DEFINITIVO, LA VIOLENCIA TIENE NOMBRE Y APELLIDO

VOXPRESS.CL.- Casi de modo majadero, la izquierda, de capitán a paje, había deslindado cualquier tipo de responsabilidad en la incontrolable ola vandálica del extremismo.
El argumento de los cabecillas políticos opositores había sido siempre que se trata de un “sentimiento de gente de todo tipo”, algo así como un monstruo sin cabeza, como Fuenteovejuna, ello con la finalidad de eludir efectos electorales posteriores.
Sin embargo, las primeras pistas claras en cuanto a quienes están detrás de este Golpe político la dio, ni más ni menos, Nicolás Maduro, al informar en detalles todo lo que estaba sucediendo, y por suceder, en Chile. Surgió el Foro de Sao Paulo como la cuna de la sublevación extremista, instancia realizada en Caracas y a la cual asistieron, en calidad de ‘delegados oficiales’ diputados del Frente Amplio y del Partido Comunista. Más tarde, en la TV oficial venezolana, la comunista Florencia Lagos, hija del ex secretario general de la colectividad, daría más luces y señales sobre la organización y objetivos del movimiento subversivo.
Por alguna coincidencia, junto al PC, varios partiditos y referentes del Frente Amplio se negaron a firmar el ficticio y tramposo Acuerdo de Paz.
No obstante, podría decirse que fue el Frente Amplio el que asumió formalmente el padrinaje del vandalismo extremista, al oficializar su rechazo a la Ley Anti-Saqueo y Anti-Barricadas y anunciar que, de aprobarse, recurrirá al Tribunal Constitucional para anularla o dejarla sin efecto.
La iniciativa legal aprobada por el Senado prohíbe las barricadas sanciona al que, sin estar autorizado, interrumpa completamente la libre circulación de personas o vehículos en la vía pública, mediante violencia o intimidación o instale obstáculos levantados en la misma con objetos diversos. El delito se sancionará con la pena de presidio menor.
Similar pena se impondrá a quienes, sin mediar accidente o desperfecto mecánico, interpongan sus vehículos en la vía, en términos tales de hacer imposible la circulación de otros por ésta.
Mayor será la pena para quien lance a personas o vehículos instrumentos, utensilios u objetos cortantes, punzantes o contundentes, potencialmente aptos para causar la muerte o producir lesiones corporales. El tribunal, al momento de determinar el castigo, tendrá en especial consideración la peligrosidad del objeto utilizado.
Hasta antes de esta iniciativa, el autor de barricadas recibía una citación al Juzgado de Policía Local y, probablemente, era sancionado con alguna multa.
La reacción adversa del Frente ante la nueva ley tiene lecturas que lo comprometen de modo formal en esta ola vandálica, e incluso peca de incoherencia y contradicción, al anunciar su recurrencia al TC, siendo que ha sido el principal promotor de su desaparición por considerarlo un “enclave de la dictadura”.
Pese a sus constantes remezones internos y a sus frecuentes desavenencias por la diversidad de sensibilidades en su seno el Frene tiene un denominador común: el aniquilamiento del modelo lo más rápido posible, para lo cual recurre a la imposición de su voluntad sin transacciones. Algo así como “somos nosotros los únicos que tenemos la razón y punto. Lo que queremos se hace…o se hace”.
Posesionado en la juventud y casi dueño de ésta, tiene a tres de sus figuras entre los cinco precandidatos presidenciales de la izquierda y una cuarta acaba de dejar el colectivo por la firma del Acuerdo de Paz, el que impidió, como ella quería, la renuncia del Presidente.
Hay dos lecturas muy claras en esta postura del Frente de oponerse a las sanciones con penas de cárcel a quienes monten barricadas, ataquen a personas y vehículos y protagonicen saqueos. La primera de ellas es su apoyo a la alteración del orden público y al daño a la propiedad privada y avalar el saqueo a los “capitalistas”: y la segunda es que, al relajar estas violaciones a la paz ciudadana, está ratificando que son y seguirán siendo sus instrumentos de lucha callejera.
La mayoría de los partidos opositores votó favorablemente la iniciativa de establecer sanciones penales a los autores de barricadas y a los protagonistas de saqueos, porque, se supone de partida, coartando dichas conductas alteradoras del orden público se puede dar –sólo eso, se puede dar- un paso, aunque cortito, hacia la disminución de la violencia política.
Sin embargo, al no sumarse a la iniciativa y, por el contrario, impugnarla, refleja en su totalidad cuál es su intención.
Más por propia demostración del Frente se terminó despejando la falsa creencia de que no existía, ni existe, un interlocutor con quien aproximar alguna solución a la ola violentista. Existe y se le conoce con nombre y apellido, pero no puede aguardarse ni una mínima aproximación a un diálogo, por su intransigencia y férrea disposición a imponer su particular interpretación de la política: el absoluto desprecio al disentimiento. No existe otro razonamiento valedero, excepto el suyo, aunque sea el más irracional de todos.
¿No será hora de que los incautos ‘dialoguistas’ se den cuenta de que pierden el tiempo? El Frente Amplio los ha notificado que en su estrategia revolucionaria seguirán estando presentes las barricadas, los ataques a personas y a la propiedad privada y los saqueos a “los enriquecidos gracias al modelo”.