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EL HÉROE DE LA PLAZA NO SE RINDE


VOXPRESS.CL.- Así, en el estado calamitoso en que se halla, debería llamarse plaza de la indignidad y no de la dignidad, como pretenden que, de ahora en adelante, se denomine a la icónica rotonda que delimita las comunas de Santiago y Providencia. De sus bien mantenidos prados y armoniosos arreglos florales no quedan rastros, y el monumento que le da su nombre, al general Manuel Baquedano, ha sido ultrajado más allá de lo tolerable, ante la vista gorda e indiferencia de autoridades que se dicen ser chilenos.

Convertido en un tierral maloliente, el hasta octubre sitio de encuentros para grandes celebraciones populares, preferentemente deportivas, hoy es el campo de batalla de vandálicos extremistas políticos y carabineros. Lo único que se preserva, aunque a duras penas, es la estatua ecuestre de un emblemático autor de hazañas bélicas que hasta hace poco eran recordadas con unción por los chilenos bien nacidos. Su figura y la de su caballo han resistido todos los embates de los violentistas para echarlas abajo y, seguramente, arrastrarlas como trofeos, tal como hicieron con un busto del prócer Arturo Prat. El soldado desconocido, homenaje a los miles de compatriotas anónimos que pelearon y dieron su vida por la Patria, fue sacado de raíz y se ignora su paradero.

Ante el agravio a la imagen y memoria de este héroe, el Consejo de Monumentos Nacionales debatió acerca de qué hacer con él por los daños causados y con una trentena de estatuas atacadas, pintarrajeadas y extraídas a la fuerza desde sus bases.

La institución, por respeto a la historia de Chile, jamás debió siquiera dudar de un eventual cambio de lugar de la estatua al general Baquedano, pero igual lo evaluó, así como el futuro de las otras violentadas. Trasladarla a otro sitio significaba un triunfo para las hordas extremistas, pero, finalmente, el Consejo acordó conservarla en el lugar que ocupa desde 1928, con lo cual, además, se garantiza preservar el simbólico nombre de la plaza.

El general, que participó en dos grandes guerras, jamás se rindió y parecía ignominioso que hubiese sido ésta la oportunidad en que, post morten, lo hiciera…por decisión de otros.

Baquedano intervino en las guerras contra la Confederación Perú/Boliviana (1836-1839) y del Pacífico (1879-1884), donde ejerció el cargo de comandante en jefe del Ejército en campaña entre 1880 y 1881. Encabezó las más gloriosas y sangrientas hazañas militares chilenas, como las batallas de Arica, Tacna, Chorrillos y Miraflores.

Retirado como general de división, desempeñó la función de Presidente provisional de Chile en agosto de 1891, durante la guerra civil de dicho año, y ​ luego ocupó el cargo de senador por Santiago (1882-1888) y por Colchagua (1888-1894). Durante sus últimos años, se abocó a la tarea de reorganizar el Ejército e impulsar la creación de la Academia de Guerra y del Estado Mayor.

No sólo el mundo castrense tiene un nexo directo con Manuel Baquedano, sino también el Ejecutivo y el Legislativo por haber sido Presidente de la República y por su condición de senador. Por lo mismo, en medio de su ultraje, se echó de menos alguna reacción categórica de La Moneda y del Congreso, más allá de los consabidos e inservibles lamentos “por lo ocurrido”. Toda una tarde, su figura fue acordelada y martillada en el afán descabellado de los extremistas por derribarla, y ello ante un hermético silencio oficial.

Éste y los otros atentados a la memoria nacional pueden, con el máximo de comprensión, atribuirse a la ignorancia y severas limitaciones intelectuales de estos desquiciados de la izquierda. Se explica, aunque no se justifica, la conducta de quienes en el monumento escribieron “paco invesil” o “contiuyente por constituyente”, porque dichos básicos errores son fruto de la incontrolada y progresiva mala calidad de quienes –si es que los tuvieron- fueron sus profesores.

No es difícil entender el comportamiento de estas turbas más próximas al salvajismo que a la civilización, y ello se entiende porque el socialismo, en ninguna parte del mundo, ha tenido Patria ni sentido de apego a un espacio de tierra en particular, aunque fuese la natal. La izquierda internacional, como su nombre la define, es sin fronteras, con una solidaridad ideológica multilateral, y actúa, se comporta y rinde cuentas a un ente superior universal y culto a una doctrina sin soberanía. La prueba más cercana y doméstica de ello es que el Golpe extremista del 18/OC fue planeado y dirigido por el Foro de Sao Paulo reunido en Caracas.

Es más fácil toparse con un vaso de agua en el desierto que pedirles a quienes no tienen Patria, no la sienten y, peor aún, la doblegan ante una doctrina probadamente dañina y perversa, que sientan una pizca de respeto por quienes fueron sus héroes y entregaron sus vidas por su tierra.

Rendirse políticamente y arriar las banderas de la democracia es una afrenta para tantos compatriotas, célebres y anónimos, que dieron su vida por esta Patria que está cerca de ser transformada en un infierno.

El soldado desconocido, ultrajado y destruido en su pedestal, representa al valeroso pueblo que se unió a los militares para darlo todo por su Patria, y el general Manuel Baquedano es la interpretación pura de quien entregó su diversidad humana al servicio de su país, desde la posición que se le pidió: militar, héroe, Presidente y senador.

Al revés de como ya lo han hecho otros, el héroe de la Plaza Baquedano no se rinde.

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