Carlos Martínez, imputado por cuasidelito de homicidio, luego de atropellar y dar muerte a Jorge Mora (37), un barrista de la Garra Blanca de Colo Colo, quien, después de un partido de su equipo, y a cuadras de distancia del estadio, participó en la colocación de barricadas en Exequiel Fernández y en un posterior ataque a piedrazos a funcionarios policiales.

Como su compromiso ideológico lo demanda, la izquierda y el extremismo montaron un show mediático, como si se hubiese tratado de la muerte de un inocente hincha del fútbol al interior de un estadio. Al acomodar los hechos –casi modificando el lugar- a su amaño, eso fue lo que hizo el periodismo servil a la causa, seguido con teatralidad por el propio club, redondeando una de las hoy cotidianas campañas para atacar, inhibir cada vez más y desprestigiar ante el mundo al Cuerpo de Carabineros.

Colo Colo exigió “la inmediata renuncia” de su Director General, el Frente Amplio condicionó acusar constitucionalmente al ministro del Interior acaso no “lo saca en el acto de su cargo” y el ahora funcionario bien rentado del club, hincha de la ‘U’, ex presidente del fútbol nacional y sancionado por la FIFA por corrupto, Harold Mayne-Nicholls, pidió que en todos los partidos “se guarde un minuto de silencio por nuestro dolor”…

La familia del garra brava muerto en la calle mantuvo un hermético, y prudente silencio, consciente de que el extinto tenía vínculos con una banda de narcotraficantes. Ello quedo en evidencia el día de su funeral: fue despedido con el típico ritual de los fuegos artificiales.

La izquierda en general, el periodismo y Colo Colo presionaron para que el autor del atropello fuese dejado con arresto total, en la confianza de que, así, sería expulsado en el acto de la institución. Pero Andrea Acevedo actuó como jueza fiel a su juramento de neutralidad y sólo lo dejó con arraigo.

El cabo Martínez conducía el transporte de caballares para dispersar motines, cuando fue atacado por una turba de violentistas que le destrozaron los vidrios del vehículo e hirieron a su copiloto. Atemorizado, apagó las luces y se dio a la fuga, trayecto en el cual atropelló a uno de los delincuentes. En la lectura de su sentencia, la magistrada, que alguna vez fue ministra suplente de la Corte de Apelaciones de Santiago, consignó que “hoy es un riesgo para la seguridad personal vestir el uniforme de carabinero”, juicio que no había emitido nadie, ni del Gobierno ni de dicha institución, desde el 18 de octubre, fecha desde la cual los policías se han convertido en blancos predilectos del extremismo. Dijo la jueza: “al momento de ser masivamente atacado, al funcionario no le lanzaron flores ni challa, sino piedras, sin posibilidad alguna de defenderse”.

Acevedo agregó a su argumentación un hecho indesmentible denunciado desde dos décadas por todo el periodismo y por los dirigentes del fútbol, pero que en esta oportunidad mal intencionadamente se omitió: “estamos en presencia de una carga histórica que para el deporte no hace ninguna contribución: esta famosa Garra Blanca, cuyos hinchas, o así denominados, tienen una actitud no muy acorde a las reglas sociales y al estado de derecho en general”. Frente a las presiones para dejar con arresto al funcionario policial, la magistrada explicó que “debo aguardar el informe de autopsia, porque tengo que certificar acaso la víctima había ingerido algún tipo de droga o alcohol”.

Resultó demasiado grosera la actitud generalizada de aprovecharse de que el accidental victimario fue un carabinero, para incrementar la odiosa campaña en contra de la institución, la que se topó, al fin en cuatro meses, con alguien que puso las cosas en su lugar. En la historia reciente en torno al fútbol hay registros de barristas asesinados o acuchillados, como jefes de fracciones de la Garra Blanca, o del homicidio frustrado a dos fanáticos de la “U” en su cancha de entrenamiento, pero nunca se presionó a la Justicia, como ahora por estar un policía involucrado.

La imparcial magistrada se dio tiempo para la prudencia: “hay que ver hasta qué punto existe una exposición al daño, esto es, si estaba habilitado para cruzar la calle y, por otro lado, determinar su estado etílico”. Acevedo ingresó al Poder Judicial en septiembre de 2003. Su primer cargo titular fue de secretaria en el 25° Juzgado del Crimen de Santiago, luego en 2005 asumió como jueza en el 14° de Garantía capitalino. En 2017 realizó un curso de perfeccionamiento llamado “Manejo y gestión de audiencias complejas con exposición mediática”.

Incansable en su arbitraria persecución a Carabineros, el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) anunciara que presentará un recurso de queja disciplinario en contra de la magistrada. La jefa regional Metropolitana del INDH, Beatriz Contreras, aseguró que “se advierte un abuso grave en el pronunciamiento de su resolución, en evidente transgresión a los compromisos asumidos por el Estado de Chile respecto a garantizar el acceso a la justicia sin discriminación”.

La jueza Acevedo también fue criticada por la Asociación de Magistrados de Chile. Su presidenta, la ministra socialista María Soledad Piñeiro, aseguró que “no es admisible que juzgadores utilicen prejuicios ni acudan a evaluaciones políticas, culturales o sociales”.

No deja de ser inaudita esta irrupción de la progresista dirigente gremial del Poder Judicial, siendo que éste tiene desbordados sus archivos con fallos pletóricos de "interpretaciones" ideológicas y vulneraciones de leyes que rigen los Códigos para ser aplicadas a personas consideradas adversarios políticos o sociales.

La jueza Andrea Acevedo, que ya se tiene ganado un lugar entre las postulantes a Mujeres del Año, atesora el reconocimiento de la gente honesta por su apego a la equidad, por su neutralidad y por llamar delincuente al delincuente.

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