ES DE NECIOS ESCUCHAR LO QUE LA GENTE NO DICE

VOXPRESS.CL Una encuesta difundida hace poco y que pasó inadvertida, dio cuenta de un escenario respecto del cual nadie, a estas alturas, puede sacar cuentas alegres: la casi total ignorancia de la gente respecto a los actos eleccionarios que se vienen este 2020. Un 73% de los consultados desconoce qué votaciones populares habrá, dato que resulta de gran relevancia para comprobar dos realidades intencionalmente distorsionadas: una, la población no se conmueve por lo que no le afecta directamente y, dos, no atiende ni escucha los llamados de los partidos políticos porque, según sondeos recientes, los aborrece y desprecia.
Entre abril y octubre habrá tres actos eleccionarios eventualmente programados: el plebiscito constitucional, en abril, y los comicios de alcaldes y gobernadores –hasta ahora-, en octubre. De aprobarse una nueva Constitución, junto con las municipales habrá que votar por listas para integrar la Convención Constituyente.
De acuerdo al desenlace del sondeo, los consultados “no tienen idea” de quiénes son los gobernadores ni entienden la composición de una posible Convención Constituyente.
En la reciente investigación de percepción social del CEP, la adhesión hacia los políticos fue de un 3% y hacia los miembros del Congreso Nacional, apenas de un 2%. Inaudita contradicción entre quienes hacen las leyes para ser cumplidas por quienes los abominan.
Esta dicotomía es la que tiene a Chile frenado e inmóvil por una parálisis causada por la violencia política de quienes le tuercen sus vidas a una mayoría. Ejemplo de ello, y ciertamente lamentable, es el que han dado partidos de una derecha supuestamente gobernando, respecto al plebiscito del 26 de abril.
Aunque sólo para dejar en la línea de flotación al Presidente, la UDI firmó el caza bobos Acuerdo de Paz, al menos tuvo la coherencia de, en forma inmediata, acordar corporativamente el rechazo…a excepción del ‘renovado’ Joaquín Lavín.
Sus semanas de reflexión terminaron para EVOPOLI en el desenlace que todos sospechaban, el apruebo, algo de toda lógica, conociendo el ilimitado aperturismo de su fundador, un hincha acérrimo del matrimonio homosexual.
Lo de RN no deja de ser alarmante, porque su Consejo General constató que existe una mayoría de partidarios del rechazo, pero igual acordó libertad de acción, ello para salvar la permanencia en el cargo de su presidente, el centrista Mario Desbordes. Su acuerdo avivará aún más su contradicción vital, ya que tendrá que dividir su franja electoral constituyente para dar igual minutos a cada una de las opciones. Obviamente, ese tipo de incoherencia le rebotará más temprano que tarde, porque, amparándose en una superficial “libertad de pensamiento”, la colectividad le refleja al país que no está unida y que no actúa unánimemente en defensa de la democracia amenazada por una eventual nueva Constitución.
Así como el Gobierno cayó inocentemente en la trampa de la oposición, en cuanto a que “hay que escuchar a la gente”, ahora lo hizo una fracción considerable de los partidos que –se dice- lo apoyan.
Es grave, gravísimo, que quienes pregonan ser defensores y celadores de la única democracia válida hayan sido incapaces de asumir y difundir una certeza mundial, en cuanto a que lo del 18 de octubre fue un Golpe político marxista destinado a cambiar el modelo institucional de Chile, vía una nueva Constitución. Decenas de testimonios de la propia televisión venezolana dan cuenta de ello y hasta el Secretario General de la OEA tiene conocimiento de la “intervención extranjera” en la asonada extremista…menos el Ejecutivo y sus partidos. No por el excesivo calor veraniego, 270 venezolanos fueron mandados a buscar desde Caracas…
Ha sido imposible descubrir el real porqué el Gobierno y uno y medio de los partidos oficialistas continúen con la monserga de que “la gente está pidiendo una nueva Constitución”. Dicho concepto es tan amplio y vago –“un grupo indeterminado de personas”- que en ningún debate serio puede aceptarse como argumento, y más todavía si, muy recientemente, una empresa encuestadora probó que el 73% de la población ni siquiera está al tanto de las votaciones que habrá durante este año.
Para mayor abundancia de pruebas, la encuesta CEP posterior al 18/O demostró que entre las 10 principales “preocupaciones” de la gente, no figura una nueva Constitución.
La razón de que el Ejecutivo y sus partidos hayan ‘pisado el palo’ puesto por la oposición pudo ser su ilusión de que, así, terminaría el vandalismo político. Imaginamos que eso fue lo que se les prometió, pero los firmantes de derecha no tuvieron el celo de percatarse que se marginaron de ese compromiso el PC y las bandas más radicales del Frente Amplio, señal inequívoca de que la anunciada paz social no iba a llegar ni ha llegado.
El oficialismo, mal conducido e inducido, mordió el anzuelo: una nueva Constitución no la quiere la gente, sino la izquierda para instrumentalizar su perpetuidad en el poder.
Al tomar nota del engaño del cual fue víctima, el Gobierno y sus partidos debieron revocar ese tramposo Acuerdo y se habrían evitado el bochorno actual de protagonizar segundos y terceros roles en el escenario político, y, lo más insólito, no estarían abogando por una nueva Constitución que no la pide ni la exige “la gente”. De ello, el dictador venezolano se ha cansado de repetirlo, pero en La Moneda continúan bailando con la música que le coloca su enemigo.